¿Puede uno prescindir del conocimiento personal de casi todos los docentes que fueron sumariados y separados de su cargo en San José, presuntamente por violar la laicidad? ¿Puedo dejar de lado mi absoluta disparidad de enfoque sobre educación con Miriam Arnejo, protagonista de esta persecución? ¿Puede servir mi vara de medir los hechos que se narran para calibrar dimensiones tan disímiles? ¿Puedo olvidar la noche en que Arnejo asistió con alumnos a un acto del candidato Luis Lacalle Pou? ¿Cómo dejar de lado que acusó a todo el Consejo de Educación Secundaria anterior de actuar por “amiguismos”, apoyándose firme sobre esta conducción unipersonal actual?

Las preguntas, reflejos de dudas, podrían multiplicarse. Pero hay una, la única que realmente deberá ser contestada: ¿hay alguien que pueda atribuirse el don de salvar la laicidad por separar 14 auténticos docentes de sus cargos con el efecto de la pérdida de medio salario? Sin olvidarme de Betty, la querida funcionaria del nocturno.

¿Cuántas instancias de verdadero ejercicio democrático de la laicidad vareliana se borraron de un plumazo? Muchas instancias de discrepancias, con dolores de cabeza cotidianos, como todos lo que fuimos directores docentes conocimos, fueron obviadas. Aunque ahora, con la mencionada directora jubilada, más parece una venganza.

Sin embargo, desde la óptica que me otorga el haber “visto mucho”, como decía mi padre, esta resolución de Jenifer Cherro, actual y única directora de Secundaria, más se parece a un astuto recurso, a una maniobra de progresión geométrica, a un desplazamiento virósico tipo covid-19. Se sabe que sumariar, separar del cargo y castigar a medio sueldo a 15 trabajadores de educación secundaria el 25 de febrero va a provocar la reacción gremial. De la forma en que pueden, los gremios protestarán y se solidarizarán. ¿Entonces?

Los estudiantes de bachillerato del liceo 1 quedan huérfanos. Queda el liceo sin aquellos que jugaban el partido todos los días con entusiasmo. Dejan el lugar al miedo, a las voces bajas, al vacío intelectual.

Las clases, cuyo comienzo era casi imposible porque la lucha contra la pandemia no es fácil, no comenzarán “por culpa de los gremios”. Y, cuando los dobleguen, si lo logran, el ambiente educativo será el más lejano imaginable del intercambio laico de opiniones, de entusiasmo creativo, de respeto entre profesores de todos los niveles y hacia los alumnos, que hoy quedan sin un grupo muy importante de docentes formados en y por nuestra educación pública uruguaya. ¿Se cuida tanto la laicidad en los centros privados? ¿No se estará beneficiando a la educación privada de la que es tan entusiasta protagonista el actual ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira?

Los estudiantes de bachillerato del liceo 1 quedan huérfanos durante este año lectivo. Queda el liceo sin aquellos que jugaban el partido todos los días con entusiasmo.

Dejan el lugar al miedo, a las voces bajas, al vacío intelectual.

No quiero pensar cómo estarán esos pasillos, ese hall, esos patios silenciosos y sorprendidos. Ellos siempre fueron y deberían seguir siendo los sitios del intercambio –sincero, respetuoso, entusiasta– del pensamiento, los ideales, los sentimientos.

Días negros de comienzo de clases; como hace muchos, muchísimos años.

Mirta Ana López es profesora de Literatura. Fue destituida en dictadura. Fue directora e inspectora de institutos y liceos de secundaria por concursos de oposición y méritos.