Como decía Duchamp, “quien mira es quien hace el cuadro”, y para el Consejo de Educación Secundaria un tapabocas con un hashtag #EducarNOLUCrar es sinónimo de violación a la laicidad y por ende plausible de censura. El cuadro es una campaña internacional denominada “Educar, no lucrar”, impulsada por la Internacional de la Educación contra la privatización y mercantilización de la educación pública.
En nuestro país, la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria (FeNaPES) ha apoyado e impulsado este movimiento, promoviendo variadas acciones en Defensa de la Educación Pública y alertando, por ejemplo, con la presentación de dos publicaciones editoriales, el proceso de latente privatización que se ha venido instalando en nuestro país. Este proceso encuentra en la Ley de Urgente Consideración (LUC) la vía de acción directa para ejecutarse.
En tal sentido, el #EducarNoLucrar se ha convertido en el mensaje con el cual informar a la población en general sobre las amenazas que esta ley implica para la educación de nuestro país. La iniciativa establece una reforma que atrasaría más de 100 años el sistema educativo y que pondría en juego los principios históricos que lo sustentan y las condiciones laborales de todo el profesorado. Que establece un cambio en la concepción educativa, que consagra la centralidad del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), y más retrocesos. Se habilita de esta forma el ingreso de intereses privados en el gobierno de la educación y en la ejecución de la política educativa nacional.
Y mientras el artista admira su cuadro, los espectadores ven en él una causa de prohibición que desde el CODICEN de la ANEP y particularmente, el Consejo de Educación Secundaria (CES), se plasma en una resolución de carácter regresivo, coercitivo, que apela a la censura previa, instalando la amenaza y el miedo entre todas y todos los compañeros y compañeras.
La Resolución 114 del acta 22 del 17/06/2020 prohíbe el uso de tapabocas con la leyenda #EducarNOLUCrar en todos los liceos y dependencias del país, acusando a esta acción de violentar el principio de laicidad. Se remite a la resolución 18, acta 26 del 20/05/2020, como marco de referencia para “asegurar el respeto irrestricto de los principios rectores de la educación”.
En la misma línea autoritaria y centralista, ya se había amenazado a los funcionarios del CODICEN por el uso indebido de la información a la cual acceden [^1].
Esta última arremetida, de una gravedad inusitada, por parte del CES, deja al descubierto el accionar político que han instalado, cuyo único objetivo es despedazar a los sindicatos de la educación.
Sin embargo, esta última arremetida, de una gravedad inusitada, por parte del CES, deja al descubierto el accionar político que han instalado, cuyo único objetivo es despedazar a los sindicatos de la educación, poniendo el foco particularmente en la FeNaPES. Censurar una frase, es eliminar el poder de las ideas y de las palabras. Es amedrentar y coaccionar el derecho a la libertad de expresión e implica retrotraernos a las épocas más oscuras de nuestro país.
Sabemos que hay gente a la que no le gusta escuchar esto porque dice que es necesario “dar vuelta la página”. Sepan entonces que la censura ha formado parte de la historia de la humanidad, y se ha emparentado con el surgimiento de la democracia y los derechos civiles.
El propio Sócrates sufrió en la Antigua Grecia la censura por criticar el sistema político imperante en la polis. Para él, las libertades y autonomía de las personas estaban por encima de los estados y los intereses de los gobernantes. Defender sus ideas y el derecho a la parresía significó su muerte.
La época antigua solo fue el inicio de esta práctica, la cual fue encontrando en cada uno de los contextos -represivos, liberales, fascistas, dictatoriales- las particularidades para imponerse y ejecutar su intento de acallar y amedrentar.
