Escribí “La noche de los cristales rotos” en plena campaña electoral. Tenía, tengo, la peregrina intención de generar una saludable alarma por la irrupción de Cabildo Abierto, que reagrupa a toda la ultraderecha con apoyo ciudadano. Hay cristales que ya se comenzaron a romper en Uruguay. No nos hagamos los desentendidos porque les pasa a otros. Cuando nos toque a cada uno puede ser tarde.

Una frase a la que recurre permanentemente el general retirado Guido Manini Ríos en las mil y una coartadas que tiene que ensayar cuando se lo confronta con las atrocidades: “Hay que dejar de hablar de cosas que ocurrieron hace muchísimo tiempo”. Ocurre que el pasado vuelve, siempre vuelve como vuelven los cuerpos enterrados. Un pasado ominoso, atraído por una prédica de corte fascista que lleva a jóvenes a fotografiarse con el líder, en camisetas nazis, que se cuela en militantes cabildantes que convocan a formar escuadrones de la muerte. Cuando un diputado electo de Cabildo Abierto la emprendió contra el aborto y agredió a las mujeres –“Si te gustó, bancátela”–, el líder dijo: “No fue ofensivo”. Pero agregó, a renglón seguido, que va a revisar toda la agenda de derechos. Defiende a torturadores y desaparecedores. Ataca a la Justicia. Se rodea de militares repudiados por sus vínculos con secuestros y torturas (Eduardo Radaelli y Antonio Romanelli). Su escribano dice, en un paroxismo antirrepublicano, que es un enviado de Dios. Difunde fotos con Jair Bolsonaro. Propone a un médico para ser ministro que contundentemente ha tenido vínculos con el conocidícismo torturador y fascista Martín Gutiérrez Oyhamburo.

El pasado vuelve

No son nuevos estos pujos del nacionalfascismo criollo. Ni las simpatías que Luis Alberto de Herrera y otros tuvieron con la Alemania de Adolf Hitler y la Italia de Benito Mussolini. En una crónica del diario El País del 22 de junio de este año, sobre las elecciones que ganó Gabriel Terra, se anotaba: “En vísperas de las elecciones, el Comité de Vigilancia Económica –una organización que nucleaba a empresarios y hacendados– convocó a un ‘paro patronal’ de 48 horas, en protesta por la iniciativa del gobierno de establecer un salario mínimo, y expresó su apoyo a las candidaturas de Herrera y [Pedro] Manini Ríos”.

La ultraderecha supo brillar en el firmamento de los partidos Nacional y Colorado: Jorge Pacheco Areco, Pablo Millor, Mario Aguerrondo, toda la familia Manini, con varias ramificaciones en grupos de acción directa. Hoy se nuclean en Cabildo Abierto y son un peligro para toda la institucionalidad democrática y para todas las colectividades que han sido perseguidas. Mi intención con la mencionada columna publicada en la diaria, recordando la noche trágica de noviembre de 1938 en Alemania y Austria, y las actitudes valientes de nuestros diplomáticos, fue llegar a la sensibilidad republicana de blancos y colorados. En especial, a toda la colectividad judía. No sé si lo logré. Me alarma mucho más el silencio que los gritos fascistas.

Azul y Blanco: el comando Foxdrin

En 1972 surgió el semanario Azul y Blanco. Promotor del golpe de Estado y difusor de todo tipo de agresiones y canalladas, alentando a los sectores militares y políticos a barrer con todo el arco democrático. No era sólo prédica anticomunista y antifrenteamplista. Era antiliberal, antijudía, antiderechos. No era sólo prédica periodística. Pasaron a la acción. Lo definió muy bien Julio María Sanguinetti, citado en la diaria en un artículo de 2011 que debe releerse. Se había sustanciado un gran movimiento de repudio al psiquiatra y torturador Gutiérrez Oyhamburo, que no se había presentado a una convocatoria de la Justicia.

En La agonía de una democracia: ‬proceso de la caída de las instituciones en el Uruguay‭ (‬1963-1973‭),‭ Sanguinetti escribe: “El semanario Azul y Blanco‭ ‬‬destila todos los miércoles una cuota de combustible para mantener encendida la hoguera.‭ ‬Reniega de las instituciones democráticas,‭ ‬acusa de comunista a todo el que exprese alguna reserva sobre la conducción militar,‭ ‬hace la constante apología del falangismo y exhuma antecedentes históricos del militarismo uruguayo del siglo XIX‭ (‬1875-1886‭)‬,‭ ‬ofrecido como fuente de inspiración.‭ ‬El animador de la publicación es el Dr.‭ ‬Martín Gutiérrez,‭ ‬médico psiquiatra del Hospital Militar,‭ ‬y el redactor responsable el Sr.‭ ‬Diego Ferreiro. [El diario] Acción lo enfrenta duramente y,‭ ‬bajo el título de‭ ‘‬La tatucera gorila’‬,‭ ‬denuncia su incitación al golpe,‭ ‬su inequívoca filiación nazi-fascista y su permanente actitud de difamación para con los hombres públicos del país,‭ ‬especialmente los batllistas y los blancos wilsonistas‭”.

