Cerrando este año 2020, que ha visibilizado no sólo la necesidad de jerarquizar la salud, sino de garantizar las condiciones subjetivas y materiales de sobrevivencia de todas las personas y los pueblos, vale retomar un tema que parece una utopía, pero que permitiría enfrentar más integralmente las consecuencias de la pandemia, así como de los cambios tecnológicos y las formas del trabajo y la distribución de la riqueza en las sociedades.

La realidad es más porfiada que las ideas. No sólo la creciente vulnerabilización de sectores que no tienen ingresos formales y las desigualdades e inequidades estructurales reclaman dar un paso más en la concepción del Estado social. Es el propio paradigma republicano y democrático que está en entredicho cuando no se asegura el derecho a la sobrevivencia a las personas en una sociedad.

Sabiendo que ello no puede ser de un día para el otro, se requiere asumir procesos de corto, mediano y largo plazo que den consistencia a una propuesta “filosóficamente deseable y económicamente viable”, como planteamos en el artículo “Renta básica universal, emancipación y Estado social frente a cambios de paradigmas”.

Mirando hacia 2021 en Uruguay, si se quiere a la vez ser eficiente y garantizar derechos en el mediano plazo, se debería contemplar proporcionar ingresos para la sobrevivencia y hacer más abarcativa la condición republicana para todas las personas en nuestro territorio, consolidando una Renta Básica de Emergencia.

Y este es parte del debate hoy en nuestro país y la región. Las cosmovisiones ideológicas basadas en la idea meritocrática e individualista de la satisfacción de necesidades y no en los derechos de las personas, como el supuesto de que el trabajo es fruto del capital y no a la inversa, llevan a mantener la idea de que el acceso a los recursos está fundamentalmente condicionado por la iniciativa y el esfuerzo. Esto no visibiliza variables clave, como el contexto social de las personas y las herencias que permiten la acumulación de capital. Parte de lo que hay que visibilizar en nuestro país y en la región es cómo se ha ido construyendo y se construye lo que posibilita o no el ejercicio real de la libertad en igualdad, no sólo jurídica sino material.

Hoy es necesario debatir sobre qué da sostenibilidad y aumenta la libertad para todas las personas en nuestra democracia y la igualdad republicana básica en lo material, así como poner bajo sospecha las ideas de eficiencia en el corto plazo que no asumen los impactos económicos de mediano y largo plazo que terminarán haciendo que la sociedad, a través del Estado, deba asumir los costos de la crisis de la pandemia. La libertad individual no puede ser presentada como un imaginario abstracto, sino de autonomía real.

Asimismo, cómo las organizaciones sociales perciben este tema es clave para lograr un proceso de acumulación hacia una sociedad más democrática y republicana, es decir, más libre e igualitaria. Por eso en este marco, el 26 de noviembre se realizó el sexto Diálogo Global Virtual con la participación de expertos, representantes de la sociedad civil organizada y la academia de Uruguay, con el apoyo de la Red Latinoamericana por la Renta Básica Universal, la Red Iberoamericana de Estudios del Desarrollo y el Centro de Investigación y Promoción Ecuménico OBSUR.

Respecto del planteo realizado por las redes temáticas de la Universidad de la República en Estudios del Desarrollo y la de Renta Básica (RBU), el economista Daniel Raventós compartió durante el encuentro que se podría comenzar por una Renta de Emergencia para ir a largo plazo hacia una reforma del Estado social. Desde una perspectiva republicana sostuvo, como decíamos al comienzo, que en la medida en que no se garanticen las condiciones básicas de subsistencia, la libertad pasa a quedar meramente en el plano formal y solamente es real para quienes tienen los medios materiales para concretarla.

Se debería contemplar proporcionar ingresos para la sobrevivencia y hacer más abarcativa la condición republicana para todas las personas en nuestro territorio, consolidando una Renta Básica de Emergencia.

