Actualmente, el mundo entero se encuentra en una situación excepcional debido a la pandemia ocasionada por la covid-19. Miles de millones de personas están aisladas por medidas de protección obligatoria o recomendada en todos los continentes. Este acontecimiento inusual provoca diversas reacciones y sentimientos negativos. El confinamiento afecta a las personas de diferentes generaciones y condiciones socioeconómicas. Sin embargo, las consecuencias no son todas negativas. Esta situación ha generado acciones de solidaridad para cubrir diversas falencias entre las personas más necesitadas. A su vez, se ha apelado a la creatividad y al ingenio como método de expresión y comunicación, mediante diversas propuestas artísticas y culturales, solidarias e integradoras. Conciertos virtuales, acceso a producción audiovisual, concursos y convocatorias, además de un sinfín de propuestas educativas para todas las edades, han colaborado para generar un clima de cierta normalidad en todo este caos. El confinamiento a su vez ha incentivado la reflexión sobre diversos temas, abstractos y específicos. Desde las consecuencias que tendrá esta pandemia en el sistema económico mundial hasta la importancia de diversas profesiones vinculadas a la educación o la salud. Nada ha quedado fuera del análisis crítico, incluso el rol protagónico de las expresiones artísticas/culturales y sus variados productos.

En estos días he leído un par de artículos en medios de prensa y blogs especializados –La Nación, La Vanguardia, ABC, NodoCultura–, sobre la situación de los museos luego de la pandemia. En general, se prevé una situación de retorno compleja para los grandes museos del mundo. En primer lugar, se considera que el flujo de visitantes caerá radicalmente debido a la disminución del turismo, provocando enormes pérdidas económicas para estas instituciones. La cuestión es que los grandes museos del mundo manejan cifras millonarias, principalmente en la venta de entradas. Según el artículo de La Nación, el Museo Nacional del Prado (Madrid, España) recaudó 19,4 millones de euros en 2018. Lo mismo sucede en Estados Unidos: según Laura L Lott, presidenta y directora ejecutiva de la American Alliance of Museums, los museos de ese país pierden al día 33 millones de dólares.

Los profesionales y encargados de estas instituciones están preocupados porque la pandemia provocará una crisis en el modelo actual. Por ejemplo, consideran muy complejo que en un futuro cercano se pueda crear grandes y magníficas exposiciones temporales de corta duración, alto costo presupuestal y obras en préstamo, que atraen la atención puntual de millones de personas. Por otra parte, se cree que los museos se verán afectados, ya que la situación actual modificará diferentes pautas sociales, provocando que muchas personas eviten concentrarse en lugares cerrados durante varias horas. Como bien sabemos, es usual hacer fila y tener que aglutinarse para ver determinadas obras de arte en los grandes museos europeos –La Gioconda en el Museo del Louvre como claro ejemplo–.

Los especialistas y encargados de museos han sido entrevistados sobre estos temas. Pepe Serra, director del Museo Nacional de Arte de Cataluña, considera que “esta crisis es una lección sobre la fragilidad de un modelo de capitalismo”. Es que, como dicen Joan Santacana y Xavier Hernández en su libro Museología crítica, con el objetivo de atraer más visitantes, los museos se han uniformizado mediante recetas similares. En el afán de competir con otros espacios de entretenimiento y ocio, muchos han tomado características de grandes centros comerciales, convirtiéndose incluso en marcas mundiales con sedes en varias partes del mundo –Louvre, Pompidou y Guggenheim como ejemplos–. Esta homogenización se ha efectuado a costa de las características locales y específicas, según estos autores. Sin embargo, ante la falta de visitantes los museos deberán reinventarse, siendo una “oportunidad para ahondar en la sostenibilidad de los museos, para la mejor preservación de los bienes y mejor calidad de la experiencia de los ciudadanos”, dice Pilar Fatás, directora del Museo Nacional de Altamira.

¿Cómo será el museo del futuro?

