La covid produjo a nivel general sentimientos de incertidumbre, miedo, inseguridad, soledad, preocupación, ansiedad. En primer lugar, relacionados con la salud propia y de familiares; en segundo lugar, con la subsistencia económica, el empleo, la alimentación; en tercer lugar, con los vínculos sociales y el futuro. Instaló una parálisis fuertemente recomendada con argumentos sanitarios, muy vinculada con el confinamiento, pero también con la sensación colectiva de que no se podía hacer mucho en otros planos de la sociedad. En lo sanitario, las medidas prescriptas fueron evitar el contagio y esperar la vacuna. En el discurso predominante esto se traduce en la postergación de todas las demás temáticas y en una fuerte indicación a las personas a quedarse quietas. Es muy expresiva la frase “distanciamiento social” para referirse a la distancia física entre las personas fuera de su hogar.

En grupos específicos, como las personas mayores de 65 años, esta situación agravó el estereotipo de “pasivización” que la sociedad promueve hacia esta población y que se internaliza fácilmente, a pesar de que estrictamente no es la edad el factor de riesgo sino las patologías previas que las personas hayan tenido.

La concentración de la comunicación pública del nuevo gobierno, con un mecanismo de conferencias de prensa diarias, le otorgó un enorme poder mediático, sumado al vínculo privilegiado con los propietarios de los grandes medios.

La proliferación de noticias sobre la covid a través de medios tradicionales y redes no generó mejor información, sino que produjo saturación, incertidumbre, miedos, y promovió en las personas un rol pasivo, de receptores.

Al mismo tiempo, la comunicación vía web ofreció mayores posibilidades de contacto, información e intercambio entre personas alejadas geográficamente dentro y fuera del país. Ese es un efecto interesante para las prácticas colectivas. Un tema fundamental para la acción social y política es la posibilidad de razonar, de analizar las informaciones recibidas, para promover reflexiones críticas y conductas proactivas. La comunicación unidireccional de emisor a receptor, casi monotemática en un tema como la covid, asociada al miedo, donde los mensajes reiterados son de pasividad y aislamiento, opera fuertemente contra la acción social y política como práctica colectiva.

Bien se ha dicho que la pandemia agravó muchos de los problemas y desigualdades que ya existían. En el campo de la política profundizó lógicas de concentración del poder y debilitó la participación ciudadana.

Sin embargo, hay “efectos pandemia” que van en una dirección contraria a los mencionados. El escenario de pandemia desencadenó también respuestas solidarias muy importantes: ollas populares, canastas de alimentos, apoyo psicológico gratuito, entre otras. Estas respuestas solidarias fueron sorprendentemente rápidas y extendidas. Su creación fue posible por fortalezas previas del entramado social. Como muestra solidaridad.uy, las ollas populares se sostuvieron en el tiempo, aun con dificultades dado el escaso apoyo estatal, pero además coordinaron entre ellas y con la Intersocial, se vincularon con movidas de huertas comunitarias y familiares. Las coordinaciones de ollas y la propia Intersocial son fenómenos destacables, expresión de valores solidarios y de un fuerte sentimiento de unidad que caracteriza a los sectores populares uruguayos.

Al mismo tiempo, la recién creada Red de Municipios y Comunidades Saludables (MCS) llevó adelante un conjunto interesante de acciones en este corto período.

La estrategia de Municipios y Comunidades Saludables

La estrategia de MCS tiene un predicamento relativamente importante a nivel de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Da continuidad y operacionaliza algunas definiciones fundamentales de la Declaración de Alma-Ata sobre el derecho de los pueblos a decidir respecto de su salud, participando en la elaboración y puesta en práctica de acciones intersectoriales.

Esto implica varios elementos interesantes en términos de acción colectiva, social y política en un sentido amplio:

En primer lugar, los protagonistas principales de la salud no son sólo los servicios médicos, no se concentran en el segundo y tercer nivel de atención, no piensan la tecnología compleja vinculada al diagnóstico y terapéutica como las llaves mágicas de la salud. El mensaje implícito se distancia del estereotipo: “quédese tranquilo que nosotros lo vamos a curar”, tan fuerte en el modelo biomédico.

En segundo lugar, el gobierno nacional no es el único ni principal actor, ni decisor inapelable, y se jerarquiza el rol de los gobiernos locales (municipales y departamentales). La dimensión territorial adquiere más fuerza con consecuencias en varios planos.

Por último, la salud se piensa desde una mirada intersectorial centrada en sus determinantes sociales, económicos y culturales, que no se conciben como algo dado, inamovible, sino como factores transformables. La prevención de la enfermedad y la promoción de la salud son enfatizadas en este enfoque, que cuestiona las condiciones de vida y los hábitos que producen los problemas o también la protección de la salud.