En este Diálogo Global el economista catalán se centró en tres discusiones fundamentales para entender esta herramienta, que no es sólo política social. Estas son, en primer lugar, las principales diferencias en los planteos que defienden la implementación de una RBU por parte de algunos autores y movimientos de derecha frente a los planteos de la izquierda. Algunos de los puntos tienen que ver con el rol que la RBU debe tener (o no) en la distribución del ingreso. Esto, por lo tanto, implica mecanismos de financiamiento diferentes: la izquierda propone una reforma fiscal con una redistribución del ingreso de los más ricos al resto de la sociedad. En segundo lugar, la izquierda realiza una defensa del Estado de bienestar en general, en especial del rol en el dominio de la provisión de educación y sanidad pública, mientras que las propuestas de derecha (como la de Charles Murray) pretenden implementar una RBU para desmantelar el Estado de bienestar. Otros de los puntos se centran en la defensa por parte de la izquierda del rol del Estado, que debe interceder para impedir que el mercado y los grandes poderes privados impongan su voluntad a los estados, atacando a la libertad de la mayoría.

Por otro lado, Raventós analizó la resistencia frente a esta herramienta de muchos sindicatos en todo el mundo y contestó los argumentos que plantean. Una de las hipótesis es que al aumentar el poder de negociación individual fruto de la existencia de una RBU, los sindicatos perderían fuerza, ya que fomentaría las soluciones individuales reduciendo la capacidad de negociación colectiva.

Si bien aumenta el poder de negociación individual, no significa que sea en detrimento del poder de negociación a nivel colectivo. Tal es el caso de una huelga general prolongada en que la existencia de una RBU podría oficiar de una caja de resistencia. Por su parte, algunos sindicatos revelan un temor a que sirva de pretexto para desmantelar el Estado de bienestar, y esto, como se mencionó, depende del enfoque de justicia social que se persiga a la hora de su implementación. Esto es explícitamente revelado en las propuestas de economistas y escuelas de derecha, pero no se corresponde con las propuestas de la izquierda, que plantean la necesidad de fortalecer el Estado de bienestar para que articule con la RBU. A su vez, algunos sindicatos manejan la posibilidad de que el sector empresarial haga presión para reducir los salarios, ya que con la RBU estaría cubierto parte del salario. Dado que incrementa el poder de negociación de trabajadores y trabajadoras, no se esperaría ese “efecto no deseado”. A su vez, la implementación de la RBU no se opone a la cultura del empleo, hegemónica en el mundo sindical. Sin embargo, propone desvincular del empleo la existencia de los derechos de las personas y su existencia material.

Como último tema, Raventós planteó las diversas posturas feministas frente a la RBU, haciendo especial énfasis en el tema de los cuidados. Vale recordar al respecto el artículo “Pertinencia de una renta básica universal en América Latina en tiempos de pandemia”.

Si bien es claro que no resuelve todos los problemas relacionados con la división sexual del trabajo, la RBU genera mayor independencia y libertad para las mujeres, lo que deriva directamente en un aumento en el poder de negociación en el mercado laboral, así como en los hogares, mejorando su posición ante situaciones de abuso y violencia basada en género.

Por otro lado, brinda la posibilidad de escapar de la “trampa de pobreza” que pueden generar los subsidios condicionados.

Algunos enfoques feministas contrarios a la RBU mencionan que existe un riesgo de esta política, ya que podría reforzar los roles heteronormativos, desestimulando a las mujeres a trabajar asalariadamente. Raventós insiste en dejar de ver el trabajo asalariado como fuente de emancipación de la mujer.

Respecto de los temas de infancia, condición racial o sexual, discapacidad, personas que han sido privadas de libertad y salud mental, el economista fundamentó las externalidades positivas que implicaría la implementación de una RBU.

2021 será un año bisagra para ampliar la democracia y la República, o para retroceder. No hay determinación sino necesidad de decisiones y voluntad política, y hay mucho en juego para los que casi siempre pierden en la historia.

La economista Chantal Boulay y el filósofo y cientista político Nelson Villarreal son integrantes de la Red Temática de Renta Básica Universal de la Universidad de la República.