Este 5 de febrero se conmemora el 49° aniversario de la fundación del Frente Amplio, pero cabe recordar que el proceso de su formación fue anterior a esa fecha. En definitiva, aquel 5 de febrero no fue más que el símbolo de la cristalización de un proyecto que en contra de todo pronóstico, en una época especialmente dura en la historia de nuestro país, terminó por hacerse efectivo, no sin críticas, reveses, acusaciones e incomprensiones que fueron pavimentando el largo y arduo camino de la unidad del campo popular.

Nuestra historia comienza en 1968, en pleno auge de las medidas prontas de seguridad del gobierno legal, aunque autoritario, del entonces presidente colorado Jorge Pacheco Areco, cuando el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y su líder Juan Pablo Terra llaman a la unidad de las fuerzas progresistas del país, pero encuentra su etapa de mayores avances y realizaciones a partir de la segunda mitad del año 1970. Para la reconstrucción de esta historia desde la óptica democristiana (gran vacío en nuestra historiografía nacional) se recurrió a las fuentes periodísticas de la época (Marcha, El Popular, Ya, Flecha), los documentos oficiales del PDC y de su presidente Juan Pablo Terra1, así como entrevistas y testimonios de dirigentes y militantes del período.

La promoción de la idea frenteamplista

El 23 de junio de 1968, exactamente diez días después del decreto del Poder Ejecutivo que implantaba las Medidas Prontas de Seguridad, el PDC, a través de su presidente, el diputado Juan Pablo Terra, emitía un mensaje por radio y televisión. Allí se realizaba un diagnóstico de la situación nacional y se formulaban dos propuestas. Juan Pablo Terra afirmaba que, lejos de tratarse de una situación transitoria, de excepción, se estaba frente a una profunda crisis económica y política, estrechamente vinculada al vaciamiento e incapacidad de los partidos políticos tradicionales para encontrar soluciones a dicha crisis. Proponía, para superarla, primero la convocatoria a elecciones anticipadas, en las que la ciudadanía resolviera sobre el dilema autoritarismo–democracia, entre una fórmula regresiva o progresista para enfrentar la crisis socioeconómica. La segunda propuesta refería a la necesidad de organizar un frente de partidos y sectores que se opusieran al desborde del autoritarismo pachequista. Un frente opositor, sin exclusiones, no sólo con los grupos de la izquierda clásica, sino necesaria y fundamentalmente con los sectores progresistas de los partidos tradicionales. En ese sentido, se preguntaba Juan Pablo Terra: “¿Es o no posible en esta grave emergencia nacional unirse en torno a un programa mínimo común, sumar los esfuerzos para proponer y sostener una alternativa distinta de política? Es decir, los que discrepamos con la línea actual, ¿somos capaces de formular un programa mínimo común y unir nuestros esfuerzos para defender y sostener la sustitución de la actual política por una distinta? Porque si nos siguen viendo totalmente dispersos, ineficaces para sostener una política diferente, el público puede creer que no hay salida ninguna, y que seguiremos de elección en elección rotando los grandes partidos en el gobierno hasta la destrucción total. Y el país no soporta mucho tiempo más este camino” (“Mensaje del PDC” -Cadena de Radio y Televisión-; 23 de junio de 1968).

Luego de realizado este llamamiento, entre el invierno de 1968 y el invierno de 1970, el PDC llevó adelante distintos contactos a nivel político, así como llamados desde la prensa (recopilados muchos de ellos en el libro Del Pachequismo al Frente Amplio de Juan Pablo Terra), para la concreción del frente opositor. En un reportaje en Marcha del 16 de octubre de 1970 titulado “Crisis, dictadura y respuesta popular” (pp. 13 y 24) Juan Pablo Terra dejaba constancia de los grupos con los cuales contactó para la formación de un frente opositor: “Con el orientado por el senador Vasconcellos, con la lista 99, la 51, el sector del senador Rodríguez Camusso, Pregón (cuyo representante en el senado es la doctora Alba Roballo), con algunos dirigentes políticos sin representación parlamentaria, con el FIDEL, con el Socialismo que se agrupa en torno a “El Oriental” (hablamos con los doctores José Pedro Cardozo y José Díaz), con el Movimiento Socialista (Eduardo Jaurena, Angel Valdéz, etc.), con el Movimiento de Rocha, es decir, tratamos de conversar con todos los sectores que se han definido en una actitud contraria a la línea del gobierno Pacheco. También conversamos con personalidades (como el general Seregni, el doctor Quijano, etc.). Y aunque las entrevistas no estén concluidas tenemos un panorama bastante completo de la situación”2.

