Colegas, amigos y opiniones en medios de prensa me han interpelado directamente. La pregunta siempre es la misma: ¿por qué a pesar de mi renuncia como subsecretario de Educación y mis críticas a las políticas educativas durante este gobierno, sigo expresando mi preferencia por y mi voluntad de voto al Frente Amplio? Me parece que aclarar mi posición y fundamentar el porqué de la misma puede aportar a un debate e intercambio plural y republicano, al tiempo que me permite establecer y declarar en términos inequívocos mi defensa y apoyo a un nuevo gobierno del Frente Amplio y al sector PLATAFORMA/PAR y su lista 982 liderada por Álvaro García y Cristina Lustemberg en esta nueva instancia electoral.

El Frente Amplio desplegó en el pasado un conjunto de acciones con las cuales yo no solamente me siento plenamente identificado, sino que de una u otro manera apoyé e impulsé en su momento. Estas medidas, creo, –puedo, claro, estar equivocado- no hubieran sido impulsadas, ni por el Partido Colorado ni por el Partido Nacional como tampoco por una coalición gobernante de estos partidos. No por la acusación de maldad o por la pretensión del monopolio de la moral que muchas veces desde la izquierda se pretende- sino por diferencias acerca de cuáles creen unos y otros que son los instrumentos que promueven mayor prosperidad e igualdad, así como por la valoración relativa y diferencial de las nociones de libertad negativa y libertad positiva y los ámbitos a los cuales esta se aplica. Las correlaciones de fuerza internas en ambas potenciales coaliciones generan diferencias naturales y saludables en las opciones de política pública. El elector con toda la información que pueda tener, intereses que le quepan, y razonamientos que pueda realizar debe elegir las que mejor reflejan sus preferencias.

El Frente Amplio impulsó una reforma impositiva que introdujo el impuesto a la renta de las personas físicas progresivo como una pieza clave de la estructura tributaria. No creo que ello hubiera sucedido -dadas las propias declaraciones de los protagonistas- si el gobierno y las mayorías parlamentarias hubieran estado en manos del Partido Nacional y del Partido Colorado. El Frente Amplio retornó a la negociación colectiva que desde el gobierno Lacalle no se realizaba, ya que en legítimo uso de sus prerrogativas, el poder ejecutivo había decidido dejar de convocar a los consejos de salarios. El gobierno del Frente Amplio reformó el sistema de asignaciones familiares, luego del plan de emergencia, aumentando la cobertura y valor de las mismas para los sectores más vulnerables. Nuevamente, al menos una parte importante de los partidos tradicionales fueron y han sido muy críticos con estas prestaciones. El avance en los derechos de los trabajadores rurales y de las trabajadoras domésticas forma parte de un impulso que me identifica, impulsé y apoyé, y que si bien creo, una parte importante de sectores del Partido Nacional y Colorado apoyarían, no existirían en sus gobiernos mayorías parlamentarias para impulsarlas. El gobierno pasado y sus mayorías parlamentarias aprobaron la despenalización del aborto, el matrimonio igualitario y la despenalización en la producción y comercialización de la marihuana. El esfuerzo fiscal en el área social, incluida la educación, era para mi condición necesaria de mejora del bienestar y la igualdad. No tengo certezas de si otros gobiernos hubieran impulsado estos aumentos con el mismo vigor.

Es cierto que estos son elementos del pasado, no del presente. La forma en que el actual gobierno se ha parado frente a la desaceleración económica me parece que combina adecuadamente la responsabilidad fiscal que caracterizó a la conducción económica y la protección de los sectores más vulnerables. Al igual que no correspondía asignarse todos los méritos cuando el país crecía al impulso de los precios de los “commodities”, tampoco se pueden asignar todas las culpas sin más cuando con un contexto externo negativo y una región en serios problemas el país ve deterioro o estancamiento en algunos indicadores económicos y sociales. La evaluación debe siempre estar referida a cuan bien los gobiernos del Frente Amplio han logrado administrar el ciclo desde dos criterios.

