La historia enseña que las derechas se sirven de la inseguridad, la incertidumbre, el miedo, para alimentar la sumisión y la aceptación de conductas “inhumanas” por sociedades que aceptan el liderazgo –en contra de sus legítimos y mejores intereses– de personajes irracionales, malvados y mediocres. El mecanismo es complejo y su comprensión, nada fácil. Naomi Klein intenta abordarlo con su “teoría del shock”. Las claves pueden estar en los intereses y las conductas de las élites.

La pandemia ha potenciado sensaciones y expectativas negativas en el seno de las sociedades contemporáneas hasta límites impensados. Sensaciones y expectativas que no eran buenas, por cierto, en un mundo donde cabalgan desenfrenados los jinetes del apocalipsis. Según “los textos sagrados”, estos jinetes son cuatro: sobre el caballo negro cabalga el Hambre; sobre el rojo, la Guerra; en el bayo va la Muerte y sobre el caballo blanco, ¿la Esperanza? Este mito que se remonta a miles de años y existe, en diversas formas, en las civilizaciones más antiguas, describe la realidad actual con terrible claridad. Quiero creer que sobre el caballo blanco se sostiene –a pesar de todo– el amor, la amistad o la justicia.

El temido futuro donde nuestra vulnerabilidad, que aumenta con los años, acrecienta los terrores, es realidad cotidiana para quienes nacen en contextos de pobreza extrema. Es el ahora de los y las desocupados/as. Es la vida en la informalidad de la changa diaria. Es abrumador el peso de la certeza de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, porque el futuro viene cargado de pesares y dificultades para grandes masas inermes frente al sistema inclemente, injusto, insolidario.

No es casual que los que lucran con el negocio de las jubilaciones privadas reclamen “vincular y actualizar la edad de retiro con la evolución de la esperanza de vida”.

Por poner un ejemplo: dicen que resultará inevitable, para la “seguridad social”, aumentar las edades de retiro, porque la expectativa de vida viene en aumento. ¿Estamos hablando de algo que la sociedad brinda a quienes lo necesitan? ¿Algo básico como comida, abrigo, techo, atención a la salud, debería ser universal y asegurado como derecho humano? ¿Tiene sentido analizar la posibilidad de atender esos requerimientos pero condicionado a “mercados” de algún tipo? El derecho luce asegurado si nacemos en el seno de un hogar con ingresos elevados, pongamos en el 20% más rico de la sociedad. La pregunta que me hago es: ¿puede la humanidad disponer de bienes y servicios para atender las necesidades básicas del 20% que pertenece a los hogares más pobres? Mi respuesta es que sí, y sin dudas. Tenemos todos los recursos necesarios, pero por donde pise el caballo rojo, el negro y el bayo pasarán también. Si hay un “mercado” infame y omnipresente es el de la guerra. Fiel sirviente de la desigualdad y la injusticia, del egoísmo y la avaricia.

Sin más “literatura”: no es casual que los que lucran con el negocio de las jubilaciones privadas reclamen “vincular y actualizar la edad de retiro con la evolución de la esperanza de vida”, “revisar qué está pasando con las jubilaciones de invalidez cuya incidencia parece excesiva y en donde estarían existiendo incentivos inadecuados”, “generalizar el sistema mixto y unificar los criterios de las diferentes ‘cajas’” y “compatibilizar la percepción de una jubilación con la continuidad del trabajo en la formalidad”.1

El gobierno lo dice claro cuando promueve el paradigma de “la libertad responsable”. Por las dudas, aclaro que paradigma significa “ejemplo o modelo de algo”. Lo dice claro porque la libertad responsable es una suerte de arréglate como puedas. Lo dice claro cuando defiende, sin tapujos, los intereses de “los malla oro”. Porque las élites cabalgan detrás de tres siniestros jinetes del apocalipsis y quizá, sólo quizá, sobreviva un corcel blanco cuyo jinete nos lleve en ancas, algún día, hacia otro futuro. Muchos no queremos volver a la normalidad que teníamos, ni estamos convencidos de querer la nueva normalidad que nos ofrecen. Porque la seguridad social es un contrato diferente. Muy distinto a todo lo conocido.

David Rabinovich es periodista de San José.


  1. Fragmentos del documento presentado a fines de 2020 por la Asociación Nacional de AFAP.