De la intensa concentración de cambios propuestos en el Marco Curricular Nacional (MCN), una fuerte apuesta a las competencias en detrimento de las asignaturas, los rimbombantes anuncios sobre la transformación educativa en la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) se han diluido en una modificación de la malla curricular contenida en un documento aprobado recientemente por la mayoría del Codicen titulado Educación Básica Integrada (EBI). Cuánto de la dilución tiene que ver con la movilización de gremios estudiantiles y sindicatos es difícil de saber, pero seguramente las acciones influyeron en las decisiones.
El centro de la llamada transformación está en la educación media. Los actuales primero, segundo y tercero de ciclo básico de Secundaria y UTU pasarán a llamarse séptimo, octavo y noveno. Para ese ciclo el “documento preliminar” propone conservar las asignaturas Matemática, Física, Química, Biología, Geografía, Idioma Español, Inglés, Historia y Educación Física. Además, aparecen Ciencias del Ambiente (para profesores de Biología y Geografía), Introducción a las Ciencias (Física y Química), Comunicación y Sociedad (Español), Mundo Contemporáneo (Historia), Arte con énfasis en Artes Plásticas (Comunicación Visual-Dibujo), Arte con énfasis en Imagen y Diseño (Comunicación Visual-Dibujo), Arte con énfasis en Música (Educación Sonora y Musical) y Arte con énfasis en Literatura (Literatura). Talleres optativos, que en Secundaria pueden ser de Música, Dibujo, Física, Química o Educación Social y Cívica.
En educación técnico profesional, los y las docentes de esos talleres serán habilitados por la Dirección General. También habrá espacios para Formación para la Ciudadanía, que serán dictados por profesores y profesoras de Educación Social y Cívica, Derecho o Sociología en Secundaria, o docentes de Orientación Vocacional o Instrucción Cívica en UTU. También habrá Ciencias de la Computación, con los siguientes énfasis: Alfabetización Digital, Tecnologías Digitales o Programación. Todos dictados por docentes de Informática. En reunión entre la Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza del Uruguay y el Codicen, el presidente del órgano directivo de la ANEP, Robert Silva, se comprometió a que ninguna de las 13 asignaturas pierda horas respecto de la actual malla curricular. Lamentablemente, Educación para la Sexualidad no aparece en la propuesta, al igual que Orientación Vocacional, aunque existen posibilidades de que se reconsidere esa exclusión.
Por otra parte, desde el punto de vista de los y las docentes, no alcanza sólo con no perder horas. La asignatura para la que cada uno se preparó pierde su identidad al incorporarse a un taller optativo. Esto hace que se desdibuje la fundamentación epistemológica de la materia, para incluirla como elemento auxiliar de un proyecto de contenido competencial. Por ello, el anuncio de la conservación de la carga horaria –cuya implementación aún está por verse– no es suficiente para tranquilizar a las y los profesores que se ven afectados en su forma de encarar el trabajo desde el punto de vista profesional.
Pero además todavía quedan por conocerse los programas y el reglamento de evaluación y pasaje de grado (Repag). Ojalá me equivoque, pero preveo que se tienda a “alivianar” los contenidos y a facilitar la promoción.
Venimos de una sistemática política de desprestigio al “enciclopedismo” de la educación pública, así como de un “machaque” en torno a las dificultades que tiene el estudiantado para cambiar de primaria “con una sola maestra” a la educación media “con 12 profesores”, lo que generaría grandes dificultades de adaptación. La tesis que maneja el MCN es que la estructura curricular provoca la desvinculación y el rezago, ya que no se hace “centro en el estudiante”. Ese diagnóstico no parece ser contemplado en la malla curricular a la que se refiere el documento sobre la EBI; se mantiene la multiplicidad de asignaturas y la diversidad de docentes en séptimo, octavo y noveno.
En realidad, los argumentos manejados por las y los defensores de la transformación no reconocen un problema central: gran porcentaje del estudiantado padece lo que eufemísticamente se conoce como “déficit alimentario”, no tienen abrigo ni calzado apropiado, tienen padres y madres en desempleo o están sometidos a diferentes tipos de violencia en el barrio y la familia. Todo eso provoca un grave deterioro cultural que muchos de los medios de comunicación y de las redes sociales contribuyen a alimentar. Si no se miran de frente esos problemas, que golpean directamente en los centros educativos, todo discurso sobre educación es hueco.