Hacia mitad del siglo XX, luego de la Segunda Guerra Mundial, la reflexión crítica impulsó a los museos hacia una nueva generación cuando estos se encontraban al borde del precipicio. Los grandes museos nacionales y decimonónicos “se habían detenido en el ojo muerto del progreso sirviendo como catalizadores para las articulaciones de los conceptos de tradición y nación, herencia y canon, proveyendo los mapas ‘maestros’ para la construcción de la legitimidad cultural, en un doble sentido nacional y universal”, según el filólogo alemán Andreas Huyssen. Los museos fueron modificando su esencia, adquiriendo más tareas y roles, valiéndose a su vez de nuevos recursos.

En pleno siglo XXI, internet se ha convertido en una herramienta universal y accesible para millones de personas. Sin embargo, la introducción de los museos en el mundo virtual no ha sido pareja. Por diferentes motivos –falta de acceso a internet, escasez de insumos tecnológicos, desconocimiento de las potencialidades, desinterés, falta de personal o tiempo–, muchos museos no han aprovechado los recursos virtuales. Mejor dicho, no estaban aprovechando... En estos momentos de aislamiento social, la virtualidad se convirtió en el canal principal –mejor dicho, el único canal– de los museos. La web se ha convertido en el nexo entre los bienes culturales y los visitantes, quienes pueden disfrutar y aprender desde cualquier lugar y a cualquier hora del día. La ausencia de público en los museos ha incentivado –pero también obligado– a usar nuevos medios de comunicación, dando lugar a propuestas diversas: visualización de los objetos de museo, exposiciones, visitas virtuales, documentales, registros de las tareas cotidianas que realizan los profesionales, publicación de avances científicos, propuestas educativas, juegos varios. De golpe, muchos museos e instituciones culturales tuvieron que recurrir a lo virtual.

Pese a los avances tecnológicos, el museo tiene que recuperar su rol presencial, enfocándose en un nuevo punto: la comunidad y el trabajo sostenible.

Como dije anteriormente, no todos los efectos de la covid-19 han sido negativos. Sin embargo, cuando termine este aislamiento mundial, ¿cómo funcionarán los museos? Particularmente creo que será necesario normalizar el funcionamiento de los museos y otros espacios culturales –teatros, cines, espectáculos musicales–, que tendrán que volver a abrir sus puertas mediante actividades para diversos públicos. Finalizada la cuarentena, el museo revivirá para cumplir su objetivo: ser un medio vivo, un nexo entre integrantes de la sociedad, un espacio de socialización, una herramienta de educación, un canal de comunicación, un laboratorio de investigación y un banco de datos, además de una “caja fuerte” donde salvaguardar “tesoros” patrimoniales. El museo no puede convertirse en un almacén y en un canal de televisión/recurso virtual. Pese a los avances tecnológicos, el museo tiene que recuperar su rol presencial, enfocándose en un nuevo punto: la comunidad y el trabajo sostenible. Sobre estas líneas se ha intentado avanzar a nivel mundial desde el Consejo Internacional de Museos (ICOM) o del Comité Internacional para la Museología (Icofom). Desde la conformación de la Mesa de Santiago de Chile en 1972, se han desarrollado diversas conferencias, intercambios y lineamientos teóricos. A su vez, a nivel regional y local también se está trabajando mucho: un claro ejemplo fue el curso de Sostenibilidad en Museos celebrado por Ibermuseos en 2019, que se desarrolló en nuestro país.1

