El martes 13 de abril, en el marco de las II Jornadas de Investigación del Instituto de Educación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE), presentamos junto a Pablo Martinis el libro Formas escolares y sentidos educativos en enseñanza primaria. Análisis del proceso de construcción del Programa Maestros Comunitarios en Uruguay (2005-2010), escrito por la doctora en Ciencias Sociales Eloísa Bordoli.
El libro, que ya teníamos entre manos hacía meses, apareció en escena en un momento especial para la educación de nuestro país y, en particular, para el Programa Maestros Comunitarios (PMC). Veníamos de un inicio de año plagado de incertidumbres, peleando por una inversión en educación que posibilitara mayores cuidados en la presencialidad primero, y recursos para asegurar el vínculo educativo desde la virtualidad después.
Por su parte, el PMC había reducido su espectro de intervención por las medidas sanitarias y las disposiciones protocolares, pero además había sufrido a fines de febrero de este año un recorte de un mes de salario a las maestras comunitarias. Se trata de un ahorro estatal ínfimo, que repercutió fuertemente en el debilitamiento del programa al desalentar la elección de la función que se realiza año a año. Las maestras comunitarias (independientemente de su trayectoria y formación) realizan la función percibiendo el salario básico de quien recién se recibe, es decir, el más bajo del escalafón.
A esta situación, de por sí controversial, se le sumó la rebaja de un mes de salario y la complejidad del trabajo en tiempos de pandemia, que consiste ‒entre otras cosas‒ en asegurar y fortalecer el vínculo pedagógico con niños/as y familias, nada más y nada menos. Por todo ello, estamos claramente ante una cadena de estímulos para desestimar la elección de una función muy necesaria que, como veremos, posibilita la construcción de escuelas más justas y democráticas.
Por ello, presentar este libro en el marco de las jornadas de encuentros, intercambios y debates, bajo el título “Crisis, resistencia y utopías en la educación”, nos remitió a pensar qué implica resistir hoy desde las escuelas y desde el PMC. Recurrir a los procesos que fundaron el programa y que bien se reflejan en el libro de Eloísa Bordoli fue el puntapié inicial para poner sobre la mesa elementos importantes en la agenda del debate educativo actual. Resistir con la “camiseta del PMC puesta” es sostener primero y antes que nada que ningún niño, ninguna niña, nos puede quedar por el camino. Es imperioso preguntarnos: ¿estamos llegando a todos/as los/as niños/as? ¿Cómo repercutieron y siguen repercutiendo las políticas sanitarias y educativas en nuestras infancias? ¿Qué impacto está teniendo el cierre de las escuelas en ellos/as? Visibilizar esta problemática, buscar alternativas y apoyos específicos, es parte de la tarea, y nos lastima notar que los esfuerzos al respecto son absolutamente insuficientes. Es urgente que nuestros niños y niñas estén en el primer plano de las preocupaciones nacionales.
Es innegable que estamos atravesando una crisis internacional, con algunas características particulares en nuestro país. Es una crisis sanitaria, social, económica y también educativa. La escuela pública uruguaya se ha visto sumamente conmovida desde marzo de 2020 a esta parte. No sólo ha sido interrumpido un valor insustituible en la educación como es la presencialidad, sino que, además, se reeditaron discusiones que desde la época de José Pedro Varela a esta parte parecían saldadas, como la obligatoriedad de la educación. El libro de Eloísa nos aporta elementos para resignificar el PMC y, a través de ellos, repensar las problemáticas actuales. Por ejemplo, en diversos capítulos se plantea que el programa propone “otra forma de hacer escuela”. ¿Cuál es esa otra forma de hacer escuela?
Resistir con la “camiseta del Programa Maestros Comunitarios puesta” es sostener primero y antes que nada que ningún niño, ninguna niña, nos puede quedar por el camino.
