La violencia dominadora

Hace unos años, ediciones La Gotera reeditó un libro de Idea Vilariño que tuvo escasa circulación cuando se publicó y era difícil de encontrar. No es un libro en el que la poeta desarrolle su obra poética. Aunque leyéndolo podemos acercarnos y quizá comprender un poco más su obra. Por ejemplo, el poema “Pobre mundo” (Lo van a deshacer / va a volar en pedazos / al fin reventará como una pompa / o estallará glorioso / como una santabárbara / o más sencillamente / será borrado como / si una esponja mojada / borrara su lugar en el espacio) se podría percibir de otra manera.1 Todavía recuerdo escucharla leer este poema en alguna sala montevideana y el impacto permanece nítido.

En ese libro, Idea hace una selección de textos que refieren a la violencia. Así se pueden leer fragmentos de los evangelios muy cruentos, descripciones de la forma en que los conquistadores europeos irrumpieron en estas tierras, las formas en que los campesinos en Europa fueron expulsados de sus tierras por los aristócratas, el trato brutal de las tropas colonizadoras sobre las poblaciones del continente africano durante la expansión imperial del siglo XIX, etcétera.2

En líneas generales, se podría decir que es una antología que coloca el acento en cómo los poderosos se hacen de las riquezas que existen o se producen en la tierra. Y queda evidenciado de manera explícita la forma en que los aparatos represivos del Estado (o privados, es decir, paramilitares) han estado a lo largo de la historia para invadir territorios estratégicos o con riquezas o para controlar a los sectores oprimidos y explotados: el control de posibles revueltas o rebeliones que estallan por esta violencia dominadora.

Sin irnos lejos en la historia, se puede observar lo que sucede en Bolivia hoy, donde hay una dictadura militar que destruyó un proceso que, si bien tenía contradicciones, ha sido llevado por la dictadura a un punto en que no existe ninguna garantía para los opositores, ni la de la propia vida (¿qué dice la comunidad internacional sobre este proceso?, ¿qué posición tiene el gobierno uruguayo?). O recordar lo sucedido en Chile con las terribles jornadas de represión, en las cuales se pudo observar la violencia estatal desatada. Pero la recorrida podría seguir por Brasil, Colombia, Ecuador, y veremos que las fuerzas represivas se despliegan con mucha energía.

Días pasados en nuestro país se hizo público que en una dependencia policial hay indicios que hablan de posibles torturas sobre un detenido que estaba reducido y en el piso. Si colocamos este hecho en un proceso más amplio, podemos decir que no llama la atención que las fuerzas policiales tomen otro rol en el escenario público, pues la ley de urgente consideración (LUC) condensa una filosofía de tono represivo que ya empezó a ser evidente.

Pero lo que se quería marcar en este escrito es que este hecho (igual que lo que sucede en el resto de la región) no es casual. No hay excesos en los agentes policiales, hay una decisión política de las clases dominantes que entienden que se deben resguardar jurídicamente ciertas prácticas nunca eliminadas en su totalidad (durante los 15 años del gobierno frenteamplista también hubo excesos policiales y ciertas justificaciones de autoridades políticas). Por este motivo no hay que dejar a los uniformados (o aliados circunstanciales) los temas que conciernen a la defensa ni a la seguridad.

Fobia al Estado (si es para apoyar a los humildes)

Desde sectores empresariales nucleados en la Confederación de Cámaras Empresariales y del mismo gobierno se exige y grita que el costo del Estado (¡es gordo y lento!) es muy grande y que el déficit fiscal hace imposible la competitividad de las empresas (productoras de las riquezas de las que goza la población del país, según estos empresarios y el gobierno) y que por ello debe reducirse.

Por este motivo ya se comenzó a recortar gastos (eliminación de becas para estudiantes de UTU, rebaja de financiamiento para la ciencia y la tecnología, la no reposición de vacantes en áreas estratégicas del Estado, entre otros). Y según ha trascendido, se vienen más ajustes. La crítica que está detrás de esta posición plantea que el Estado se ocupa de tareas de las que no debería ocuparse.

Este tópico de la fobia al Estado no es algo nuevo. Veamos: “Esta fobia al Estado que circula hoy en tantas formas diversas de nuestro pensamiento [...] esa crítica del dinamismo intrínseco y en apariencia irreprimible del Estado, esa crítica a las formas estatales que encajan unas en otras, se llaman unas a otras, se apoyan unas en otras y se engendran de manera recíproca, la encontramos ya formuladas en los años 1930-1945 [...]. Esta crítica del Estado polimorfo, omnipresente, todopoderoso, la encontramos en esos años, cuando para el neoliberalismo, o, más precisamente para el ordoliberalismo alemán, se trataba a la vez de deslindarse de la crítica keynesiana, criticar las políticas dirigistas e intervencionistas de tipo New Deal o Frente Popular, criticar la política y la economía de la Unión Soviética y, para terminar y de manera general, criticar el socialismo” (Michel Foucault, Nacimiento de la biopolítica, 2010).

