El pasado diciembre el Frente Amplio (FA) votó en Diputados un proyecto de ley de Cabildo Abierto (CA) que busca limitar la forestación. El contenido de fondo del proyecto es altamente discutible y existen buenos argumentos a favor y en contra de este, que abarcan tanto temas económicos y sociales como ambientales. No es mi intención en esta nota entrar en él. Lo que sí intento discutir es la decisión política de apoyar ese proyecto y sus connotaciones tácticas y estratégicas.

Resulta evidente que la decisión de apoyar el proyecto no estuvo fundada en convicciones profundas respecto a sus bondades (que sin dudas muchos legisladores frentistas legítimamente tienen). Después de 15 años de controlar el Poder Ejecutivo y de tener mayorías absolutas en el Legislativo y no haber tenido ninguna iniciativa en ese sentido, sería muy raro un vuelco tan radical en tan poco tiempo, ya que este proyecto se votó en carácter de “grave y urgente” y hubo una decisión de bancada que obligó a todos los legisladores del FA a apoyarlo. Es evidente que en el FA conviven posiciones distintas sobre el tema y no hubo ámbito alguno de discusión reciente al respecto. Sin embargo, la votación permitió mostrar un flanco débil de la coalición de gobierno, generando algunos ruidos internos relevantes entre CA y el resto de los socios, y entusiasmó a algunos con haber generado una grieta importante. Desde esa perspectiva y en una mirada táctica, puede entenderse como un acierto la votación. Sin embargo, intentaré fundamentar que, si levantamos un poco la mirada, en una perspectiva de más largo plazo, fue un error estratégico.

En primer lugar quiero plantear una hipótesis en cuanto a los intereses en pugna en torno a la forestación, independientemente de los riesgos y oportunidades que esta implica. Entiendo que se da un conflicto entre diferentes segmentos de las clases propietarias rurales (la oligarquía terrateniente, por decirlo en términos más clásicos). Por un lado están los sectores más tradicionalistas ganaderos, los más conservadores en términos ideológicos y empresariales, cuya especialización ha sido siempre la ganadería extensiva. Es lo que saben hacer y a eso se aferran, como hace 150 años sus ancestros se aferraban al ganado vacuno y rechazaban al ovino, cuya introducción en el país (y la consecuente revolución económica que generó) dependió de inmigrantes recientes, de origen inglés, irlandés, vasco, entre otros. Para estos sectores, la forestación, además de ser una actividad foránea, es una competencia por el suelo, por el apoyo público y por la mano de obra. Además, recelan de un nuevo tipo de empresario cuyo surgimiento les resta poder político ya que divide a las tradicionales clases propietarias rurales. Este segmento de productores ha generado una expresión gremial reciente en el movimiento Un Solo Uruguay (USU), más fielmente representante de sus intereses que las viejas gremiales rurales (donde conviven otros tipos de productores) y muchos de ellos se sienten representados por la también nueva expresión política de CA.

Por otro lado, se encuentra otro segmento empresarial (a veces propietario y muchas veces arrendatario) mucho más transnacionalizado, con fuerte presencia de empresas multinacionales y de nuevos productores nacionales (algunos reconvertidos también), cuyo comportamiento empresarial es mucho más innovador, manejan herramientas de gestión más modernas y disponen de más capital. Estos sectores, articulados y liderados por los eslabones industriales (fundamentalmente las plantas de celulosa) permanentemente innovan en la genética de los árboles, en el manejo de la cosecha, en la complementación de la producción forestal con la ganadera, etcétera, generando sinergias importantes. Este nuevo segmento, además, tiene vínculos fluidos con todos los gobiernos y maneja sus relaciones políticas de manera mucho más profesional. Su ausencia en las movilizaciones recientes de USU señala un no tan claro alineamiento político gremial. Por supuesto que esto está planteado en términos casi caricaturescos y que entre estos dos grupos “extremos” hay infinidad de matices.