Las comunidades, es decir los colectivos sociales, son protagonistas de primera línea en esta estrategia, su saber es valorado, su accionar es requerido y sus intereses pesan más que en otras estrategias o diseños. Este rol va más allá de formular demandas a las autoridades para que resuelvan los problemas. Implica involucrarse en el diagnóstico, en la elaboración e implementación de las soluciones. Supone una evaluación participativa de los pasos que se van dando y la retroalimentación hacia nuevas etapas y acciones.

La construcción de alianzas amplias es la clave de la estrategia MCS: acuerdos entre sectores heterogéneos que tienen intereses en común (y también diferentes). Se trata de un abanico de organizaciones sociales del territorio, gobiernos locales, servicios nacionales, junto con la academia y la colaboración técnica de organismos como la OPS y la OMS, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

El diálogo de saberes es un elemento decisivo para los MCS. La academia ‒en el caso uruguayo, la Universidad de la República (Udelar)‒, a través de mecanismos de extensión, de investigación, de acción y de participación, puede contribuir con sus conocimientos y recoger los saberes de los demás actores. En particular los protagonistas de la comunidad tienen saberes y capacidades insustituibles, y los gobiernos locales también. Este diálogo de saberes supone asimismo la construcción de nuevos conocimientos, su apropiación democrática por parte de los actores locales y su traducción en prácticas transformadoras de su medio.

La puesta en práctica de estas potencialidades enfrenta muchas dificultades de distinto tipo. Algunos de esos obstáculos están relacionados con las correlaciones de fuerza y las hegemonías culturales existentes, los intereses que predominan, el peso del modelo biomédico y la industria internacional de la salud (medicamentos y tecnologías). Otras dificultades tienen que ver con las debilidades del entramado social, sus contradicciones, sus divisiones, las historias distintas y a veces divergentes, la dependencia del Estado, la existencia de lógicas clientelares, entre otros factores. Como sucedió con la Atención Primaria de Salud, la estrategia MCS puede ser utilizada con otros fines y convertirse en formas de trasladar la responsabilidad a actores sociales o instituciones locales al mismo tiempo que no se les dan los recursos necesarios. Un elemento clave es si se ponen en cuestión las estructuras que reproducen las desigualdades y afectan las condiciones de vida y salud.

Red de Municipios y Comunidades Saludables

En Uruguay, el Ministerio de Salud Pública (MSP) promovió en alguna medida la estrategia MCS durante los últimos gobiernos. Esto se tradujo sobre todo en intercambios con varios gobiernos municipales y la firma entre cada uno de ellos y el MSP de un documento o compromiso de trabajo que los reconocía como municipios saludables. A nivel del Municipio A de Montevideo, el gobierno local conformó en 2019 un grupo de trabajo de MCS que, además de la firma del documento, generó una línea de trabajo sostenido, con acciones que incluyeron la creación de una mesa coordinadora y la realización de un encuentro amplio de puesta en común de las distintas experiencias comunitarias de la zona, y una feria de salud.

En un contexto adverso, organizaciones sociales, gobiernos locales y academia fueron capaces de desarrollar acciones colectivas, debates, instancias de formación y acción en el marco de un proceso innovador.

La percepción de la riqueza en las experiencias de distintos territorios y comunidades, pero también su dispersión, fragmentación e invisibilización, llevaron a la idea de crear una Red de Municipios y Comunidades Saludables. Las conversaciones para lograr este objetivo se desarrollaron desde fines de 2019 y comienzos de 2020 entre varios municipios de Montevideo, el Movimiento Nacional de Usuarios de la Salud, la Organización de Usuarios de Salud del Cerro, la División Salud de la Intendencia de Montevideo y la de Canelones, la Udelar, entre otros.

El encuentro fundacional de la Red estaba planificado para el 31 de marzo, pero la pandemia cambió esos planes y la realidad del país. Puestos en la disyuntiva de postergar y esperar tiempos mejores, o adaptarse a la nueva situación manteniendo el impulso inicial, los colectivos e instituciones resolvieron multiplicar las acciones utilizando las herramientas de comunicación por web.

Es así que se mantuvo el funcionamiento regular de la Red MCS y se organizaron varias iniciativas. Paradójicamente, más reuniones y acciones que las previsibles en un contexto normal. En particular, los talleres abiertos de la Red MCS, con temas priorizados en conjunto, obtuvieron una amplia convocatoria y generaron una gran riqueza de intercambios. Además, la Red MCS realizó un curso de animadores de redes comunitarias que permitió la elaboración de seis proyectos de acción comunitaria, puso en marcha una página web, un canal de You Tube y apoyó varias iniciativas de las organizaciones integrantes.