Con muy poco éxito en un principio, sin mayores apoyos, fue tanta la insistencia a lo largo de esos tres años por parte del PDC (sus dirigentes, militancia, y especialmente su juventud -JDC-), así como el agravamiento de la crisis institucional por el gobierno autoritario de Pacheco, que hacia 1970 se va a ir tornando viable el desprendimiento de sectores progresistas de los partidos tradicionales, contando con el apoyo decidido de grupos intelectuales de izquierda como los que rodeaban al semanario Marcha, y la participación de la izquierda marxista. En ese proceso, resultó de fundamental importancia la posición de los dirigentes de la 99 en comenzar a tratar la desvinculación del Partido Colorado en el invierno de 1970.

La Comisión Nacional del PDC, reunida el 22 de febrero de 1970, emitió una Declaración reiterando el llamado de 1968 convocando a la formación de un “Frente Amplio” opositor. La Juventud Demócrata Cristiana, por su parte, en su 5º Congreso, cerrado el 14 de marzo del mismo año, hizo lo propio. Un día antes, desde las páginas de Marcha se elevaba la pregunta: “¿Por qué no se unen las fuerzas opositoras?”. En una nueva reunión de la Comisión Nacional del PDC, el 28 de junio de 1970, se insistió en el llamado a una coalición. La Convención de julio lo ratificó, dejando vacante la candidatura a la presidencia, con el objetivo de lograr concretar el frente opositor. En setiembre, la JDC publica: “Frente Amplio para unir al pueblo”. A partir de ese momento termina la etapa de propuesta frenteamplista, para comenzar la de su fundación.

Una de las características que hizo prácticamente único en el mundo de la Guerra Fría el experimento político “Frente Amplio” fue la relación (tensa pero eficaz) entre el marxismo y el cristianismo, históricos adversarios.

La fundación del Frente Amplio

En la Comisión Nacional del PDC del 3 y 4 de octubre de 1970 se autoriza a la dirección del Partido a profundizar los contactos con los dirigentes del Movimiento por el Gobierno del Pueblo, lista 99 y de otros grupos políticos para establecer un primer agrupamiento a partir del cual seguir negociando en vistas al objetivo de un Frente Amplio sin exclusiones, abriendo el lema. La respuesta del FIDEL fue positiva, la de los otros grupos un tanto dubitativa3.

Este proceso de negociaciones y acuerdos se vio fortalecido por la declaración de un conjunto de personalidades independientes publicada el 7 de octubre en Marcha, firmada entre otros por intelectuales como Óscar Bruschera, militares retirados progresistas como el Gral. Arturo Baliñas, y representantes del mundo sindical como Héctor Rodríguez. Allí reafirmaban la necesidad de un acuerdo sin exclusiones (como ya lo venía planteando el PDC) entre todas las fuerzas populares, estableciendo un programa común para superar la crisis estructural, y el restablecimiento de las libertades individuales y sindicales. También se hacía hincapié en la construcción de instancias de coordinación y disciplina indispensables para la efectiva unidad de acción de los grupos que formaran el frente, ya que sólo respetando y haciendo respetar lo pactado, el programa, se podía pensar en la viabilidad del proyecto. Al mismo tiempo brindaba su apoyo a las gestiones que ya se venían haciendo para lograr una coalición de partidos, y manifestaba su deseo de colaborar para esos fines. Evocando dicha declaración, afirmaba Bruschera: “No fue solo un manifiesto, sino el alumbramiento de un movimiento que, por medio de mesas redondas, en Montevideo y en el Interior, donde todos los grupos frentistas volcaron su apoyo y su militancia, obtuvo una ancha participación popular, y además coadyuvó, y a veces trabó (sin quererlo) las gestiones desarrolladas a nivel de los partidos políticos”4.La prédica de Bruschera desde las columnas de Marcha a favor de la formación de un Frente Amplio opositor es prácticamente simultánea a la de Juan Pablo Terra. Desde el año 1968 marcaba esa línea. Ésta y otras coincidencias importantes que se irán sucediendo en esos años entre el historiador y periodista (de origen y carácter independiente) y el Partido Demócrata Cristiano lo llevarán a formar parte de la Coalición 808 de cara a las elecciones de 1971.