Se abre aquí un debate profundo que iniciaremos, apenas, para decir que existe una posición profesional de las/os maestras/os comunitarias/os que se ha ido convirtiendo en una actitud institucional, cuya propuesta central consiste en posicionarse frente al otro, la otra, como un sujeto de posibilidades y no de carencias. Insistimos, las formas de nombrar importan. No es lo mismo referirse a las familias y niños/as haciendo alusión a lo que les falta (nombrar desde la carencia) que hacerlo desde lo que poseen (nombrar desde la posibilidad). Al respecto, citando al filósofo francés Jacques Rancière, Eloísa indica: “Es una cuestión política: se trata de saber si un sistema de enseñanza tiene por presupuesto una desigualdad que reducir o una igualdad que verificar”, 1. Las maestras y maestros, y la institución escuela, recuperan bajo esta mirada la posibilidad de enseñar en la medida en que niños/as recuperan la posibilidad de aprender, y ambas cuestiones se encuentran estrechamente vinculadas entre sí. En tiempos de burbujas, pensar en los vínculos y sus modos de construcción es otro acto de resistencia. No hay PMC sin “una escuela que puja por el diálogo y el encuentro”. Se trata de una escuela abierta, en relación. Resistir hoy es sostener que las familias son aliadas pedagógicas y que el vínculo con ellas es una construcción permanente de ida y vuelta. Esa mirada, constructora de otra forma de hacer escuela, no debería ser patrimonio de las escuelas Aprender, 2. Por ello, decimos desde hace muchos años y lo reafirmamos ahora: en todas las escuelas debería haber maestras/os comunitarias/os.
A su vez, “tejer vínculos” es un gesto de creación y unión que trasciende la comunidad educativa hacia el barrio. Es preciso, entonces, recordar que “la escuela sola no puede”. En este sentido, Eloísa decía: “Este plan [refiriéndose al plan de equidad 2007-2008] brindó un paraguas y permitió potenciar el trabajo educativo en el territorio [...] El carácter integral del conjunto de las políticas de infancia y familia en las que se asociaron los diversos programas, instituciones y actores coordinados por Infamilia, del Ministerio de Desarrollo Social, es reconocido como un avance en la sistematicidad y efectividad del trabajo interinstitucional y en territorio”. Urge visibilizar la existencia de estos programas en los barrios y advertir sobre los inmensos retrocesos que puede implicar su ya incipiente desmantelamiento en momentos en que tanto se necesitan, 3.
Por último, dejamos un apunte breve a resaltar. El PMC se construyó con el debate y la participación de las maestras comunitarias a todo nivel, esto se lee claramente en el libro de Eloísa. Contamos con espacios de intercambio entre nosotras, así como con directoras e inspectoras referentes del programa. Fuimos convocadas a participar en publicaciones y en diversas jornadas de formación. Todo en nuestro horario de trabajo. Resaltamos aquí una forma diferente de construir política educativa basada en la participación docente. Quitar o reducir esta posibilidad, siguiendo la línea de las modificaciones de la ley de urgente consideración, 4 significaría un gran retroceso y empobrecimiento del programa.
Con apertura al debate, el libro que nos ofrece Eloísa Bordoli procura contribuir crítica y constructivamente con el PMC y el “pienso colectivo” en torno a las nuevas formas de hacer escuela para que esta sea cada vez más integradora, justa e igualitaria.
Sophie Talbotier es maestra comunitaria en una escuela Aprender. Pablo Meneses es maestro con años de trayectoria en PMC, actualmente maestro en una escuela de tiempo completo.
-
Todas las citas, de aquí en adelante, corresponden al libro presentado. ↩
-
Atención Prioritaria en Entornos con Dificultades Estructurales Relativas (APRENDER). ↩
-
Numerosos artículos de la diaria tratan el tema, por ejemplo pueden recurrir a https://ladiaria.com.uy/politica/articulo/2021/4/trabajadores-y-organizaciones-que-gestionan-socat-denuncian-desmantelamiento-del-programa-del-mides/ ↩
-
Recordemos que la LUC eliminó la participación docente de los consejos desconcentrados, ahora devenidos direcciones generales unipersonales. ↩