El planteo de esta hipótesis, más allá de las posibles discusiones sobre su validez, no busca plantear que uno de esos segmentos sea “mejor” o “preferible” que el otro. Cuáles son los sectores que el FA debe apoyar e impulsar en un proyecto de desarrollo agropecuario es un tema mucho más complejo que el esbozado aquí, para abordar el cual no tengo el espacio necesario ni soy la persona indicada, pero que en cualquier caso debería incorporar una amplia variedad de otros segmentos de productores existentes (horticultores, pequeños ganaderos familiares, nuevos productores agroecológicos, etcétera). Lo que sí se pretende hacer explícito es que en este tema, como en tantos otros, hay conflictos de intereses y que el análisis de clases debería iluminar nuestro posicionamiento y evitar que seamos portavoces involuntarios de intereses ajenos. Desde una perspectiva de transformación de izquierda, el conocimiento de las lógicas de intereses nos permite no alinearnos a favor de uno y en contra de otro, sino, ante todo, aprovechar esas grietas para obtener mayor autonomía y margen de acción para la política.

Todo lo que acumule para posicionar a Cabildo Abierto, para amplificar sus planteos, a pesar de que pueda generar chisporroteos coyunturales en el gobierno, a largo plazo, se volverá contra los intereses de la izquierda.

Volviendo entonces a la distinción entre táctica y estrategia esbozada al inicio, debemos plantearnos quién fortalece sus posiciones o acumula fuerzas a partir de lo sucedido en la votación en cuestión; evidentemente CA, que, a partir del revuelo político generado, ha podido amplificar sus puntos de vista, exponer nuevos referentes, mostrarse como un partido distinto a sus aliados de la coalición, sintonizar con importantes sectores sociales que, por diversos motivos, desconfían de la forestación y de su industria. Para el FA es muy difícil acumular en ese sentido dado su posicionamiento a lo largo de 15 años de gobierno, como fue expuesto previamente.

Ahora, nuevamente la duda metódica: ¿esta “diferenciación” que Cabildo Abierto está generando será el inicio de una descomposición de la coalición de gobierno, que podría ser el inicio del retorno del FA al gobierno, o, por el contrario, será una forma de ampliar el margen de captación de votantes de un partido que cuando tenga que elegir entre dos proyectos de país va a elegir sistemáticamente el de la derecha? Creo que no hace falta argumentar que CA no es, ni será, un posible aliado para la izquierda, sino que siempre apoyará al proyecto político que la confronte. Pero peor aún: CA juega un rol fundamental en la proyección del proyecto de la derecha. Es, ni más ni menos, la pata popular que ese proyecto, en el área metropolitana, había perdido hacía décadas (a diferencia de lo que sucede en el interior donde el Partido Nacional recibe apoyos de todos los sectores sociales) y por tanto juega un rol estratégico al disputar al FA los votos de los sectores populares, con los que los partidos tradicionales habían perdido contacto hace mucho. Y su irrupción reciente y su buena votación explican buena parte de la derrota electoral del FA.

De esta manera, todo lo que acumule para posicionar a ese partido, para diferenciarlo de sus aliados, para amplificar sus planteos, a pesar de que pueda generar chisporroteos coyunturales en el gobierno, a largo plazo, se volverá contra los intereses de la izquierda y su proyecto de país.

De esta manera, entiendo que el FA debe pensar mejor sus movimientos políticos, no en virtud de simples planteos tácticos, sino enmarcado en un horizonte estratégico que le permita romper el relativo aislamiento al cual la actual coalición de gobierno logró llevarlo, en el sentido de sumar nuevos apoyos políticos y, especialmente, sociales, que engrosen sus filas y hagan más abarcativo su proyecto político.

No será de extrañar que, en un par de años, Cabildo Abierto rompa la coalición de gobierno y se declare independiente. Es parte del libreto escrito de antemano por el cual buscarán maximizar su presencia pública y su alcance. Eso les permitirá acumular apoyos que luego sumarán al mismo proyecto liderado por el Partido Nacional. A menos que sean muy exitosos, en cuyo caso, será el propio CA el que lidere ese proyecto de país. ¡Todo siempre puede ser peor!