A fines de octubre se llevó a cabo un acto de la lista 99 que significó todo un pronunciamiento a favor de la integración a un frente opositor.

Las negociaciones continuaron tanto desde el PDC como desde el comité de independientes, y el proceso se abrió a toda la ciudadanía con mesas redondas por todo el país, con una adhesión popular considerable y la información, opiniones y declaraciones que se vertían a través de la prensa, especialmente en “Marcha” y también en “Ya” y “El Popular”.

Desde la prensa, el 17 de noviembre de 19705, Juan Pablo Terra marcaba el rumbo que pretendía seguir el PDC: ante la inminencia del desprendimiento oficial de la lista 99 del Partido Colorado, así como del grupo de Rodríguez Camusso del Partido Nacional y otros, se proponía formar con ellos una fuerza política nueva (al decir de Oscar Bruschera, un “polo no marxista”), estrategia que a la hora de pensar el diseño del Frente Amplio no era nada menor. Al respecto, Juan Pablo Terra realizaba dos precisiones: primero, no se trataba de disolver al partido en la nueva fuerza, sino de lograr una unión política, electoral y programática coherente, manteniendo siempre la identidad demócrata cristiana; segundo, esto no podía ser el fin de los esfuerzos frenteamplistas. A partir de la constitución de este primer agrupamiento se debía apelar a la integración de un espacio mayor con otras fuerzas de distintas ideologías. Esa sería la segunda etapa, la del Frente Amplio propiamente dicho. Aclaraba en ese sentido: “un frente es una coalición de fuerzas políticas que muchas veces mantienen diferencias importantes, a veces en su filosofía, a veces en su visión de lo que ha de ser la sociedad futura. Pero el frente es posible cuando esas fuerzas son capaces de coincidir en una serie de soluciones en un período concreto de la vida del país; cuando son capaces de articular su actuación en distintos terrenos al servicio de esos objetivos; cuando son capaces de acordar en común un programa de puntos y el respaldo a ciertas candidaturas nacionales, aunque mantengan su propia identidad, sus propagandas y sus propias representaciones parlamentarias”6. A esto agregaba, el 30 de noviembre, a pocos días de los desprendimientos decisivos de los partidos tradicionales: “No se trata de una unidad popular a la chilena ni de un frente de izquierda. Es un Frente Amplio en función de los objetivos primarios: derrotar a la dictadura y la oligarquía, concretar un nuevo camino de salida para el país. Se propone unir a todos aquellos que coincidan ante todo con un programa de soluciones nacionales, populares y democráticas para el Uruguay de hoy. A ningún sector se le pide que renuncie a su ideología y a su vocación de realizar en el futuro su propia concepción de la sociedad nacional. Se trata de concretar las coincidencias y la voluntad política para ascender al poder en la década y realizar los cambios indispensables que sean punto de encuentro para la mayoría de los uruguayos”. Insistía en la necesidad de incluir a todo grupo político comprometido en dichos preceptos, sabiendo que a mayor número de voluntades sería mayor la eficacia y la viabilidad de la herramienta política que estaba por nacer. A su vez, afirmaba que “el PDC no llegará al Frente Amplio con las manos vacías, sino aportando su Plan de Soluciones aprobado por su última Convención Nacional, su organización, sus hombres, su lema y más allá de todo esto la decisión de realizarlo”7.

