Qué Navidad tan triste para esta sociedad. Parecemos víctimas de una cruel ceguera que nos impide ver la realidad.

Tantos muertos por culpa de la violencia, y en los medios de prensa los escuchamos como simples números; gente con antecedentes y vinculaciones criminales que califican su propia muerte. Qué rápido se olvidaron de sus encendidas afirmaciones cuando eran oposición. “Toda muerte es importante”, decían antes, mientras que ahora en su mayoría son ajustes entre criminales que “se la están dando entre ellos”.

Cuánta hipocresía. Si pagaron su delito con la sociedad estando privados de su libertad, ¿no les vamos a sacar nunca la marca de ex preso?

Me duele ver la destrucción de la persona, deseo que salga adelante, no discriminarla. Debemos transformarnos nosotros para luego poder transformar la sociedad. Los cambios empiezan por uno mismo e invitando a otros a acompañarnos. De eso se trata vivir en sociedad, somos seres gregarios por naturaleza. Así también se construye convivencia.

Hace unos días escuché que en Conventos, Cerro Largo, dos internos muy jovencitos pelearon y uno dio muerte a otro. Jóvenes de tan sólo 18 y 22 años.

El que murió, de 22 años, estaba preso por violencia privada; el que lo mató, de 18 años y cuya salida se produciría el próximo mes, estaba preso por hurto. Ahora suma un homicidio, así avanza en su carrera criminal. Esa es la gran obra que estamos generando en el sistema penitenciario. Pero algunos hablan de dignidad mientras siguen hacinando los establecimientos carcelarios, llenándolos de nuevos “estudiantes” para seguir avanzando en la carrera del delito.

Deberíamos preguntarnos por qué somos una sociedad tan punitivista y no podemos manejar las medidas alternativas a la prisión como se hace en otros países.

Me pregunto: ¿y las políticas públicas? ¿No sería mejor, en vez de hablar y hablar de que la gestión del Frente Amplio fue pésima, al punto de que hay que destruir todo lo que tenga su sello– que se hicieran cosas positivas y que muchas que se realizaban y eran buenas se continuaran?

Estamos hablando de vidas, y parece que no se entiende. Vidas dentro y fuera de la cárcel, porque sólo alguien que no vea más allá de su entorno no se da cuenta de que si no le tiramos una soga al que cometió un delito, si no trabajamos con su familia, si no nos damos cuenta de que está en custodia del Estado y que lo único que perdió es su libertad ambulatoria, vamos a tener egresados de escuelas del crimen, donde el ocio y el rencor serán algunas de sus principales materias.

Miremos otros países y no tengamos miedo de transformar, de hacer políticas públicas reales y de consenso.

Justicia restaurativa, justicia terapéutica, resolución de conflictos entre pares.

Hoy por la ley de urgente consideración tenemos más mujeres con hijos privadas de libertad y hay una lista en espera. ¿No se dan cuenta de que eso no conduce a nada bueno? Recorran la Unidad femenina, charlen con las internas y verán cómo se podría utilizar las medidas alternativas, pero no, mejor es decir que las metimos presas con sus hijos. Después no nos quejemos cuando esos chicos sean grandes. Porque los primeros y fundamentales años de su vida los pasaron presos sin haber cometido delito alguno.

En las redes leí algo que me llevó a escribir todo esto. Un jerarca del Ministerio del Interior expresó: “Indignación como uruguayo y como padre [por] que una madre utilice a su niño de ocho años para ingresar droga a la cárcel. Al pasar por el scanner de la Unidad 1, hoy se detectó en la campera del niño 50 g de marihuana. Con los niños no!”.

¿Poner que siente indignación un jerarca? ¿No sería mejor que se preguntara qué le pasó a esa mamá para llegar a eso? ¿Qué asistencia del Estado tuvo esa madre?

Mejor que indignarnos es pensar y buscar soluciones. Obvio que no justifico ni me parece bien, pero por sobre todas las cosas debemos transformar esas realidades, algo que no es fácil pero tampoco imposible.

Educar. Con la indignación no arreglamos nada.

Ese tipo de expresiones dan la sensación de “cobrar al grito”, de acuerdo con lo que le gusta escuchar a alguna gente, pero que no va a cambiar en nada esta triste Navidad.

El adentro y el afuera forman parte de un todo llamado sociedad. Así como hay muertes adentro, también hay muertes afuera.

Y nadie está libre, vaya si eso aprendí.

Graciela Barrera de Novo es senadora por el Movimiento de Participación Popular, Espacio 609, Frente Amplio.