La moral es un sistema de símbolos, mientras que el derecho es un sistema que está legitimado por la sociedad, que considera esas normas morales como válidas. No existen normas morales válidas en su totalidad, sino que un sistema social las legitima y las traduce en derecho.

Actualmente, en el espacio público de las redes sociales existen diversas formas de expresar distintos sistemas morales que chocan entre sí. Las redes sociales se han convertido en un espacio de deliberación donde se discute qué normas morales son válidas para la opinión pública. En el espacio público presencial del Parlamento la moral se convierte en “poder administrativo” cuando se consagra a través de la ley.

En la democracia liberal los ciudadanos tienen razones para determinar válidas las normas que el sistema aplica: derecho al voto, la competencia entre los partidos y el predominio de las mayorías. Eso hace que la sanción garantice la estabilidad. Esta comprensión ética de lo que se denomina “bien” tiene una justificación judeocristiana basada en la igualdad de los individuos en nuestra sociedad. Son los individuos mismos que generan validez al sistema democrático basándose en una comprensión moderna de la sociedad. En otros términos, la sociedad tiene un concepto de lo bueno y de lo que “está bien” según instituciones históricas que han estado presentes.

El lugar donde se discute lo que está “bien” o “mal”, así como lo “bueno” o lo “malo”, son los espacios públicos: asambleas, foros, y actualmente también, por supuesto, las redes sociales y otros espacios. Existe un lenguaje común a quienes discuten e intercambian en él, con cierto flujo de información y filtros, con metáforas arquitectónicas. Pero también esa formación de opinión les compete a organizaciones encargadas de tomar decisiones y de propagarlas en el espacio público. Es por ello que ciertas personas y grupos políticos u organizaciones pueden llegar a tener influencia en la opinión pública, sobre todo en el público que no está tan formado. De todas maneras, estas normas morales sólo se pueden transformar en poder político y en poder administrativo mediante procedimientos institucionalizados.

Parecería que el desafío actual de la sociedad uruguaya es recuperar el centro político, ese que las redes sociales están contribuyendo a hacer desaparecer, porque allí mandan los extremos y la agresividad.

¿A qué vamos?

Las discusiones en el espacio público y las luchas por los relatos que se daban en las asambleas, en los boliches, en un café y en distintos lugares hoy también se dan en las redes sociales, donde existen formadores de opinión, organizaciones y grupos políticos capaces de generar influencia, capaces de generar que se hable de diversos temas. Las luchas por los relatos actualmente son varias, y se están modificando. Es bueno saber que todo parte de distintas corrientes filosóficas, y que lo que discutimos muchas veces en redes sociales con cierto lenguaje “vulgar” corresponde a distintas ramas filosóficas que tienen una justificación histórica.

Distintos autores han planteado que las redes sociales incrementan la polarización y generan burbujas informativas. Por el momento, parecería que el desafío actual de la sociedad uruguaya es recuperar el centro político, ese que las redes sociales están contribuyendo a hacer desaparecer, porque allí mandan los extremos y la agresividad. Se terminan polarizando las opiniones, se crean grietas, y nuestra tradición moderada y batllista del siglo XX poco a poco desaparece. En el anonimato de las redes sociales, los únicos victoriosos son los cobardes.

Germán Mato es licenciado en Relaciones Laborales, estudiante de la maestría en Ciencia Política de la Universidad de la República. Forma parte de la Mesa Ejecutiva Nacional del Nuevo Espacio.