Una vez más mi lector preferido me cuestiona, me interpela: “Todos los políticos son iguales”, esputa convencido. Quedé rumiando: ¿son todos iguales? Creo que se lo escuché decir a Alejandro Dolina. Se puede pensar y hasta decirlo: todos los libros de una biblioteca son iguales para el que no los leyó, más allá de las tapas diferentes.

Me parece difícil sostener que Angela Merkel y Donald Trump –por poner un ejemplo– son dos políticos iguales. Y no es por razones de género o ideología.

Las palabras ayudan, pero no aclaran del todo el panorama. ¿Se puede ser “conservador” y de izquierda? ¿Siempre el “reaccionario” es de derecha? Porque conservador y reaccionario no son lo mismo. Reaccionarias son las ideologías o personas que buscan volver a un estado de cosas anterior al presente. Ante la Revolución francesa, una revolución burguesa, reaccionaban los nobles. Cuando las clases bajas pretendieron tener poder de decisión y beneficiarse del proceso, reaccionaron los burgueses. ¿“Libertad, fraternidad e igualdad” es una consigna burguesa o proletaria? Depende. Sí, depende de la historia, del contexto.

El conservadurismo, según se define en Wikipedia, es un “conjunto de doctrinas, corrientes, opiniones y posiciones, generalmente de centroderecha y derecha, que favorecen las tradiciones y que son adversas a los cambios políticos, sociales o económicos radicales, oponiéndose al progresismo. En lo social, los conservadores defienden valores familiares y religiosos”.

Detrás de las palabras

Parecería que el debate político entre progresistas y conservadores o el enfrentamiento entre reaccionarios y revolucionarios es, usualmente, sólo acerca de costos y beneficios (económicos). Derechos y libertades son, si acaso, adornos del lenguaje. En este magma de ideas y actitudes, el ser y el deber ser parecen elementos diferentes, muy distantes e imposibles de amalgamar.

¿Podemos juzgar a “los políticos” sin distinguir a Margarita Percovich de Graciela Bianchi? Si no conocemos la trayectoria de un militante político como Guillermo Chifflet, ¿podemos hacer “tabla rasa” con la política?

¿Los políticos se distinguen por su ética y su moral? ¿O es que meramente deberían ser distintos, pero en última instancia son realmente “todos iguales”? Algunos vienen del mundo empresarial y otros de sindicatos y organizaciones sociales que, por ejemplo, dicen defender los derechos humanos. Muchos son “profesionales” y uno no sabe bien de qué. ¿Es que siempre y todos votan y/o deciden por conveniencia y nunca por convicciones? ¿Es lo mismo Sebastián Piñera que Evo Morales? ¿Son intercambiables Óscar Andrade con Guido Manini Ríos o Luis Lacalle Pou? ¿Podemos juzgar a “los políticos” sin distinguir a Margarita Percovich de Graciela Bianchi? Si no conocemos la trayectoria de un militante político como Guillermo Chifflet, ¿podemos hacer “tabla rasa” con la política?

Cuestión de hechos

Finalmente, los políticos no son todos iguales ni las políticas son todas las mismas. Como dice la inscripción en la puerta del manicomio: “No están todos los que son ni son todos los que están”. La realidad del poder impone límites a la voluntad de las personas. La razón del artillero se los impone también. Hay quienes desde convicciones de derecha son renovadores, reformistas y, por qué no, “progresistas”. Aunque sólo piensen en su progreso personal, buscan cambios. Quieren y creen en la libertad para “emprender”, se sienten fuertes para competir y nada sienten deberles a sus semejantes menos afortunados, capaces, tenaces, lúcidos… o competitivos y emprendedores. Asumen la lógica del capitalismo sin sentirse violentados en su naturaleza.

Hay quienes desde la vereda opuesta son conservadores y a veces hasta reaccionarios. Oponerse a los cambios que impulsan las derechas en beneficio de mínimas y selectas elites es natural para las izquierdas, sobre todo para las anticapitalistas (que no constituyen toda la izquierda). La lógica de la cooperación y la solidaridad debe recertificarse una y otra vez como la mejor opción, no sólo desde un punto de vista ético y moral, sino también como funcional a la felicidad colectiva, a la prosperidad común, a la mejor organización de la sociedad.

En función de la posición personal que cada uno/a adopte frente a estos dilemas, los y las políticos/as resultan ser diferentes. Sustancialmente distintos. Por eso se puede vivir la política en la bulla, el discurso vacío y el autobombo o desde la vocación de servicio, el honesto esfuerzo, la humildad en serio, la austeridad auténtica.

Créeme, estimado lector, cuando te digo: cuando uno los lee, son como los libros: unos más útiles e interesantes que otros, todos diferentes. Por algo los viejos y gastados guantes de Bernie Sanders se convirtieron en “la imagen” de la toma de posesión de Joe Biden.

David Rabinovich es periodista de San José.