Algo que ya se insinuaba, parece cada vez más evidente: el objetivo central de la gestión de la movilidad en Montevideo es agilizar el tránsito de vehículos motorizados particulares. Para muestra, un botón. A principios de diciembre, se anunciaron “buenas noticias”: la realidad confirma las simulaciones previas de reducción en tiempos de traslado asociadas a la construcción del túnel de Avenida Italia.

Esta algarabía tiene al menos dos problemas. El primero es que la evidencia internacional muestra que estas ganancias de tiempos de viaje son de corto aliento. Es evidente que una obra de estas características va a reducir los tiempos de viaje en el corto plazo: ¡sería escandaloso que no fuera así! Pero en el mediano plazo, se induce nueva demanda; si hay mejores condiciones para andar en auto, más gente elegirá ese modo: se perpetúa la lógica que hace que el auto sea el modo más conveniente. A medida que las personas interioricen las nuevas condiciones, se generarán cambios de comportamiento hasta que la infraestructura vuelva a saturarse.

El segundo problema es ético y político: ¿a quiénes benefició la obra?, ¿fue ese el mejor uso para 20 millones de dólares? Los recursos son siempre escasos y, por lo tanto, hay que usarlos para favorecer explícitamente a los medios de movilidad que tienen un mejor balance de externalidades, en particular, al transporte público. En una ciudad que hoy tiene el doble de autos que hace diez años, en la que el ómnibus está perdiendo peso como modo de desplazamiento, es urgente orientar los recursos a mejorar las condiciones y los tiempos de viaje de los ómnibus y a favorecer el transporte multimodal que combine transporte público y movilidad activa.

En este período, el gobierno departamental no cuenta con financiamiento para grandes obras de infraestructura, pero tampoco se percibe una clara vocación de transformación de la movilidad. El plan Montevideo se Adelanta utiliza los pocos recursos disponibles en resolver problemas de congestión en puntos problemáticos aumentando la capacidad vial para autos con medidas low cost (las transformaciones anunciadas para 21 de Setiembre y Solano Antuña son un ejemplo). Estas medidas se basan en el mismo principio que el túnel de Avenida Italia: hacer más fluido el tránsito de autos para reducir el tiempo privado de viaje, sin valorar los efectos en la calidad de vida (actividad comercial, salud, vida barrial) de una ciudad diseñada para priorizar los autos.

Un gobierno progresista, que valora la equidad, que quiere ser más verde e inclusivo, no puede seguir la receta obsoleta e insostenible de darles mejores condiciones a los autos. La ciudad obtiene el tránsito que incentiva.

No hay ninguna ciudad que haya resuelto los problemas de congestión en el largo plazo mejorando las condiciones para los autos. Es necesario favorecer decididamente la caminata, el uso no sólo recreativo de la bicicleta y el transporte público. Para eso, hay cosas que el gobierno departamental podría hacer con pocos recursos:

  1. Usar la tecnología de semáforos adaptativos para acortar los tiempos de viaje en ómnibus.

  2. Mejorar la experiencia de los usuarios de transporte público, en particular, perfeccionar la información en tiempo real.

  3. Cambiar el modo de remuneración de los operadores de ómnibus, pasando del pago por boleto vendido al pago por kilómetro recorrido u otra medida del servicio brindado. Esta es una condición necesaria (no suficiente) para reconfigurar recorridos y otras medidas necesarias para romper con la tendencia estructural de reducción de viajes en transporte público.

  4. Hacer una gestión activa del estacionamiento en calle que impulse un uso más racional del espacio y genere las condiciones para que inversores privados inviertan en estacionamientos (cobrar en lugares congestionados en los que hoy se estaciona en forma gratuita, ajustar el precio en las zonas tarifadas, fiscalizar el estacionamiento en veredas y otras zonas prohibidas).

  5. Licitar sistemas de bicicletas públicas compartidas en toda la ciudad y generar vías protegidas inicialmente de bajo costo que unan la red dispersa de ciclovías.

Un gobierno progresista, que valora la equidad, que quiere ser más verde e inclusivo, no puede seguir la receta obsoleta e insostenible de darles mejores condiciones a los autos. La ciudad obtiene el tránsito que incentiva.

La gestión de la movilidad en la ciudad debe tener como objetivo dar mejores condiciones para el movimiento de personas. Es evidente que el tránsito en Montevideo y la demanda por el espacio público que generan los autos es un problema cada vez mayor. Aunque parezca contraintuitivo, el problema no se va a resolver haciendo más de lo mismo. Es urgente que se empiece a visualizar un plan articulado, con el centro en las personas, para transformar la matriz de movilidad. En eso se juega la calidad de vida de más de la mitad de los habitantes del país.