[Esta es una de las notas más leídas de 2019]
“Asesinato”, en español, siempre significa “quitar la vida humana intencionalmente”. En cambio, “homicidio” (que es casi sinónimo) se emplea para casos no alevosos e incluso para muertes accidentales, en cuyo caso se le agrega el calificativo “no culposo”.
Recientemente se informó que el año pasado se registraron 414 homicidios, y eso nos asegura que las neuronas del senador electo Guido Manini Ríos funcionan bien en aritmética, porque aplicó bien la regla del 5 (redondeando para abajo, porque él no quiere “meter miedo”). No obstante, es notorio que hay homicidios muy diferentes, y eso no lo tuvo en cuenta el senador. Los feminicidios, por ejemplo, que suelen producirse en ámbitos privados y que están vinculados fuertemente a prejuicios culturales machistas, muy arraigados, reclaman del Estado una acción preventiva (necesariamente de largo alcance) que no tiene nada que ver con otros tipos de homicidio. Se ha señalado también que se incrementaron muchos asesinatos “por arreglo de cuentas” entre bandas de narcotraficantes, hecho que a su vez demanda enfoques especiales y complejos, diferentes de los del grupo anterior.
Yo no dudo de que la violencia se incrementó y debe ser combatida. Pero me preocupa pensar que las neuronas del senador Manini no le hayan advertido sobre estas diferencias (lo que indicaría un déficit importante para el cargo que ocupará), o, por el contrario, si las tuvo en cuenta, estarían indicando un maquiavelismo perverso tanto o aun más nefasto para el país.
Derecha, izquierda y “artiguismo”
El senador agregó que él no es de izquierda ni de derecha, sino “artiguista”, y en este punto hay que suponer que usó todas las neuronas que le funcionan para dirigirse a la parte del electorado más despolitizado.
Yo creo que no debe de haber un solo lector de la diaria (si leyó o escuchó este disparate) que no haya captado el sinsentido de la idea, puesto que las categorías de “izquierda” y “derecha”, aunque nadie las considera absolutamente precisas, han ido cambiando a lo largo de la historia desde que aparecieron con la Revolución Francesa de 1789 (los miembros de la Asamblea General que votaban por la destitución del rey, colocados a la izquierda, y los demás, a la derecha). En cada momento histórico y en cada sociedad, estas categorías ayudan a entender los conflictos sociales y cómo son abordados.
Artigas sirve, para Manini, como héroe nacional, pero, por poco que se escarbe, no le sirve en absoluto como dirigente político.
Pero hay un segundo dislate en tan breve alocución. José Artigas fue quien dirigió las fuerzas insurrectas contra el gobierno español y luego resistió la invasión portuguesa, por todo lo cual pasó a ser el héroe nacional de lo que luego sería Uruguay. Muy probablemente haya sido masón, lo que en esa época lo colocaba en lo que era la “izquierda”, pero, además de ser masón, que entonces era ser –grosso modo– republicano y poco clerical, tenía rasgos muy avanzados para su época: “clemencia para los vencidos”, “sean los orientales tan ilustrados como valientes” y –la más comprometida en términos socioeconómicos– “que los más infelices sean los más privilegiados: se preferirá a los negros libres, zambos de esta clase, criollos pobres y viudas con hijos” (en el Reglamento de reparto de tierras).
Artigas sirve, para Manini, como héroe nacional, pero, por poco que se escarbe, no le sirve en absoluto como dirigente político.
Levantemos el nivel
Es saludable ejercitar nuestras neuronas denunciando estas barbaries intelectuales, pero hay que admitir el retroceso político que implican y cuestionarse fuertemente sobre las causas –sin duda, múltiples– que las hicieron posibles. Invertimos en un sistema educativo público muy difundido, perfectible pero encomiable. Y admitimos, al mismo tiempo, un sistema mediático fundamentalmente privado, sostenido con publicidad y con subvenciones a la prensa, que deseduca más que lo que informa. ¿No habrá una relación entre esta contradicción y el retroceso señalado?