El primero es si se logró beneficiar a los más vulnerables en contextos expansivos y protegerlos en contextos de enlentecimiento o estancamiento. Lo segundo es cuan bien han logrado aprovechar el contexto expansivo para potenciar el futuro económico del país y cuanto han logrado suavizar el ciclo descendente y proteger a nuestra economía frente a shocks externos. Sin ser perfecto ni mucho menos el accionar y los resultados de los gobiernos del Frente Amplio, muestran, a mi juicio, que el ciclo que va del año 2005 a la fecha, ha sido –desde esos dos criterios- el mejor aprovechado y administrado desde la apertura democrática. El impulso a una nueva planta maderera y el esfuerzo en infraestructura para lograrlo es positivo y creo indispensable para el país. No veo un apoyo desde la oposición a este tema como política de estado, a pesar de haber sido la ley forestal impulsada por gobiernos de dicha coalición, logro positivo y que debe ser reconocido.

La actual extensión en el acceso de los métodos anticonceptivos reversibles de larga duración a las mujeres es una política clave que saludo y que ya ha mostrado su impacto en la disminución del embarazo y la maternidad adolescente. Tal agenda ni existió ni se materializó en los gobiernos de mayorías blancas y coloradas, creo nuevamente, no por una voluntad opositora en bloque, sino porque tal coalición, no lograba las mayorías necesarias. El impulso al sistema de cuidados, en particular en lo que hace a la extensión de las licencias maternales y parentales y al cuidado en la primera infancia es clave y necesario para el país.

La clara voluntad del gobierno de adecuarse a los requerimientos de la OECD en materia de transparencia tributaria la apoyo con convicción. Los esfuerzos poco reconocidos de inversión en infraestructura vial, energética, de conectividad y de servicios y espacios públicos son logros que por mucho tiempo ayudarán al desarrollo económico y social del país. Sospecho que tal impulso es algo que también abrazan los partidos de oposición pero sus logros cuando fueron gobierno indican bloqueos o limitaciones que el Frente Amplio parece haber podido superar.

Ello no inhibe que soy -y creo que como fuerza política debemos ser- autocríticos cuando los errores existieron. En materia educativa los gobiernos del Frente Amplio no han logrado avanzar en generar los cambios requeridos. El aumento del gasto –absolutamente imprescindible pero no suficiente-, del plan CEIBAL –que fue y será aún más importante en el futuro-, de la cobertura en educación inicial –política de estado inaugurada por el segundo gobierno de Sanguinetti y sostenida hasta el presente, el aumento de la cobertura en la educación media y de lo que mi juicio han sido mejoras importantes, aunque insuficientes en primaria, deben ser reconocidos.

Pero también debemos reconocer que estamos muy lejos de lo que se requiere para lograr resultados adecuados en educación. En particular, estamos ante una crisis estructural de la educación media, con tasas de egreso absolutamente inaceptables, de la autoridad y gobernanza del sistema –nuevamente especialmente en media- y de la calidad y pertinencia de los aprendizajes en todo el sistema. Equivocamos el camino con la Ley de Educación –salvo el acierto de la creación del INEED-, no logramos mejorar la gestión básica del sistema, insistimos con un paradigma contenidista y asignaturista en la educación media, y extenso y poco profundo en primaria, elevamos el ausentismo docente en casi el doble, aumentamos la carga de horas y docentes, algo necesario, pero sin lograr mejoras sustantivas de egreso y aprendizaje y con mejoras modestas en términos comparados en cobertura media.

Mi esfuerzo con otros colegas de crear EDUY21 parte de la convicción de que ningún partido por si solo va a poder avanzar en la reforma necesaria, y que es necesario un movimiento que ayude a dicha posibilidad colaborando en lo propositivo, generando debate ciudadano y adhesión de partes importantes del cuerpo docente y mandos medios de la ANEP.