A lo largo de la historia, la mecánica de la censura ha sido aplicada por estados, grupos de presión y otros censuradores, hacia las imágenes, hacia el arte en todas sus dimensiones, hacia el periodismo independiente, etc. En la mayoría de los casos se evidencia la violación a acuerdos internacionales que defienden los derechos humanos como la libertad de expresión. Por esto, ser testigos de esta última resolución del CES nos pone en alerta, y nos llama a trascender los ámbitos de denuncia en los organismos nacionales, donde hace pocas semanas se había denunciado ante la Institución Nacional de Derechos Humanos (INDDHH) la circular del 20 de mayo.
Estamos ante una afrenta directa de un gobierno neoliberal, de extrema derecha, con sectores neofascistas que buscan imponerse. Con grupos de presión económicos como la Confederación de Cámaras Empresariales que exhortan al Presidente de la República a aplicar la política educativa de Eduy 21, la cual se evidencia en cada uno de los artículos de la LUC.
Los principios rectores de la educación pública estatal en la ley vigente, N°18.437, se orientan a la gratuidad, igualdad de oportunidades y laicidad. Ninguno de estos principios se ve violado por el uso de un tapabocas con la leyenda “EducarNoLUCrar”. Asimismo, si bien en la resolución se remiten a la “normativa vigente”, llama la atención que en ningún caso hagan referencia directa a dicha ley. ¿Será que la desconocen?
Ahora bien, si la resolución establece la “prohibición de realizar proselitismo de cualquier especie” y nos remitimos a la definición de la RAE sobre proselitismo como “Celo de ganar prosélitos”, ¿también prohibirán que las instituciones educativas privadas como la Universidad de Montevideo, la ORT o la Universidad Católica realicen sus charlas proselitistas en los liceos públicos del país para ganar adeptos? ¿Prohibirán que diversas organizaciones, empresas y proyectos privados impongan su speech en las aulas donde asisten nuestros estudiantes?
La respuesta ya la sabemos: no. Acá el enemigo somos nosotros, y bajo el mensaje de “la educación está en crisis” han instalado la idea de que cada uno de las y los docentes sindicalizados somos unos “adoctrinadores” que “atropellamos la laicidad”.
En tal sentido, en apenas tres meses han aplicado una política intervencionista que repercute directamente en la autonomía y en las libertades individuales garantizadas constitucionalmente, lesionando incluso el derecho a la libertad de cátedra.
La idea parece ser “tener el control e imponer ese orden que no existía”. Disculpen por no dar vuelta la página, pero esto ya lo vimos con la Ley N° 14.101, también conocida como “Ley Sanguinetti”, e ingresada al parlamento como “Ley de Urgente Consideración”. Muchas casualidades, ¿no?
Mientras tanto es importante señalar nuestro acérrimo respeto a la laicidad. La democracia como forma de vida implica laicidad, como lo plantea Reyna Reyes: “la laicidad es un elemento esencial de las democracias instituidas y resulta fácil establecer la similitud entre el contenido de las palabras laicidad y democracia cuando ésta se entiende como forma de vida”.
En un análisis más amplio sería necesario incorporar la idea de “actitud laica”, esbozada por Reyes, que propone una postura abierta ante lo diferente, la igualdad abierta a lo diverso, lo plural, lo distinto: “Es una actitud intelectual y moral por la cual la persona realiza su autonomía en relaciones reciprocas con otras conciencias. Quien exige para sí el derecho de pensar y sentir libremente reconociendo en los otros el mismo derecho, es laico”. Y reafirma: “Es, precisamente, en los dominios de la educación, donde la laicidad genera las más enconadas polémicas”.
¿Se acuerdan de la frase de Duchamp? Somos nosotras y nosotros los que ahora miramos el cuadro. Vemos que la censura es el miedo del poder cuando se siente frenado, y ese freno somos los miles de compañeras y compañeros organizados que día tras día luchamos y militamos por la defensa de más y mejor educación pública. Nuestras voces y palabras se reinventarán día tras día para ser más fuertes que sus resoluciones.
Eliana Laport es profesora de Historia e integra el comité ejecutivo de FeNaPES
[^1]Circular 12/2020, resolución 28 del acta 22 del 07/05/2020.