La crítica entonces es de fondo. Es una posición ideológica que tiene alcances múltiples, pues no solamente deja a miles en una situación de vulnerabilidad social, sino que apunta a cercenar un proyecto alternativo al que se vive hoy.

Estas posiciones “fóbicas al Estado” se desarrollaron con un gran vigor en Estados Unidos, donde se desplegó la posición más dura del gobierno respecto de la pobreza y el castigo hacia esas poblaciones fue tremendo. Loïc Wacquant (2009) analiza cómo se judicializó y penalizó la pobreza: a la población que vivía en la calle se la arrinconó y terminó viviendo en guetos escondidos de las zonas más confortables de la ciudad, y a los que lograron una mínima adaptación se los obligó a trabajar por un salario mínimo que no era prácticamente nada.

Esa política neoliberal exportada desde Estados Unidos para resolver los problemas sociales (léase pobreza: ¿cuándo será evidente que la riqueza es el problema?) está siendo aterrizada aquí, con algunos matices. Hoy, en nuestro país y en la región, se han fortalecido y multiplicado los centros religiosos. Si bien existían algunos contactos con los sectores religiosos, eran mínimos. Hoy se puede percibir que se pretende dotar de una participación mayor a este sector. Este accionar llevará a una ecuación que beneficiará la acción de los sectores que ven cualquier proyecto que potencie a los sujetos como algo peligroso para sus intereses. Por eso la propuesta y la alianza con estos sectores religiosos tiene múltiples aristas: se encargarán de los sectores pobres e intentarán convencerlos de que lo mejor que les puede pasar es vivir con miedo y de las limosnas. Las personas que no se adapten a las reglas de las empresas religiosas actuales terminarán en la cárcel, como enseñó el gobierno pionero en recortar todo derecho a la población y que hoy sufre una crisis descomunal por la pandemia –minimizada por los grandes medios de comunicación–: Estados Unidos.

Moralidad de la protesta

A todo lo antes dicho debemos agregar que en el mundo entero y en nuestro país (pues no somos una excepción, aunque ese mito fue y es aprovechado por los gobernantes) ya estamos viviendo una crisis que se potenciará por la pandemia pero que ya era anunciada por el actual gobierno. Ante esta realidad que se está confirmando, los sectores oprimidos y explotados desarrollarán protestas y reclamos. Es importante dejar explicitado que estas acciones son un derecho de cualquier ser humano ante una situación que considera injusta.

Estas protestas serán múltiples y diversas y colocarán al movimiento popular al frente de esas acciones. Este movimiento es en donde el proyecto dominante encontrará una resistencia para expandir sus intereses, y si logra expandirlos se denunciará las condiciones en las que quedarán las grandes mayorías del país. En esos cuerpos y en esas personas es en donde se sentirá la profundización y la violencia del sistema vigente: mientras se acapara la riqueza en pocas empresas, las mayorías deberán sobrevivir como puedan. Este es el meollo del proyecto del capital.

No se debe olvidar que desde las primeras semanas de la pandemia, el movimiento popular, por medio de los sindicatos, cooperativas y organizaciones sociales, organizó ollas populares para responder a una necesidad que se hacía evidente a quienes recorren los barrios. Las necesidades básicas se cubrieron y siguen siendo cubiertas para muchas personas por la solidaridad. Estas necesidades “son la raíz de la moralidad primaria en la que se gesta la moralidad de la protesta, impugnadora de toda ética del poder alienante [y de toda violencia dominadora]” (Roig, 2002).

Estas acciones de resistencia y protesta ante el avance del proyecto del capital no pueden quedar en eso. Se debe intentar proyectar y pensar lo que vendrá (¿o nos vamos a quedar sin futuro, como decía Idea en su poema?).

Para esto parece imprescindible tender puentes y trabajar en la dirección de proyectos de integración continentales. Esa podría ser la manera de romper con la lógica impuesta por el capital en toda la región. Esta integración debería quebrar la integración que se ha hecho hasta el momento, centrada en las mercancías y además reproductora de las diferencias entre los países.

En esa nueva integración es imprescindible potenciar a los sujetos para que puedan jugar un papel central en las decisiones y que no sean meramente decorativos. De lo contrario ocurrirá lo que pasó con los gobiernos progresistas, que luego de un poco más de una década sucumbieron ante el avance conservador.

Héctor Altamirano es docente de Historia. Walter Benjamin, en el escrito Hacia la crítica de la violencia, reflexiona sobre este tema crucial para la humanidad y destaca que esta violencia es la violencia más extendida en la historia de la humanidad, que subsume a las mayorías a una minoría dominante.


  1. Escribir y pensar son una sola cosa, plantean variados autores. La antología citada puede sugerir algo de lo que tenía presente y pensaba Idea Vilariño para escribir sus poesías. 

  2. Para profundizar en este y en otros aspectos de la obra de esta gran poeta puede consultarse la Revista de la Biblioteca Nacional Nº9, de 2014. Agradezco a Sebastián Cagna por este dato.