La sindemia global (SG)1 es la retroalimentación de tres epidemias –obesidad, cambio climático (calentamiento global) y desnutrición (por aumento del consumo de alimentos de baja calidad e hipercalóricos)– y constituye un problema central de la humanidad a escala global. En el centro de las tres se encuentran el modelo productivo agroindustrial basado en el sistema mercantil y los métodos de producción basados en la destrucción del medioambiente, sobre todo la desforestación, el uso de pesticidas y antibióticos en la producción agropecuaria y el consumo de combustibles fósiles.

En este contexto, la actual pandemia de covid-19 puede ser considerada una consecuencia focalizada de la sindemia.2 Podemos decir entonces que el problema mayor en la actualidad es la suma de la pandemia de covid-19 a la SG, lo que da lugar a una compleja situación que denominaremos “pan-sindemia”. La pan-sindemia afecta principalmente a los sectores sociales más vulnerados en sus derechos humanos y al acceso a los servicios básicos. Sabemos bien que lo que enferma y mata, más que cualquier pandemia, es la pobreza y la exclusión, ya que las cargas de enfermedad son diferentes de acuerdo a las condiciones de vida y existencia de las personas.

Pan-sindemia en el proceso reproductivo

El embarazo y la crianza, y en general todos los derechos sexuales y reproductivos, se ven seriamente perjudicados por la obesidad, la mala alimentación y el cambio climático (pensemos en las crisis climáticas y en cómo afectan principalmente a las mujeres). La covid-19 no hace más que incrementar las consecuencias de la SG, más que por la infección del SARS-CoV-2 en las embarazadas, por dos motivos. Por un lado, por la recesión económica que está provocando y su carga de pobreza, la mayor en décadas, y por otro, por el empeoramiento y los retrasos en los servicios de atención.

La pan-sindemia amplifica sus efectos en las gestantes de los sectores socioeconómicos más vulnerados en sus derechos, creando las condiciones para que la gestación y la crianza sean de gran riesgo. Se suman y multiplican la discriminación de género, en base al modelo patriarcal hegemónico, la violencia basada en género, que ha tenido un incremento notorio en este período y que a su vez provocó directa o indirectamente un aumento de la carga de estigma y estrés, y todo esto se suma a la pobreza y la inequidad. También la exposición a toxinas ambientales (tanto en el medio urbano como rural) vinculadas al daño medioambiental, los disruptores endócrinos y la presencia de enfermedades hipertensivas e infecciosas, son muchos de los elementos que afectan a la embarazada, y aumentan los riesgos de que los bebés nazcan antes de tiempo –recién nacidos prematuros– o que su crecimiento sea inferior al adecuado –restricción de crecimiento–. Pero el gran problema es que esto es sólo el principio de los problemas.

La transmisión de enfermedades crónicas en contextos de pobreza y exclusión

Tanto en la prematuridad como en la restricción del crecimiento fetal en el contexto de la pan-sindemia, se modifica la expresión de los genes del feto para aprovechar al máximo la energía escasa disponible por el estrés, la desnutrición y las condiciones de inequidad y pobreza. Estas modificaciones permanecerán en la primera infancia y si no hay estímulo para una crianza adecuada se consolidan en la infancia y la adolescencia, incrementando la anemia, la obesidad, el bajo rendimiento escolar y las enfermedades sociosanitarias, como el consumo problemático de sustancias y la violencia. Cuando esos bebés sean adultos, tendrán más chance de tener obesidad, aterosclerosis, infartos, diabetes, etcétera, que se denominan enfermedades crónicas “no transmisibles”. Por lo anterior, la pan-sindemia provocará un impacto en la próxima generación, con un aumento de las enfermedades biológicas, la violencia y la pobreza. Y por supuesto, esto será mucho mayor en los países que crecen, como Uruguay, en base a la maternidad en los sectores más vulnerados en sus derechos, haciendo prácticamente imposible mantener sistemas de seguridad social y salud en el futuro. El proyecto nacional está en cuestión si no se hace algo.

Relacionado con este tema, creemos que debería cambiarse la denominación de “no transmisibles”, ya que el hecho de no ser transmisibles por gérmenes no significa que no sean transmisibles, en este caso por la enfermedad más grave: la inequidad social que lleva a la pobreza y la exclusión de amplios sectores de la población. Estas enfermedades son en realidad enfermedades crónicas socialmente transmisibles, y el patógeno que las provoca es el sistema capitalista, que a la vez de depredar el medioambiente, destruye la dignidad y hace prescindibles a amplios sectores de nuestra especie.

La pan-sindemia: tormenta perfecta y/o oportunidad para caminar

Ya hemos conceptualizado que la pan-sindemia constituye el mayor desafío presente y futuro de la humanidad. Para revertirla son necesarias medidas globales que deben proceder de una presión masiva, basadas en las evidencias disponibles y en propuestas viables.

En lo referente al modelo económico global, es imprescindible desactivar el modelo productivo depredador actual e ir hacia la economía circular y sustentable con el medioambiente. Fácil decirlo, difícil hacerlo, sobre todo por el fenomenal esfuerzo que hace falta para pensar un futuro distinto, desde la comodidad de los erróneos paradigmas actuales.

