Las campañas electorales son una oportunidad para hablar de temas muy importantes que hacen a nuestra vida y para los que, muchas veces, nos cuesta encontrar espacios de discusión. Cuando estas problemáticas no se tratan con el respeto que merecen, una perversa irresponsabilidad parece esconderse detrás de ciertos discursos.

En su presentación programática, la candidata Laura Raffo dedicó un momento especial a la agenda joven y presentó, como lineamientos básicos de trabajo, el apoyo a la cultura emergente y juvenil y la mejora de la inserción laboral y emprendedora; habló también de un posible subsidio del boleto para estudiantes de liceos privados. A quienes estamos preocupados por el desarrollo de políticas públicas necesarias para la juventud en el futuro inmediato, nos llamó mucho la atención la falta de innovación de estas propuestas, así como la carencia de información que traslucen.

Con el objetivo de incentivar la cultura emergente y juvenil, desde hace 19 años la Intendencia de Montevideo coordina la Movida Joven, en la que más de 4.000 jóvenes artistas participan año a año en unas diez disciplinas distintas. Otras varias políticas aportan a la formación de los jóvenes, a su desarrollo y proyección, al acceso y circulación culturales: Esquinas de la Cultura, Montevideo Libre, Imagina Montevideo, Teatro en el Aula, entre otras.

En cuanto a la mejora de la inserción laboral y emprendedora, desde hace más de 20 años se llevan a cabo políticas educativo-laborales que permiten que los y las jóvenes accedan a formación en oficios y participen en programas de empleo, como Girasoles, Espacio Ganado, Salí Jugando o Barrido Inclusivo ‒destinado a jefas de hogar, muchas de ellas jóvenes‒. En este período se incorporó, además, un importante trabajo en el área de emprendedurismo, como es el caso del laboratorio ciudadano Montevideo Lab ‒que también facilita el intercambio entre ciudadanía y gobierno‒ y el espacio de coworking para cooperativas Enlace, construido mayoritariamente por jóvenes.

En lo que refiere al subsidio del boleto estudiantil, es una política muy importante que se implementa desde hace varios años: 250.000 jóvenes reciben subsidio total. En el período pasado se amplió dicho beneficio a los estudiantes de segundo ciclo de secundaria. Y tanto a nivel privado como a nivel universitario, el boleto se subsidia 50%.

Pero este amplio despliegue de políticas siempre puede ser más profundo y efectivo: es buen momento para evaluar, revisar y reforzar las acciones de intervención social que ha llevado a cabo el Frente Amplio. Hay dos factores que fundamentan esa necesidad: el cambio en la orientación política del gobierno nacional –que pone en riesgo la acumulación de 15 años de políticas de juventud sostenidas–, y la crisis sanitaria global provocada por la pandemia de covid-19, agravante de todas las desigualdades. La izquierda tiene el deber político y ético de construir respuestas desde cada lugar posible y generar mecanismos de contención para importantes sectores de la población que han visto afectadas sus condiciones de vida. Pero, además, el eventual comienzo del séptimo período consecutivo de gestión departamental del Frente Amplio debe interpelarnos en la necesidad de renovar fuertemente la oferta de programas, servicios sociales y de juventud bajo un nuevo impulso político, que ponga en el centro tanto la ampliación de derechos y oportunidades como la reducción de las brechas intergeneracionales en el acceso al bienestar.

Mejorar las oportunidades futuras en materia laboral es un desafío asociado directamente con las trayectorias educativas. Para eso, es necesario abordar la integración al mundo del trabajo, implementar una oferta de capacitaciones específicas y acompañamientos socioeducativos, pasantías y programas de trabajo protegido. Una opción interesante es la de impulsar tutorías entre pares para contribuir al cumplimiento de una meta país: la culminación del ciclo de educación media.

Montevideo no debe exigir a las personas un estándar al que deben adaptarse: debe seguir siendo una ciudad abierta, capaz de dar respuesta a la diversidad de personas que la habitan.

Otra prioridad es la promoción y defensa de los derechos ante situaciones de abuso y vulneración. Para esos fines, es necesaria la instalación de consultorios jurídicos para jóvenes que puedan recepcionar consultas, brindar orientación, otorgar patrocinio legal y organizar actividades de promoción de los derechos humanos.

Pero no podemos hacer cosas para los y las jóvenes sin escuchar sus voces, sin ponerlos en el centro. Debemos ser capaces de tener la amplitud necesaria para invitarlos a participar, y una profunda actitud de escucha que pueda dar cuenta de su inmensa diversidad. En ese sentido, su capacidad de incidencia, agencia y organización podría verse significativamente fortalecida por un Programa de Voluntariado Juvenil y un Fondo de Participación Juvenil.

Para todos estos objetivos, los y las jóvenes necesitan espacio. Imagino espacios multipropósito que nazcan de la mejora de infraestructuras y equipamientos, que permitan la convivencia de ensayos, talleres, actuaciones de distintas disciplinas artísticas. En esos espacios, al mismo tiempo, podrían desarrollarse actividades educativo-laborales o recreativas, encuentros de movimientos sociales, emprendimientos juveniles y servicios de información y orientación.

Asimismo, la implementación de todas estas políticas debe tomar en cuenta la interseccionalidad de muchas problemáticas que atraviesan a nuestra población. La salud mental es un desafío para Montevideo y para todo el país, un reto que se acrecienta en esta coyuntura y se profundiza particularmente en jóvenes y adolescentes. Es necesario pensar acciones alternativas y complementarias a intervenciones tradicionales como la recreación y las actividades deportivas. Otro desafío es el Montevideo rural, porque los jóvenes que habitan las zonas rurales sufren grandes dificultades y nos cuesta llegar a ellos. Hay que fortalecer las respuestas a nivel productivo mediante asistencia técnica y capacitación. Pero, sobre todo, es vital que lo que se haga incluya en su diseño e implementación, además de la voz de los y las jóvenes, mecanismos claros y efectivos de evaluación. Para eso, resulta primordial construir alianzas estratégicas con los espacios académicos y con personas jóvenes dedicadas a la investigación y la docencia.

Montevideo no debe exigir a las personas un estándar al que deben adaptarse: debe seguir siendo una ciudad abierta, capaz de dar respuesta a la diversidad de personas que la habitan y abrir caminos de libertad para los y las adolescentes y jóvenes. Frente a la cantidad de conflictos sociales que estamos atravesando, es ineludible orientar los esfuerzos hacia la construcción de una ciudad inclusiva, accesible, con menos barreras. Y es mentira que eso puede lograrse desconociendo de manera flagrante todos los avances realizados hasta ahora; es tiempo de profundizar los cambios, brindando espacios sostenibles para estimular la participación colectiva.

Maite López es coordinadora de la Secretaría de Juventud de la Intendencia de Montevideo.