Días atrás el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, anunció que en 2023 se creará un fondo destinado a becas para estudiantes de formación en educación. Siempre serán bienvenidos los esfuerzos para reforzar las políticas de becas que favorezcan el acceso y el egreso de estudiantes. Igualmente, en el caso del anuncio realizado la semana pasada, algunos aspectos de su implementación, sus objetivos y su financiación merecen algunos comentarios.

Pero antes hagamos algo de memoria, que siempre viene bien para evitar la tentación refundacional, recordando las políticas que multiplicaron por siete las becas estudiantiles entre 2005 y 2020.

Las becas para educación media y terciaria

Efectivamente, en los años del gobierno del Frente Amplio se promovió una política de becas para todos los niveles educativos tendiendo a complementar los instrumentos, a promover su institucionalización y a crear espacios de coordinación.

En el caso de educación media, en 2020 se otorgaron 10.041 becas (3.819 de Apoyo Económico del MEC y 6.222 de Compromiso Educativo)1. Esto significó diez veces más de la cantidad que se otorgaba en 2005, cuando fueron únicamente 946 para ese nivel educativo.

A esto habría que sumarle las becas del Programa Uruguay Estudia que promovió la culminación de estudios, que en 2019 fueron 7.617 y en 2020 se discontinuaron.

Seguramente, esta política junto con el boleto gratuito, el pago diferencial para las asignaciones familiares y otras de carácter educativo colaboraron en el incremento de la escolarización de jóvenes y la disminución de la brecha entre quintiles de mayor y menor ingreso que en ese período, por ejemplo, a los 15 años se redujo en 20 puntos porcentuales, a los 16 en 24 puntos y a los 17 en 25 puntos.

En tanto, las becas del Fondo de Solidaridad más que se duplicaron en el período mencionado producto de una mejor gestión que acompañó el crecimiento de la matrícula universitaria. Así fue como entre 2005 y 2019 pasaron de 3.777 a 8.582, el 85% de ellas destinadas a estudiantes del interior.

A estas deben agregarse las que ofrece la Universidad de la República (UdelaR) a través de Bienestar Universitario, que tiene varias modalidades y en 2020 llegaron a 6.192.

Las becas en Formación en Educación

En 2005 en formación en educación existían becas de transporte, alimentación y residencia únicamente para estudiantes de los CERP pero hacia 2010 se ampliaron a otros centros del país.

En 2012 se crearon las Becas Julio Castro para estudiantes de Magisterio con el propósito de acompañar la carrera desde primero hasta el egreso. En 2015 estas becas se ampliaron al resto de las carreras (profesorado, maestro/a de primera infancia, profesor y maestro técnico, educación social). Las becas se otorgan con base en un puntaje conformado por un índice de vulnerabilidad socioeconómica y la escolaridad previa de los postulantes, y se renuevan en función del avance producido en la carrera. Los estudiantes al recibir la beca firman el compromiso de trabajar en la educación pública a su egreso. En 2020 se otorgaron 2.284 becas.

Entre 2012 y 2018 se realizó un seguimiento de las becas y se estudiaron sus impactos para ajustar las herramientas utilizadas. Estos estudios a cargo de la División de Información y Estadística del Centro de Formación en Educación (CFE) y del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) evidenciaron un impacto positivo en el avance y egreso de los becarios en el 71% de ellos.2

La financiación de estas becas provino del presupuesto del CFE reforzado desde 2012 por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en acuerdo con el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y el propio Consejo para las Becas Julio Castro, rubro que luego se incorporó al CFE a partir de 2019. El monto de la beca se asimiló al que otorga el Fondo de Solidaridad que desde 2015 gestiona su pago.

El CFE ha acumulado una rica experiencia en materia de otorgamiento de becas, con una comisión nacional y comisiones locales integradas por docentes y estudiantes, recogiendo también la que le aporta el Fondo de Solidaridad.

Las nuevas becas que ofrece el MEC

En 2020 se anunció que se otorgarían becas a estudiantes de carreras universitarias de formación en educación, inicialmente públicas, incluyendo luego a las instituciones privadas. Este adelanto fue instrumentado para 2023 aunque no ha habido aún ninguna carrera presentada al procedimiento voluntario de reconocimiento universitario. Es más, en caso de presentarse estas carreras y partiendo de la base de que fueran aprobadas, se iniciarán con el primer año, por lo cual no tendrán egresados el año entrante.

Sin embargo, el MEC abrió la postulación a las becas para estudiantes que hayan culminado tercer año y cursen la totalidad de cuarto año de magisterio o profesorado. El argumento es incentivar su egreso y que no se vuelquen a trabajar en el sistema educativo con estudios sin culminar. Este argumento podría valer para educación media, pero no para magisterio ya que sin título no es posible ejercer en la educación pública.

Las características de estas becas parecen responder más a las prioridades del MEC que a las necesidades de la formación en educación. Por otra parte, el origen de los fondos debería ser clarificado.

Además, de la experiencia y evaluación del CFE se constata que el resultado de las becas a estudiantes de cuarto año es menor al que se registra cuando se otorgan antes, debido a que quienes llegan a esa altura de la carrera, en su inmensa mayoría, terminan recibiéndose, reduciéndose los abandonos que se concentran en el pasaje de primero a segundo y de este a tercero.3

Por otra parte, el MEC instrumentó las becas sin articular con el CFE, especialmente con su Comisión de Becas y su Departamento Estudiantil que es donde se concentra la acumulación de experiencia. Además, será la única beca que se otorga sin la existencia de una comisión plural para su definición, seguimiento y evaluación. Todo es hecho a cuenta del MEC sin tener en cuenta las lecciones aprendidas.

Estas becas les exigen a sus postulantes la firma de un compromiso de realizar unos cursos ofrecidos por el MEC (que no son acordados con el CFE) y de rendir la prueba de certificación final que realizará el INEEd.

Recordemos que de esa forma los egresados de carreras de magisterio y profesorado podrán obtener el “reconocimiento universitario”. Así es que quienes egresen habrán cursado la carrera con el plan vigente, estarán dando clases con esos estudios pero les darán el título de Licenciado en Pedagogía después de aprobar una prueba de conocimientos básicos sin Pedagogía, paradójico pero real. Para ello los incentivan con una “beca generosa”.

El señor ministro anunció que el fondo ascendería en 2023 a 150 millones de pesos. Sin embargo, la Rendición de Cuentas recientemente aprobada le otorga una partida anual de 50 millones de pesos para financiar becas de instituciones de formación docente. En la ley aprobada no existen otros fondos con ese destino, tampoco en la Ley de Presupuesto. El MEC tiene fondos para becas de educación media, pero no para este otro nivel educativo. ¿El señor ministro tiene el compromiso del MEF de otorgarle un refuerzo en 2022? ¿Utilizará otras partidas? Damos por descontado que el anuncio se va a cumplir, pero llama la atención que estos recursos no estén dispuestos por ley.

En síntesis, la política de becas estudiantiles tiene una acumulación importante en el sistema educativo uruguayo, también en el CFE. Los nuevos instrumentos deberían contar con su participación, ser destinados a la educación pública e incorporarse a la institucionalidad para que no se transformen en una política de gobierno sino de Estado. Las características de estas becas parecen responder más a las prioridades del MEC que a las necesidades de la formación en educación. Por otra parte, el origen de los fondos debería ser clarificado para cumplir con la transparencia que este gobierno dice tener.

Luis Garibaldi es maestro.