La instalación de una base de comunicaciones espaciales de la República Popular China en Neuquén, Argentina, en 2017, operada por personal militar, es una muestra de que la potencia asiática construirá, con cautela, instalaciones militares en suelo extranjero cuando las necesidades estratégicas lo requieran.

El componente militar chino en apoyo a la expansión económica, liderado por las empresas estatales chinas, ha avanzado con cautela durante mucho tiempo. Pero algunos expertos han anticipado el inminente establecimiento de una base del Ejército Popular de Liberación (EPL) en Panamá, desde que la empresa china Hutchison Whampoa ganó concesiones para operar dos puertos allí en 1999, o en El Salvador, desde el anuncio de los planes chinos para un megaproyecto en La Unión.

Debido a la dependencia de China de las potencias establecidas como Estados Unidos y la Unión Europea para acceder a los mercados y la tecnología, el país asiático ha evitado, en general, establecer alianzas y bases militares formales, particularmente en regiones del mundo como el hemisferio occidental y en zonas donde Estados Unidos es sensible a la presencia china y donde el EPL aún no tiene la capacidad para defender efectivamente tales bases.

No obstante, en sus Libros Blancos de 2015 y 2019 sobre la estrategia de defensa, las Fuerzas Armadas chinas reconocen explícitamente la importancia del compromiso militar global en apoyo de la creciente presencia comercial de China en el mundo. Las operaciones de contrapiratería de la Armada del EPL frente a las costas de África desde 2009, y el establecimiento en 2017 de una base militar en Yibuti, estratégicamente ubicada en las proximidades del Canal de Suez, son una muestra de la tendencia del ejército chino a expandir sus fuerzas armadas en el extranjero.

El avance estratégico chino en Argentina

Además de la base de comunicaciones espaciales en Neuquén, China tiene actualmente interés en construir y posiblemente operar una “base logística” antártica en Ushuaia, en el extremo sur de Argentina. Esto genera preocupación porque es muy consistente con la lógica y el patrón del avance del EPL en la expansión de su alcance estratégico global. El proyecto costaría 300 millones de dólares y en principio podría ser financiado por China.

En términos comerciales, la flota pesquera de aguas profundas china mantiene una presencia regular en las aguas cercanas del Atlántico Sur, y a veces dentro de la zona económica exclusiva de Argentina. Con respecto al petróleo y los minerales, aunque China ha sido técnicamente signataria desde 1983 del Tratado Antártico de 1959, que prohíbe reclamos territoriales en el continente y, como consecuencia, su explotación comercial, el tratado se vuelve modificable en 2048. De hecho, en octubre de 2021, en la reunión del G20 en Roma, los ministros de Relaciones Exteriores de Argentina y China firmaron un acuerdo de cooperación para la explotación de la región antártica y los océanos circundantes.

La zona conocida como el “fin del mundo” puede estar geográficamente lejos de Washington, pero el impacto en Estados Unidos y la región de las decisiones que allí se tomen con respecto a China no es menor.

En términos militares, la República Popular China ha mostrado un interés creciente en la Antártida. Desde 1984 mantiene presencia allí y actualmente tiene cuatro bases de investigación, incluida una en el área correspondiente al reclamo histórico de Argentina.

En 2013, un grupo de trabajo naval chino que incluía dos fragatas de misiles de la Armada viajó a la región y realizó ejercicios militares con sus pares de Chile, antes de pasar por las difíciles aguas del Estrecho de Magallanes y luego hacer escalas en puertos tanto en Argentina como en Brasil. El rompehielos Xue Long II de la Armada del EPL hizo su primer viaje a la Antártida en noviembre de 2019 y también está en conversaciones con Chile para acceder a Punta Arenas para apoyar el reabastecimiento de sus bases antárticas desde allí.

La construcción y operación de una base logística polar en Ushuaia se ajusta al patrón de la Armada china de expandir su presencia global de múltiples maneras. En primer lugar, una base de este tipo respaldaría el acceso de China a un área de interés. Al igual que con la base de China en Yibuti, el establecimiento de una instalación aparentemente comercial en el extremo sur de Argentina le daría al EPL una negación plausible de sus intenciones militares. También el impacto en Estados Unidos se limitaría por su distancia respecto de este país, y tendría la ventaja de realizarse en un área donde China ya tiene una presencia comercial y estratégica significativa.

¿Qué implicaciones tiene la presencia militar china en América Latina?

Por el momento, el gobierno de Argentina ha intentado dar garantías de que no está avanzando en la instalación de una base controlada por China en Ushuaia, pero las implicaciones estratégicas de tal presencia no deben tomarse a la ligera. Desde un punto de vista estratégico, la perspectiva de que China controle el tránsito del Atlántico al Pacífico a través del Estrecho de Magallanes o el Paso Drake en tiempo de conflicto sería importante, particularmente si la potencia pudiera cerrar el Canal de Panamá en el contexto de una guerra como la potencialmente desatada por su intento de incorporar por la fuerza a Taiwán.

La aparente pausa en la incorporación de China a la base planeada en Ushuaia no representa el fin de la amenaza para Estados Unidos mientras continúen creciendo las capacidades de proyección de poder naval del EPL y mientras el gobierno argentino continúe estrechando el vínculo con China en términos comerciales, financieros y políticos. La zona conocida como el “fin del mundo” puede estar geográficamente lejos de Washington, pero el impacto en Estados Unidos y la región de las decisiones que allí se tomen con respecto a China no es menor.

Evan Ellis es profesor e investigador sobre América Latina en el US Army War College Strategic Studies Institute. Esta columna fue publicada originalmente en www.latinoamerica21.com.