Las conexiones por investigar

En diciembre de 1978, con Hugo Cores, Mariela Salaberry y un equipo clandestino, persistíamos en armar, publicar y difundir un viejo periódico combativo, de la Resistencia Obrero Estudiantil (ROE) y del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP): Compañero. El primer número del año VII, que resurgía después de los duros golpes del Operativo Cóndor, circuló en octubre de 1977. Su título: “Vientos de amnistía soplan en América Latina”. Su reaparición fue el disparador para que la dictadura decidiera nuevamente operar fuera de fronteras. Universindo Rodriguez, Lilián Celiberti y sus hijos Camilo y Francesca fueron secuestrados en Porto Alegre. El jefe del operativo fue el coronel Eduardo Ferro. Estaban enfurecidos porque reaparecía Compañero. Siguió.

En el número 70, de diciembre de 1978, nos llegaron más informaciones sobre el vil asesinato de la señora Cecilia Fontana de Heber. El atentado, de una crueldad inimaginable, demostraba que la patota criminal que había asolado Uruguay, Argentina y Brasil, que había secuestrado, matado y torturado a miles, no paraba. Arremetía contra todos y todas de la forma más bestial.

Según se recuerda en una nota del portal 180 de marzo de 2009: “En agosto de 1978, Luis Alberto Lacalle recibió tres botellas de vino dirigidas a él, a Carlos Julio Pereyra y a Mario Heber. Eran tres botellas de vino blanco Riesling con una tarjeta que decía: ‘El jueves 31 al mediodía brindemos por la Patria en su nueva etapa’. Esa nota aparecía firmada apenas por tres iniciales: ‘MDN’. Ni Pereyra ni Lacalle abrieron sus botellas. El 5 de setiembre de ese año, la esposa de Heber, Cecilia Fontana, abrió la de su marido. Bebió un pequeño trago que alcanzó para provocarle la muerte de forma casi instantánea, ya que el vino contenía un insecticida de acción fulminante llamado Foxdrin”.

Las investigaciones no avanzaron ni pudieron identificar a los responsables. Me constan los esfuerzos y acciones de Luis Alberto Heber y Carlos Julio Pereyra, quienes tienen todo mi afecto y solidaridad. En 2009 hubo nuevos avances, incluso solicitando documentos al exterior, pero hasta donde se ha sabido, no hubo conclusiones contundentes. Es un caso más que está cubierto por el cerrojo de la omertá y la impunidad. Pero, en todo caso, esas raíces vuelven a mostrar el peligro de la presencia de la ultraderecha, que hoy conforma gobierno.

Es imprescindible reafirmar que con la ultraderecha no hay acuerdo posible, y en eso sepa el Partido Nacional que nos encontrará responsablemente defendiendo la democracia.

En 1978 publicamos en Compañero un artículo titulado “Los criminales están sueltos”: “Lo primero que llamó la atención fue el tono con que al tema se refirió ‘La Mañana’. Para cualquiera que lo leyera resultaba evidente que ya el día 13 de setiembre manejaba más datos que los que habían salido a la luz pública. Después la noticia se empezó a manejar entre los cronistas policiales y ahora ya se maneja en todo el ambiente de la prensa: detrás del asesinato de la Sra. Heber está el grupo de Azul y Blanco y en particular Celio Riet, fascista conocido, que apenas unos días antes del atentado registra una compra de Foxdrin, cuyo destino no ha sido investigado. Junto a él se alinean otros ultrarreaccionarios y fascistas como el conocido torturador Martín Gutiérrez y Felipe Ferreiro, todos ellos de conocida trayectoria antisemita e integrantes del cuerpo de redacción del Azul y Blanco. [...] Se sabe asimismo que el grupo ha venido desarrollando en los últimos meses una intensa actividad, intentando, por un lado, ‘castigar’ a algunos de los elementos que habrían abandonado sus filas, y, por otro, haciendo recrudecer los atentados antisemitas[...] Cuentan con cobertura y apoyo desde la Secretaría de Presidencia, desde donde sigue operando uno de los sujetos más tenebrosos del régimen, Luis Vargas Garmendia, ex subsecretario de Interior y señalado como uno de los responsables de los asesinatos de [Zelmar] Michelini y [Héctor] Gutiérrez Ruiz”.

Las implicancias de Martín Gutiérrez en la tortura no son novedad. El vínculo con el doctor Daniel Salinas ha quedado meridianamente claro por los documentos difundidos por varios periodistas, entre ellos Gabriel Pereyra. El doctor Luis Lacalle Pou tiene una gran responsabilidad. La creación de coaliciones tienen algunas lógicas perversas, se podría pensar que inevitables. Llevan a unir todo contra un adversario común.

Pero esto es otra cosa, y lo que hoy se admite con cierta banalidad es el huevo de la serpiente que, cuando ataque, va a atacar a todo el arco democrático. En el mundo y en la región se han envalentonado el odio, la xenofobia, los antiderechos. Eso tiene una lógica destructiva con megalomanía de poder y de desprecio de las instituciones políticas. Lamentablemente, gana la conciencia de hombres y mujeres débiles y envidiosos. Hay que construir desde la política un dique de contención contra esto, que es la barbarie. Lo ha señalado con elocuencia el historiador Gerardo Caetano. Es imprescindible reafirmar que con la ultraderecha no hay acuerdo posible, y en eso sepa el Partido Nacional que nos encontrará responsablemente defendiendo la democracia. Doctor Lacalle Pou, es su turno.

Milton Romani fue embajador ante la Organización de Estados Americanos y secretario general de la Junta Nacional de Drogas.