En esta última semana el mundo se vio conmocionado por la trágica explosión en Beirut, capital de Líbano, que ha dejado una inmensa cantidad de heridos, muertos y daños materiales. A su vez, de esta se desprenden una serie de manifestaciones por parte de una población que reclama al gobierno por los actos de corrupción y por las consecuencias de una tragedia que, al parecer, podría haberse evitado.
Son más de 150 personas las que se contabilizan como fallecidas y más de 5.000 los heridos sin contar a los desaparecidos, de los cuales aún no hay rastros y de los que, ya habiendo finalizado la etapa de búsqueda de sobrevivientes, sólo se espera encontrar algún resto que pueda identificarlos.
Desde el 4 de agosto Líbano vive una pesadilla que se suma a una situación económica y política muy compleja con la que se convive hace más tiempo, pero que a su vez agrava aun más el contexto en torno a la covid-19, del cual este país no queda exento.
La explosión ocasionada en el puerto de Beirut, en donde se encontraba una carga muy importante de nitrato de amonio, un compuesto inestable que suele usarse como fertilizante pero que es altamente explosivo, ocasionó una catástrofe que ha dejado enormes secuelas entre las pérdidas humanas y materiales. A los números de víctimas mencionados debe agregarse las casi 300.000 personas que no han podido volver a su casa por las significativas pérdidas materiales.
Asimismo, el pueblo libanés se ha pronunciado en las calles marchando en distintas manifestaciones en contra del primer ministro Hassan Diab, quien fuera asignado en este cargo este año, lo que finalmente llevó a su renuncia.
Yendo al origen
En 2013, el barco MV RHOSUS llegaba al puerto de Beirut desde Georgia, comandado por el ex capitán Boris Prokoshev, quien recientemente comunicó a la prensa internacional su desconocimiento de por qué esa carga de nitrato de amonio nunca fue utilizada o trasladada del puerto, cuando podría haber sido utilizada como fertilizante en campos de Líbano.
Al parecer, el propietario de la carga nunca la reclamó, razón por la cual esta quedó archivada en el puerto, a sabiendas de varias documentaciones entregadas en 2016 y 2017 a las autoridades del Ministerio de Justicia de Líbano en las que se advertía el peligro de mantenerla allí.
Hoy las autoridades judiciales de ese país han ordenado la detención del ex jefe de Aduanas, pero también del jefe del puerto. Asimismo, el primer ministro, junto con todo el gabinete, anunció la renuncia a sus cargos, aclarando que no se deslindan de sus respectivas responsabilidades sobre lo ocurrido.
Si hay algo que el pueblo del cedro ha demostrado desde el día uno después de lo ocurrido es que, como el conocido ave fénix de la mitología egipcia, es capaz de comenzar de nuevo desde los escombros.
Por si todo esto fuera poco, no se puede olvidar que este país, que en superficie posee casi el mismo tamaño que el departamento de Florida en Uruguay, tiene la mayor cantidad per cápita de refugiados en el mundo, en su mayoría palestinos y sirios.
Comunidad libanesa en la región
La ciudad de San Pablo se vio conmovida por los acontecimientos en Beirut, no sólo por ser la ciudad que cuenta con la mayor comunidad libanesa en el mundo, estimada en entre cuatro y cinco millones de personas, sino también porque en Brasil viven más de diez millones de libaneses y descendientes de cuarta y quinta generación.
El sentimiento de tristeza y de apoyo desde las distintas organizaciones e instituciones se ha visto reflejado en varios aspectos. Por un lado, los principales monumentos de San Pablo y Río de Janeiro se iluminaron con la bandera libanesa, pero a su vez se ha lanzado una fuerte campaña humanitaria de ayuda, con entregas de canastas básicas y medicamentos para las víctimas de las explosiones. Son más de 26 las instituciones que colaboran en esta causa, instituciones culturales pero también religiosas, ya sea desde la fe musulmana como cristiana.
Por otra parte, la tecnología ha sido gran protagonista en la difusión de lo que minuto a minuto ocurre por esas latitudes, desde el video de una novia que filmaba su vestido y que luego huye a refugiarse por la explosión hasta personas quemadas corriendo dentro de espacios cerrados han sido algunos de los registros tomados que conmocionan a los espectadores.
Ahora, a una semana de lo ocurrido, los videos y las fotografías son testigos de cómo cientos de personas ayudan como voluntarios en el territorio afectado, ya sea en apoyo médico, en la limpieza de los escombros y desechos materiales, así como en la búsqueda que realizan familiares de desaparecidos entre los escombros en procura de algún rastro de sus seres queridos.
Este impacto en el mundo árabe y en particular en la sociedad libanesa deja muchas reflexiones, no sólo en la búsqueda de entender el por qué de estos acontecimientos, sino también sobre cómo levantarse luego de estos. Si hay algo que el pueblo del cedro ha demostrado desde el día uno después de lo ocurrido es que, como el conocido ave fénix de la mitología egipcia que renace de las cenizas, es capaz de comenzar de nuevo desde los escombros.
Ana Laura de León es licenciada en Relaciones Internacionales y posgraduada en Estudios Internacionales, especializada en el área del mundo árabe y en Medio Oriente.