Desde el 23 de abril al 29 de octubre, la Red MCS realizó 16 talleres abiertos mediante el Zoom de Facultad de Medicina. Alrededor de 2.500 personas ingresaron por esta vía a los talleres, con un promedio de 160 personas por taller. Los temas fueron acordados en las reuniones de la Red, recogiendo las preocupaciones y priorizaciones de los colectivos que la integran. Es así que se abordaron los siguientes temas: salud mental en tiempos de covid; situación de las personas mayores y redes; seguridad y soberanía alimentarias; la trama social después de la covid; violencias patriarcales; prevención de suicidios; abordaje comunitario de las drogas; problemas críticos de salud, objetivos sanitarios y comunidad; primer nivel de atención; trabajar en la salud en tiempos de covid; cuidados; discapacidades; explotación sexual de niñas, niños y adolescentes; personas mayores, derechos y participación; primera infancia; adolescencias.

Desde una perspectiva de investigación-acción-participación (IAP), hay herramientas utilizadas que merecen destacarse:

  • Metodologías participativas, que evitaron el formato de conferencias magistrales y optaron por exposiciones disparadoras, intercambios en subgrupos, puesta en común y discusión en plenaria.
  • En los expositores se combinaron el saber académico, las experiencias comunitarias y la gestión de políticas públicas. Esa diversidad de miradas complementarias y la calidad de los expositores aportaron riqueza a los intercambios.
  • Los talleres no se limitaron al evento en sí, sino que se ampliaron instrumentos para recoger opiniones, incluyendo el formulario de inscripción, preguntas previas a los inscriptos, chat, formulario de evaluación del taller y foros de la página web.
  • La utilización de herramientas web y la amplitud de la convocatoria permitieron la participación de personas y colectivos de muy distintos lugares del país. También participaron expositores y asistentes de otros países de Iberoamérica (Colombia, Argentina, Ecuador, México, España, Perú).
  • Formación de tutores y coordinadores. Se promovió que personas con experiencia de los distintos colectivos realizaran un precurso brindado por el área de Educación Permanente de la Facultad de Medicina. Estas personas coordinaron los subgrupos en los talleres y participaron de la elaboración de proyectos comunitarios en el Curso de Animadores de Redes Comunitarias.
  • La realización de relatorías de los talleres buscó recoger los contenidos principales de las exposiciones, las discusiones en subgrupos y plenaria, junto con aportes recibidos por otras vías, para sistematizar los conocimientos trabajados colectivamente.
  • Al subir los audios o videos de todos los talleres al canal de Youtube de la Red de Municipios y Comunidades Saludables y a la página web, quedó un material de consulta para todos los que quieran analizar los temas abordados.
  • La participación de la Udelar en estas actividades se basó en un enfoque de investigación-acción-participación. El diseño IAP es una estrategia metodológica de investigación social que se origina en los aportes de Paulo Freire y Orlando Fals Borda y tiene una larga historia en América Latina. En Uruguay ha tenido menos desarrollo, pero el nuevo contexto revaloriza su rol como herramienta fermental para pensar la investigación científica junto con la acción colectiva, vinculando la academia con los movimientos sociales.

Desafíos para la acción comunitaria en este período

La labor de los colectivos y organizaciones sociales en este contexto no es sencilla y enfrenta desafíos importantes. Entre las preocupaciones que surgieron de los intercambios realizados están las maneras de afirmar el vínculo con las personas relacionadas con dichos colectivos y al mismo tiempo llegar al conjunto de la población. Otra preocupación es romper el aislamiento de cada demanda, de cada tema, de cada organización y de cada territorio. Esto implica generar puentes, intercambios, plataformas e iniciativas para pensar en conjunto los distintos temas y luchas, entre colectivos y personas que provienen de territorios y prácticas diferentes.

La formación/acción es una necesidad clara para los movimientos sociales. No hay acción innovadora sin formación permanente de sus protagonistas. Los escenarios actuales son complejos, hay que conocerlos en profundidad para poder construir líneas de acumulación y enriquecer las prácticas colectivas. El pensamiento crítico sólo puede renovarse a partir del análisis de las realidades donde estamos insertos, apoyándonos en las mejores experiencias para elaborar ideas y propuestas transformadoras.

En un contexto adverso, organizaciones sociales, gobiernos locales y academia fueron capaces de desarrollar acciones colectivas, debates, instancias de formación y acción en el marco de un proceso innovador.

Pablo Anzalone es licenciado en Ciencias de la Educación y fue director de Salud de la Intendencia de Montevideo.