Hoy mis energías ciudadanas se encuentran apoyando a PLATAFORMA, sector liderado por Alvaro García que conjuntamente con Cristina Lustemberg desde su sector PAR promueven un cambio, un nuevo impulso, en el marco del gobierno del Frente Amplio a partir del 2020. Trabajaré con Álvaro, Cristina y tantos colegas de la vida aportando mi opinión y mi trabajo en la construcción programática de dicho sector. Álvaro y Cristina representan las mejores tradiciones del Frente Amplio: de trabajo, compromiso con el presente y los humildes y mirada de futuro que puede verse en la labor de prospectiva desarrollada por OPP bajo el liderazgo de Álvaro y en el trabajo de Cristina por la infancia y muy especialmente la primera infancia.

Mi apoyo a Álvaro proviene por sobre todas las cosas de su labor pública y su comportamiento público y privado. Un hombre de tolerancia, sin estridencias, que trabaja siempre con nortes claros y escuchas abiertas, que aplica lo que sabe, estudia lo que no sabe y pregunta y aprende ante la duda. Como Ministro de Economía cumplió el rol ejemplar que un Ministro de Economía debe cumplir en aguas turbulentas: hablar poco, hacerlo con honestidad y claridad conceptual, apoyarse en la formidable figura del capitán de todas las horas, Danilo Astori y el equipo que en el Ministerio este había creado, manteniendo y ajustando cuando necesario el rumbo del barco en la tormenta.

Álvaro siempre me ha trasmitido que hay dos ecuaciones con las que él no comulga: los populismos sacrifican el futuro en pos del presente, pero el liberalismo económico dogmático sacrifica el presente en pos del futuro. Ninguna de estas opciones es aceptable. Para Álvaro es en ese equilibrio tenso entre las necesidades inmediatas de todos y sobre todos de los más humildes, y las imprescindibles transformaciones y responsabilidades para forjar un futuro de progreso en el que se macera la política pública responsable y eficaz. Tal vez es por su pasado y presente de murguista, de barrio y de cercanía con el día a día de quienes todos los lunes se levantan sin chistar que Alvaro entendió hace mucho tiempo que el largo plazo no es consuelo ni justificación para olvidar el presente. Por ello el, como yo, rechazamos tanto las versiones como las del socialismo real que sacrificó a varias generaciones en pos del hombre nuevo así como la utopía neoliberal de la prosperidad en un horizonte futuro y lejano que siempre parece moverse más allá. La política del futuro se cuece desde la gente en el hoy de cada día con la mirada en el futuro. Por todo ello Álvaro no solo es mi candidato al senado, es en quien apuesto para seguir forjando la aventura de una izquierda democrática moderna, leal a sus mejores raíces –profundamente libertarias e igualitarias- y esencial para el futuro del país.

¿Creo que el Frente Amplio representa todos mis desvelos y mis preferencias? Claro que no. En sus filas hay entrañables compañeros y compañeras con quienes tengo profundas discrepancias…no matices, discrepancias. Sé que la correlación de fuerzas en el Frente Amplio no siempre arrojará decisiones que sean de mi agrado. Pero nuevamente, cuando paso raya, cuando comparo, cuando debo elegir, en este país, hoy, con estas ofertas partidarias y sus potenciales coaliciones, es esta la que prefiero y a la que adhiero. Y dentro de dicha fuerza política veo en PLATAFORMA y en Álvaro promesa y realidad de una izquierda renovada y pujante.

Las decisiones que las personas toman de a quién votar y en donde invertir su energía ciudadana nunca son decisiones perfectas, en donde las fuerzas políticas y las organizaciones sociales reflejan a cabalidad todas sus preferencias. La política es siempre ética de la responsabilidad no ética pura de la convicción en cada tema. Como bien señalaba Max Weber, para quienes solo abrazan convicciones trascendentes y totales están las iglesias, estas los acogerán con brazos abiertos, pero para quienes eligen el gris de la política, deben saber que no existirá jamás la calma de la certeza absoluta, tan sólo el coraje de la decisión imperfecta.