Los días 4 y 5 de diciembre de 1970, el Congreso Nacional de delegados de la lista 99 decidió finalmente la desvinculación oficial del Partido Colorado, y la voluntad de integrarse al Frente. Al mismo tiempo el PDC confirmaba sus posiciones, en particular que el Frente sería sin exclusiones. Se pensaba en definir unas bases programáticas mínimas, pero fundamentales, a partir de las cuales hacer un llamado abierto para la incorporación de todos aquellos grupos políticos que adhirieran a ese rumbo. El 7 de diciembre, el Movimiento Blanco Popular y Progresista (MBPP) abandonaba el lema Partido Nacional. El día 15 se emitía una declaración conjunta “Por un frente sin exclusiones” firmada por el PDC, el Movimiento por el Gobierno del Pueblo (lista 99) y el MBPP. El 18 y 19 de diciembre, en la asamblea llevada adelante en el Club Platense, la Convención Nacional del PDC confirmó la posición definitiva del Partido. A partir de allí la acción fue conjunta con la 99. Se acordó la constitución del Frente del Pueblo el 8 de enero de 1971, con su declaración de principios, y un llamado para la reunión del 5 de febrero en el Palacio Legislativo, fecha de nacimiento del Frente Amplio como tal. En esa declaración, con sus 12 puntos programáticos se definió qué tipo de Frente se quería. Y cada grupo o sector estuvo en total libertad, concordando con dichos puntos, de integrarlo.

El 5 de febrero de 1971, a las 11 horas., en la antesala de la Cámara de Senadores, se firmaba el acta fundacional del Frente Amplio compuesto por las siguientes agrupaciones políticas: Partido Demócrata Cristiano, Movimiento por el Gobierno del Pueblo, Movimiento Blanco Popular y Progresista, FIDEL, Partido Comunista (el “Grupo de los Cinco”, protagonistas fundamentales del proceso de negociación que dio nacimiento al Frente Amplio), Partido Socialista, Movimiento Socialista, Grupos de Acción Unificadora (GAU), Movimiento Herrerista (lista 58), Partido Obrero Revolucionario, Movimiento Revolucionario Oriental, y el Comité Ejecutivo Provisorio de los independientes (los del comunicado del 7 de octubre de 1970). Más adelante se sumarán el Movimiento Pregón “Julio César Grauert”, Doctrina Batllista, Movimiento Integración (desprendimientos del Partido Colorado); Acción Popular Nacionalista, Patria y Pueblo (desprendimientos del Partido Nacional); la Unión Popular, el Partido Revolucionario de los Trabajadores, la Organización Nacional de Independientes, y el Movimiento 26 de marzo.

Nacía entonces una alternativa política. Una expresión profundamente democrática, pluralista, progresista, nacional, anti-imperialista, pacífica y pacificadora (al decir de Seregni), capaz de aglutinar tradiciones políticas de las más distintas procedencias, fenómeno sin parangón en la historia del país, por intermedio de acuerdos y medidas básicas e impostergables.

A la Declaración Constitutiva del 5 de febrero de 1971 siguieron las Bases Programáticas de la Unidad del 17 de febrero, el Reglamento de Organización del 16 de marzo y las 30 primeras medidas de gobierno del 25 de agosto. Todos estos documentos representan la síntesis de grandes discusiones entre los distintos partidos y grupos políticos que formaban la coalición, como no podía ser de otra manera, al tratarse del diálogo entre fuerzas políticas con matrices ideológicas tan diversas.

Factores que hicieron posible el Frente Amplio

¿Qué hizo posible el diálogo interpartidario? En primer término, coincidencias fundamentales en el diagnóstico de la situación del país: de la crisis estructural de la economía y sus efectos sociales; del caos institucional; de la pérdida de libertades civiles y garantías legales; de las decisiones gubernamentales profundamente anti-populares. Y junto con los diagnósticos, la acción. Los años de la resistencia y enfrentamiento al gobierno de Pacheco fueron fértiles en puntos de encuentro, en experiencias compartidas de colaboración y lucha en diversos ámbitos de la sociedad, en particular de los trabajadores y estudiantes, en posicionamientos comunes en el Parlamento, etc. El enfrentamiento al pachequismo operó como un catalizador para la unidad de las fuerzas progresistas del país.