Será muy difícil que la elección de horas se pueda hacer con normalidad antes de fin de año, lo que complica la planificación del trabajo de los y las docentes.
Nos enfrentamos a una operación de marketing que ha puesto en vilo al cuerpo docente, a estudiantes y familias. La mayoría del Codicen ha decidido que la transformación se haga en el primer ciclo de la EBI, que va desde inicial hasta segundo de primaria y en el tercer ciclo del EBI, es decir séptimo, octavo y noveno, y para todo el país. No hay antecedentes de una imposición tan abarcativa y simultánea. No se sabe cómo se adaptarán los y las estudiantes que comenzaron en primero y segundo y pasarán a octavo y noveno.
Se espera para los próximos meses una situación de gran complejidad en la organización de los centros educativos, en especial para séptimo, octavo y noveno. No se sabe cuándo será la elección de horas, que se hará primero en Formación Docente, cuya nueva malla curricular aún no se conoce. Luego de que se apruebe, con las posibles afectaciones sobre el trabajo de docentes, deberá realizarse la elección en Secundaria y UTU.
Hay que tener en cuenta que –según la Ley 18.437 con las modificaciones de la 19.889– todavía falta que las ATD por centros y luego las nacionales consideren los nuevos documentos para que, finalmente, el Codicen proceda a su aprobación definitiva. Insisto en que no se conocen aún los programas y el reglamento de evaluación, que también deben ser parte del trabajo de las asambleas. Finalmente, deberá reunirse el máximo órgano de la ANEP para aprobar definitivamente la “transformación”. Eso no sucederá antes de la mitad de diciembre.
Será muy difícil que la elección de horas se pueda hacer con normalidad antes de fin de año, lo que complica la planificación del trabajo de los y las docentes que se enfrentarán a nuevas modalidades, programas y criterios de evaluación. También para esa elección se incorporarán nuevos criterios, lo que la hará más compleja. Nos espera un 2023 muy conflictivo.
Todos esos problemas se agravan con el malestar que ha provocado en estudiantes y docentes la falta de consideración de los planteos elaborados por los colectivos, lo que supone un desconocimiento del papel que juegan en el proceso educativo. Tanto gremios estudiantiles como sindicatos docentes han denunciado la falta de diálogo y han reclamado ámbitos reales de negociación, planteos que no han sido considerados por la mayoría del Codicen. Tampoco han influido los contundentes pronunciamientos de las ATD.
Se enfrentan aquí dos formas de concebir la democracia. Por un lado, quienes piensan que luego de las elecciones el gobierno tiene que actuar como si tuviera carta blanca para “hacer y deshacer”. Por otro, quienes creen que, además de las elecciones cada cinco años, hay que tener protagonismo en el quehacer político y social. Como se ve, me sumo a la segunda concepción, que densifica la república, consolida nuestras libertades y nos permite pensar en el bienestar de los integrantes de toda la sociedad.
Esta última forma permite generar condiciones para una amplia participación mediante mecanismos previstos por la ley: el Congreso de la Educación (artículos 44 y 45 de la Ley 18.437, con la redacción dada por el 143 de la 19.889) y las Asambleas Técnico Docentes (artículo 70 de la Ley 18.437, modificado por el 164 de la 19.889). Y también para consolidar el concepto de autonomía de los entes de educación expresado en los artículos 202 y 203 de la Constitución. De esa manera se garantiza que los apuros políticos no generen situaciones como las que comento: el gobierno quiere acelerar su propuesta aunque no esté madura porque en 2024 se viene el llamado “carnaval electoral”.
Como ya se dijo, se puede intentar cambiar la realidad educativa, pero hay que resolver antes una serie de problemas de cuidados de la infancia y la adolescencia que golpean nuestras conciencias. Problemas agudizados por el retiro de importantes instrumentos de política pública que permitían proteger a los y las más vulnerables. Sin esa premisa, lo demás serán fuegos artificiales.
Julián Mazzoni es consejero del Codicen de la ANEP, electo por el colectivo docente.