Sr. Vargas Llosa:

Leyendo su artículo “El ejemplo uruguayo”, publicado en varios medios de prensa como El País de Madrid, La Tercera de Chile, El País de Uruguay y otros medios latinoamericanos, nos gustaría puntualizar algunos conceptos vertidos en él.

La tradición democrática de Uruguay viene de lejos, como usted reconoce, remontándose a principios del siglo XX y con un presidente, don José Batlle y Ordóñez, que aplicó unas avanzadas políticas de desarrollo y de protección de los intereses vitales para el país. Durante ese período se sentaron los fundamentos del Uruguay moderno, con una base social liberada de estigmas religiosos y por ende abierta a educarse y progresar en cualidades que darían forma al carácter de nuestro pueblo. La acogida dada a las olas migratorias nos aportaron la diversidad y la experiencia tan importantes en los valores a incorporar a la nueva sociedad, inclusiva, solidaria, democrática. Así transcurrió el siglo, con altibajos pero moderadamente estable.

Cuando los intereses mezquinos de unos pocos, en nombre de los intereses globales de los poderosos, inician el saqueo, la población se alza y protesta. Entonces las fuerzas regresivas toman las riendas y deciden aplicar, por la vía de la fuerza y con la colaboración de políticos tradicionales y algunos representantes de la “economía de mercado”, la política del todo vale, que dejó un pueblo malherido en todos los aspectos. Pobreza extrema, corrupción y violencia marcaron el peor momento de la historia uruguaya. Y aún hoy seguimos buscando a muchas víctimas del terrorismo de Estado. En plena dictadura, nuestro pueblo se manifestó a favor de la democracia.

Volvió la democracia y se probaron las dos alternativas, que entonces actuaban por separado y como rivales: blancos y colorados. Unos y otros aplicaron sus apreciadas “economías de mercado”, y de más está decir que fracasaron. El nuevo milenio nos encontró más pobres, más endeudados, menos alfabetizados y con una enorme cantidad de compatriotas fuera del país. Investigue usted, en su empeño de defensa del bien común, en qué estado quedó la sanidad pública.

Entre 1985 y 2003 transcurrieron 18 años de ruina, decepción, pérdida de toda esperanza y expulsión de los sectores más carenciados de la sociedad hacia la marginación y la delincuencia, favoreciendo la tan temida inseguridad ciudadana.

Quince años más tarde, después de tres legislaturas de las fuerzas progresistas, volvemos a ser un país renovado, con la pobreza prácticamente superada, con la recuperación de la población escolar que nos lleva otra vez a las cifras de nuestras mejores épocas. Recuperada la alfabetización, recuperada y fortalecida la seguridad sanitaria universal (sí, Sr. Vargas Llosa, universal: para todos). Con 99% de potabilización. Con conexión a internet de toda la superficie nacional. Y son muchos más los avances y no competen a esta instancia.

Es así que el gobierno del Sr. Luis Lacalle Pou se ha encontrado, para suerte de todos los uruguayos, con un sistema sanitario fuerte, moderno, con centros sanitarios de primer orden, a los que accede toda la población. Se ha encontrado con institutos de investigación importantes, con capacidad de asesoramiento científico de gran valor en estos momentos cruciales. Uruguay es uno de los pocos países en el mundo que cuenta con una delegación del Institut Pasteur, de reconocido prestigio internacional.

Se ha encontrado el Sr. Lacalle Pou con un alto desarrollo de las nuevas tecnologías, tan vitales para la comunicación y la conexión, que tanto han facilitado el control e implementación de medios para enfrentar esta pandemia. Un ente público, Antel, que asumió el desarrollo tecnológico aplicado a toda la población y facilitó la implantación del Plan Ceibal, que llevó a la utilización de todos los recursos imprescindibles para la educación en nuestro país, con el reconocimiento de los principales representantes educativos internacionales.

Se ha encontrado el Sr. Lacalle Pou con una oposición de profunda vocación democrática, que sin dudarlo ni un instante ofreció su colaboración para la lucha contra la amenaza de la covid 19. El anterior presidente, el Dr. Tabaré Vázquez, asumió la responsabilidad de un equipo de científicos y especialistas que diseñaron un plan de gestión presentado al nuevo gobierno de forma inmediata.

Así y todo, usted está convencido de que el Sr. Lacalle “inició su gestión resistiendo las presiones para que siguiera el ejemplo de tantos gobiernos que creyeron combatir el flagelo de la pandemia con acuartelamientos obligatorios y cierres de oficinas y de fábricas, lo que siempre agrava la pobreza y no se diga si vienen acompañados de barbaridades como nacionalizaciones y subidas de impuestos”. Un intelectual de su nivel debería ser más estricto con sus fuentes y más comedido en sus interpretaciones. No se quede con lo que le dicten los amigos; la realidad es accesible a todos, basta con querer verla.

Agradecemos su interés por el bienestar de nuestro pueblo y sus deseos de que se premie a quienes contribuyen más al progreso común. Hasta el momento, todos los avances en el progreso común han venido de la mano de personas muy poco involucradas en la economía de mercado.

Es posible que su inclinación a apoyar con su firma grandes manifiestos sin exigir demasiado a sus cofirmantes lo lleve a aceptar como compañeros de bando a algunos personajes merecedores de ocupar un banquillo en un tribunal de derechos humanos. Allá usted con sus disyuntivas.

¿Ha pensado en acompañar con su firma una iniciativa de búsqueda de los desaparecidos detenidos por los esbirros del Plan Cóndor? Contaría con muchas más firmas, pero ninguna de las que tanto frecuenta. En fin, como usted dice: soñar no cuesta nada.

Esperamos que su amplitud de miras y su espíritu liberal le sean propicios; usted tiene una especial predilección por la controversia y nuestro papel en la que hoy nos ocupa es indudablemente civilizado.

Uruguayos residentes en Europa.

El listado completo de los firmantes:

Firmas de la carta a Vargas... by la diaria on Scribd