Otro elemento clave en la cristalización del Frente Amplio como realidad puede encontrarse en la estatura intelectual, peso político, madurez y visión de sus líderes fundacionales. Difícilmente una época pueda dar políticos e ideólogos de la dimensión de Rodney Arismendi y Juan Pablo Terra, o líderes con el carisma, el “fuego sagrado”, de Zelmar Michelini. Sin duda, configuraron ellos tres y sus organizaciones el trípode fundamental sobre el que se levantó el Frente Amplio como estructura política. Cabe a su vez destacar la importancia de contar luego con un candidato de las características del Gral. Líber Seregni, un hombre con profundas convicciones democráticas y un liderazgo, en ese momento en construcción, con una indudable proyección de futuro (el mérito de proponer a Seregni como candidato frenteamplista corresponde a Zelmar Michelini, quien lo conocía muy bien desde su militancia dentro del Partido Colorado).

Sostenía Oscar Bruschera sobre el origen del Frente Amplio: “En resumidas cuentas, la idea, y su impulso inicial, fue del PDC. El apoyo de los independientes (grupo de Marcha, que además contaba con la influencia del semanario más prestigioso del país), los desprendimientos de la 99 (del Partido Colorado) y del Movimiento Blanco Popular y Progresista (del Partido Nacional), y la participación de los sectores de la izquierda tradicional (sobre todo el FIDEL) hicieron posible, por el esfuerzo que de consuno todos realizaron, que pudiera plasmar un pensamiento y un plan que, nadie puede dudarlo, tiene muy grandes perspectivas de futuro”8. Siguiendo la misma línea, en una entrevista muy posterior (año 2009), el histórico dirigente socialista José Díaz afirmaba: “Si ponemos en la balanza, creo que hay un gran equilibrio en lo que aportó la izquierda histórica por un lado, el PDC por otro y los desprendimientos de los partidos tradicionales. Esa triple conjunción fue fundamental…”.

Una de las características que hizo prácticamente único en el mundo de la Guerra Fría el experimento político “Frente Amplio” fue la relación (tensa pero eficaz) entre el marxismo y el cristianismo, históricos adversarios, transformados por las fuerzas de la historia en el Uruguay de fines de los años 60 y principios de los 70 en aliados. El diálogo entre ambas corrientes ideológicas, especialmente a nivel continental y nacional, en esos años agitados permitieron el acercamiento de todo el arco político opositor al gobierno represivo de Pacheco Areco y la conformación de una realidad política nueva que pudiera comenzar a poner en entredicho nuestro histórico sistema político bipartidista, a través de una opción sólidamente democrática, progresista, nacional y anti-imperialista: el Frente Amplio.

Julio Ilha López es docente de Historia y militante demócrata cristiano


  1. Conservados en el archivo del Instituto Humanista Cristiano Juan Pablo Terra, y disponibles muchos de ellos también por la destacada labor del histórico militante Guillermo Font, creador del sitio web vecinet: http://www.chasque.net/vecinet/framplio.htm

  2. Cuadernos de Marcha Nº 46 “Frente Amplio”; Febrero de 1971 – pp. 45-49. 

  3. “El PDC y las Raíces del Frente” en Cuadernos de Marcha Nº 47 “Frente Amplio. Cristianos y marxistas”; marzo de 1971 – pág. 16. 

  4. Bruschera, Oscar: “Las décadas infames. Análisis político 1967-1985”; Ed. Linardi y Risso; Montevideo, 1986 – pág. 72. 

  5. Flecha Nº 39; “Esta verdad del Frente Amplio”. 

  6. Terra, “Del Pachequismo al Frente Amplio” - p. 140. 

  7. Íbidem; Ob. Cit. – pág. 143. 

  8. Bruschera, Oscar: Ob. Cit. – pág. 73.