La transición que debemos comenzar a diseñar e implementar luego de la contención de la ola de contagio demanda la superación de una serie de configuraciones sistémicas adversas que pueden instalarse. El presente artículo introduce algunos aspectos básicos a considerar.

En el primer artículo publicado en este medio reflexionamos sobre el rol de la diversidad, la redundancia y el liderazgo en la dinámica de sociedades, así como en la capacidad de transitar crisis o anticiparse a ellas.

La diversidad de perspectivas u opciones frente a un problema no plantea mayores dificultades de comprensión y aplicación. De hecho, es algo que tenemos habitualmente incorporado, por ejemplo, en consejos simples como “no poner todos los huevos en una canasta”. Respecto de la redundancia, también la aplicamos diariamente en múltiples situaciones cotidianas, por ejemplo, al disponer de un generador de electricidad en caso de que se produzca un corte en la red de suministro de energía eléctrica. Sin embargo, el accidente ocurrido en la central nuclear de Fukushima (asociado al último gran terremoto y tsumani en Japón, en 2011) brinda importantes lecciones a incorporar en el análisis de la redundancia. Las distintas alternativas de enfriamiento del reactor nuclear dependían de dos únicas fuentes de energía: el suministro eléctrico habitual y el respaldo de un generador diésel. El impacto del tsunami inhabilitó el uso de esas dos fuentes de energía de forma simultánea, lo que dejó sin alternativas de enfriamiento al reactor. Este ejemplo ilustra sobre evaluar cuidadosamente el número de alternativas u opciones de que realmente disponemos.

En los días pasados, hemos sido testigos de la necesidad urgente de buscar soluciones que permitan contar con sistemas de suministro de aire para pacientes hospitalizados en cuidados intensivos. Algunas de estas alternativas utilizan dispositivos muy sencillos, como respiradores manuales (de uso habitual en emergencias) acoplados a dispositivos mecánicos básicos. En este contexto, conocimos el dispositivo presentado por el doctor Roberto Canessa, que podría ser muy efectivo, incluso si fallara el suministro eléctrico general o de respaldo.

El liderazgo tiene múltiples dimensiones y aristas, que iremos analizando en la presente y las siguientes entregas. En este marco, proponemos reflexionar sobre un atributo clave que está presente en la dinámica de cualquier sistema complejo, como es el caso de los sistemas socioecológicos (sociedades humanas + ambiente). Hablamos de la conectividad, atributo que contempla las interacciones que se producen entre todos los componentes del sistema y los consecuentes intercambios de materiales, energía e información.

En los sistemas socioecológicos se observan dos configuraciones adversas, denominadas trampas de rigidez y trampas de pobreza. En las trampas de rigidez, todos los componentes esenciales del sistema se encuentran totalmente conectados. En algunos aspectos, esta configuración representa una amenaza importante que disminuye sustancialmente la capacidad de resiliencia. El ejemplo más simple y actual es la propagación de una enfermedad viral a nivel mundial debido al transporte aéreo masivo y traslado de personas.

En otras dimensiones puede resultar más difícil de comprender o puede requerir una aclaración explícita. Si el ámbito de análisis y de gestión de la crisis actual generada por la covid-19 involucra a un grupo de personas muy conectadas, pero con una reducida diversidad de perspectivas o puntos de vista, se configura una clásica trampa de rigidez. Esta presenta graves dificultades para detectar o anticipar la aparición de nuevos problemas. Además, suele contar con un portafolio muy limitado de alternativas o salidas a explorar. Para quienes deseen profundizar en este tema, hemos seleccionado un conjunto acotado de lecturas recomendadas (ver final del artículo).

En la crisis que navegamos surge otra configuración adversa que debemos evitar o tratar de superar: las trampas de pobreza. En este caso, los actores y agentes claves no están conectados, o bien falta alguno de ellos.

Las medidas adoptadas para contener la ola de contagio son relativamente simples en comparación con el diseño de la transición que tenemos por delante.

En la actualidad se observan enormes cambios en los sistemas de suministro de alimentos y su comercialización. La incorporación del servicio de entregas a domicilio es una buena alternativa que puede reducir sustancialmente la ola de contagio, siempre y cuando las personas que cumplen esta función no sean portadores asintomáticos del SARS-CoV-2. Este riesgo potencial se podría superar si contamos, en el menor plazo posible, con una mayor capacidad de detección del virus, particularmente en aquellas actividades vinculadas a aspectos fundamentales para la sobrevivencia y el bienestar, por ejemplo, la provisión de alimentos y la atención sanitaria.

Un aumento sustancial en nuestra capacidad de análisis y detección del virus implica una multiplicidad de desafíos y problemas a resolver, que comienzan en el laboratorio, continúan en la recolección y procesamiento de las muestras y culminan en la comunicación y gestión de la información. La limitación de recursos y tiempo, así como el reporte de la cantidad diaria de contagios y muertes, pueden llevar a la desesperación y a elaborar análisis bienintencionados, pero parciales o fragmentados, que impiden tener una visión de conjunto y la articulación de acciones. El manejo de las trampas de pobreza y su superación constituyen el principal desafío a enfrentar en el presente, pero también en el corto y mediano plazo. La reactivación acarreará múltiples trampas de pobreza a superar, en las que el Estado y la capacidad de autoorganización de la sociedad jugarán un papel fundamental para completar la red de actores, agentes y sus interacciones.

En la actualidad observamos demostraciones de enorme solidaridad, creatividad y entusiasmo para colaborar y superar la difícil situación, que requiere articulación y orientación. Las ollas populares permiten superar un problema básico, la alimentación de sectores que han perdido su sustento económico. Sin embargo, resulta fundamental brindar apoyo y orientación en diversos aspectos organizacionales que limiten la propagación del virus. Nuevamente, una capacidad masiva de detección del virus constituye el primer paso. Probablemente se necesiten programas especiales de distanciamiento físico para quienes participan directamente en la organización y mantenimiento de las ollas populares.

Las medidas adoptadas para contener la ola de contagio son relativamente simples en comparación con el diseño de la transición que tenemos por delante. Los desafíos son muy numerosos y diversos; tendremos más capacidad de superarlos si contamos con capacidad de imaginación, creatividad, colaboración y articulación. Nunca más presente y oportuna la frase insigne que acompañó al semanario Marcha por muchos años: “Navigare necesse est, vivere non est necesse”.

Gabriela Bardecio, Ana Fierro, Néstor Mazzeo, Fiorella Polcaro y Manfred Steffen integran el Instituto SARAS.

Lecturas recomendadas

  • Barret, CB, Garg, T, McBride, L, 2016. Well-Being Dynamics and Poverty Traps. Annu. Resources Economic 8: 303-27

  • Carpenter, SR, Brock. WA, 2008. Adaptive capacity and traps. Ecology and Society 13(2): 40.

  • Gunderson, LH, Holling, CS (eds.), 2002. Panarchy: Understanding transformations in human and natural systems. Washington, DC: Island Press.

  • Maru, YT, Fletcher, CS, Chewings, VH, 2012. A synthesis of current approaches to traps is useful but needs rethinking for indigenous disadvantage and poverty research. Ecology and Society 17(2): 7.

  • Walker, BH, y Salt, D, 2006. Resilience Thinking: Sustaining Ecosystems and People in a Changing World. Washington, DC: Island Press.