Crisis y oportunidades

Por otra parte, esta situación actual de aislamiento tedioso y monótono debería ser un buen argumento para posicionar al museo como actividad de ocio y recreación cotidiana en un futuro, rompiendo el mito de institución sacra sólo para personas “cultas y letradas”. Esta situación actual tendría que verse como una oportunidad de oro para museos y espacios patrimoniales, que deberán apelar a la creatividad y el ingenio para captar nuevos públicos. En un tiempo determinado –no sabemos cuándo–, miles de uruguayas y uruguayos saldrán a las calles, recuperando su “libertad”, deseosas/os de reencontrase con seres queridos, pero también con ganas de pasear, divertirse y vivir nuevas experiencias sociales. Los museos tendrán que tener preparados sus pequeños carteles luminosos para llamar la atención de las masas que se dirijan a los grandes centros comerciales, a las salas de cine o a los eventos deportivos. Quizás, los museos pueden captar la atención de nuevos públicos, hartos del encierro y de mirar tantas películas y series en los dispositivos móviles. Es difícil saber qué tan peligrosa puede ser esta situación mundial para los museos, principalmente para los uruguayos. Si bien este acontecimiento podría ser un punto de inflexión a favor, también puede ser una gran amenaza. Antes del coronavirus, la situación museística de Uruguay transitaba por una senda de crecimiento paulatino debido a las políticas públicas implementadas durante casi diez años a nivel nacional, a la renovación e innovación institucional y al esfuerzo profesional y vocacional. Sin embargo, ante una situación de “nueva normalidad” y de aplicación de políticas neoliberales, hay que estar atentos al recorte de presupuesto en rubros que generalmente son considerados poco necesarios, como la cultura y el patrimonio.

Quiero considerar que una consecuencia positiva de este aislamiento ha sido la valorización de las expresiones artísticas, de las profesiones vinculadas a la educación, y la importancia de las instituciones culturales. Por eso, creo que es necesario un punto de inflexión en la situación museológica y patrimonial de Uruguay. Para ello se requiere más presupuesto y mayor nivel de profesionalización, más investigación y nuevas ofertas académicas a nivel terciario. Gran parte de los museos uruguayos –principalmente los dependientes del Estado, que son la mayoría– deberán fortalecer ciertas áreas que hasta el momento están desatendidas: educación, investigación, conservación, gestión cultural, trabajo con la comunidad, planificación a futuro. Al desarrollar estas tareas en forma óptima, los museos y espacios patrimoniales podrán salir a flote de una posible futura crisis, acercándose a la comunidad mediante la generación de un sentido de pertenencia, destacando el valor identitario de los bienes culturales e incentivando las prácticas sociales y reflexivas. En este sentido, el museo ofrecerá un recurso educativo/cultural/de ocio que oficie de medio y no como un fin en sí mismo. Un disparador para el intercambio grupal durante o posterior a la visita, para la charla, para el aprendizaje, pero también para vivir la experiencia presencial con seres queridos.

Creo que es la oportunidad para que el museo sea contemplado de otra manera, y el aislamiento social y prolongado es la clave. Porque si nos ponemos a pensar, ¿qué es lo que más extrañamos? ¿Ir a Cinemateca o a El Galpón, o comentar la película o la obra de teatro a la salida? ¿Queremos ver un evento deportivo o anhelamos ejercer nuestra función de directores técnicos? Nos gusta ver murgas y el Carnaval, pero ¿no preferimos comentar las actuaciones, intercambiar ideas o miradas estéticas? Si nos ponemos a pensar en nuestra última visita a un museo o a un espacio cultural, seguramente vamos a recordar con quién fuimos o cómo vivimos ese hecho, y no tanto el contenido de lo que vimos. Seguramente no nos acordemos de los artistas que vimos, ni de eventos históricos o de especímenes científicos. Lo que es seguro es que al rememorar esa visita nos acordemos de sensaciones y sentimientos. Entonces, hagamos el ejercicio a la inversa, pensemos en los museos como posibles salidas o lugares de encuentro en el futuro. Sitios para encontrarnos con amigas y amigos, para pasear con nuestras familias o como espacios para planificar citas. A diferencia de otros espacios culturales, en los museos podemos aprender, disfrutar y socializar al mismo tiempo.

Martín Varela Umpiérrez es museólogo y fotógrafo.


  1. La información y los materiales pueden consultarse en el sitio web del Sistema Nacional de Museos http://www.museos.gub.uy/