A nivel político, el dramático dilema del sistema capitalista ante la pandemia es “activación económica” versus “protección de la salud”, o en otras palabras: ¿cuántas muertes evitables son aceptables en beneficio del mercado y los que se enriquecen como en todas las crisis? Cada país, de acuerdo a su sensibilidad y al valor que le da a la vida, lo decide. Hay básicamente tres modelos: en un extremo, el neofascismo, con la máxima neoliberal de “economía mata salud”, expresado por el malogrado Donald Trump y su cipayo Jair Bolsonaro. En el otro extremo, la consigna sería “frenar todo, para volver a arrancar”, como han hecho algunos países del Pacífico, como Nueva Zelanda, e incluso, en alguna medida y con la excepcionalidad del caso, China. Y en el medio, la inestable posición de la mayoría de los dubitativos gobiernos liberales a nivel global.

Frente a esta disyuntiva, como médicos y como ciudadanos, la opción no puede ser otra que defender el valor de la vida; somos provida desde la dignidad de los derechos, somos proderechos.

Sin embargo, no debemos olvidar que las medidas de mitigación son extremadamente riesgosas para la gente, en lo relacionado con la salud mental, la salud sexual y reproductiva, las enfermedades que se vinculan con la mala alimientación y la falta de actividad física.

¿Es irreversible el efecto de la pan-sindemia en el desarrollo de enfermedades crónicas? La respuesta es “no”, el futuro no está escrito y podemos cambiarlo.

Por eso, ya no corre el “quedate en casa” que sólo pueden cumplir las clases acomodadas. Hay que dar un salto cualitativo: debemos promover una política pública de actividad social sostenida y autocontrolada a nivel comunitario, promoviendo el empoderamiento en las resoluciones conscientes y responsables con uno y con los demás. Esto se debe enmarcar en un mensaje solidario coherente y no unilateral. Va de la mano de la exigencia de que el que tiene más ponga más en la crisis, en dirección de que no se tape con caridad la falta de políticas públicas y de que se considere la inversión social como la prioridad del momento. Protección social, renta básica, bonos, son fundamentales para mitigar la pandemia mientras vamos proyectando medidas estratégicas de mitigación de la sindemia, desarrollando, sistematizando y expandiendo la economía circular, los métodos combinados de producción, el cooperativismo, el abandono de agrotóxicos y antibióticos en la producción. Debemos recordar que el problema es el exceso de calorías de mala calidad, no su déficit, por lo tanto, mejorar la calidad del alimento es clave. Este abordaje, en lo táctico de la pandemia –vacuna inclusive, claro está– y en lo estratégico de la sindemia, nos permitirá comenzar a revertir los devastadores efectos de la pan-sindemia.

¿Y qué hay del proceso reproductivo y de primera infancia? ¿Es irreversible el efecto de la pan-sindemia en el desarrollo de enfermedades crónicas? La respuesta es “no”, el futuro no está escrito y podemos cambiarlo. La base biológica es que las modificaciones epigenéticas son reversibles si mejoran la alimentación, la actividad física y las condiciones de vida durante el embarazo, la crianza y más allá en niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Por eso, es posible cortar este círculo con programas de gran alcance que busquen una mater-paternidad responsable para una crianza e infancia feliz y segura. Uruguay tiene experiencia con esto en el programa Uruguay Crece Contigo; hay que reformularla y, a la luz de las evidencias actuales, buscar que las intervenciones durante el embarazo tengan un peso mucho mayor. Para nosotros, humildemente, ninguna política pública es más importante que esta.3

Por último, en el contexto de la pan-sindemia, es clave prepararse para el futuro.

Posiblemente, y de no mediar un cambio dramático en los sistemas productivos destructores del medioambiente, las pandemias llegaron para quedarse. Por eso, hay que adelantarnos y prever que, para tener una respuesta exitosa, además de lograr un nuevo orden económico mundial, se requerirá más Estado, más políticas públicas, más ciencia, tecnología e innovación y mucha más inversión social, porque la vida y la salud es lo primero, y construir un nuevo modelo social, económico y político sigue siendo la utopía.4 De cómo respondamos a esto surgirá, o bien una nueva etapa de derechos humanos (algo parecido a la salida de la Segunda Guerra Mundial) o, por el contrario, se consolidará la inequitativa y depredadora economía salvaje del mercado, basada en el neoliberalismo. Aquí tampoco el futuro está escrito; el futuro que tendremos depende de nosotros y nosotras, y de lo que hagamos aquí y ahora.

Leonel Briozzo es docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, integrante de la Asociación Civil Iniciativas Sanitarias e integrante del comité de ética de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia.


  1. The Global Syndemic of Obesity, Undernutrition, and Climate Change: The Lancet Commission report. 27 de enero de 2019. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1016/S0140- 736(18)32822-8 

  2. Briozzo, L. Origen, impacto sanitario y perspectivas de la pandemia covid-19, en la diaria. Disponible en: https://ladiaria.com.uy/opinion/articulo/2020/4/origen-impacto-sanitario-y-perspectivas-de-la-pandemia-covid-19/ 

  3. Las políticas públicas en embarazo e infancia son prioridad. Leonel Briozzo, 25 de agosto de 2018, en la diaria: https://ladiaria.com.uy/opinion/articulo/2018/8/las-politicas-publicas-en-embarazo-e-infancia-son-prioridad/ 

  4. Para barajar y dar de nuevo, hay que decidir a qué queremos. Leonel Briozzo, 13 de mayo de 2020, en la diaria: https://ladiaria.com.uy/opinion/articulo/2020/5/para-barajar-y-dar-de-nuevo-hay-que-decidir-a-que-queremos-jugar/