En varias oportunidades hemos denunciado el sostenido desmantelamiento del Plan 94 Martha Averbug, destinado a adultos y jóvenes con condicionamientos laborales, así como de la educación nocturna en nuestro país. Durante 2021 y 2022 los turnos nocturnos tuvieron que brindar números de forma sistemática sobre cantidad de estudiantes que cursaron y cuántos de ellos rindieron sus pruebas finales.

Luego de comparar las matrices de grupos y asignaturas 2022-2023 podemos observar:

  1. La eliminación del turno nocturno del liceo 37.
  2. La eliminación de la totalidad de los grupos anuales en todo el Plan 94, pese a que en reiteradas ocasiones y en base a argumentos pedagógicos las salas docentes solicitaron a las autoridades su reintegro.
  3. La pérdida de la mayoría de los cargos adjuntos de Matemática, así como de prácticos en general.
  4. La decisión de creación de grupo-asignatura a demanda.
  5. Se profundiza en la precarización laboral docente, ya que hay asignaturas que no estarán disponibles para la elección de horas de diciembre/febrero, sino que se ofrecerán en el segundo semestre y se abonarán a partir de este mes, lo que afecta notoriamente la reglamentación que nos ampara, así como nuestro salario.

Entendemos que la matriz presentada (2023)1 es consecuencia directa del relevamiento arriba referido. Durante el comienzo de los cursos, sin embargo, tal persistencia al pedir números estuvo ausente, posponiendo la creación de grupos cuando el segundo semestre ya transcurría; notamos que estos se vuelven a excluir de la grilla 2023.

Evidentemente, esta conformación de la oferta educativa con visos de eficiencia desconoce a conveniencia los números en caso de contravenir la reducción de grupos planificada.

Prevemos un inicio de cursos con grupos semestrales superpoblados, la consecuente deserción estudiantil y así la profecía autocumplida.

Mientras la transformación educativa publicita el acompañamiento a los estudiantes en sus trayectorias y la permanencia del cuerpo docente en las instituciones, la educación para adultos es su contraejemplo. Luego de sufrir la reducción de grupos año tras año, se le suma la implementación de una transfigurada modalidad libre asistido (que además de precarizada, se ofrece como regla cuando debería ser excepcional), y la semestralización como única modalidad presencial del plan, apreciándose su creciente conformación en grupos-asignatura.

Así como en 2021 se eliminaron en los turnos nocturnos los cargos de profesor orientador en tecnología educativa, a pesar de la impronta telemática a la que todo el sistema educativo se ha sumado, estos profesores de Informática resultaron prescindibles para la educación nocturna. En la malla 2023, similares consideraciones suscita la ausencia del cargo de profesor adjunto de Matemáticas, ¿se crearán posteriormente? En tal caso, ¿se puede posponer este acompañamiento sin consecuencias negativas para los aprendizajes? ¿Qué criterio hace primar el ahorro sobre la organización institucional, la estabilidad, el profesionalismo y la fuente laboral docente? Fuente laboral que nuevamente se verá seriamente afectada.

Por un carril parecido corren los subgrupos de prácticos de ciencias: teniendo en cuenta la reglamentación vigente, los subgrupos de la grilla serían insuficientes en relación a los grupos teóricos. Ante esta inconsistencia se nos ha dicho que se crearán a futuro. ¿Se normaliza la creación hipotética de grupos cuando el semestre ya se ha iniciado?

Sin dudas, estos cambios han generado y continuarán generando la fragmentación del cuerpo estable de los turnos nocturnos, ya que los docentes efectivos no completarán su unidad exclusivamente en el turno. La transformación en los planes para adultos parece tener como norte la reducción del gasto y su precarización creciente.

Mientras la transformación educativa publicita el acompañamiento a los estudiantes en sus trayectorias y la permanencia del cuerpo docente en las instituciones, la educación para adultos es su contraejemplo.

Cabe destacar que en lo que respecta a la educación de adultos y a la culminación de ciclos educativos se ha profundizado en la línea de “validación de conocimientos” generando instancias de evaluación en las que se acredita un ciclo educativo2 total o parcialmente sin mediar instancias pedagógicas, suprimiendo la praxis educativa y por ende el vínculo que se establece entre el docente, el estudiante y la forma compleja y única en la que se posibilita el conocimiento.

Entendemos que hay grandes probabilidades de que esta modalidad que ahora se aplica en la educación media básica se extienda también al bachillerato y termine reduciendo la educación secundaria para adultos en una mera acreditación de ciclos.

Desde estas modalidades se cercena el derecho de nuestros estudiantes a formarse junto al docente, a vivir la instancia pedagógica como un espacio de gran valor para su formación académica, ya que nada sustituye las vivencias que se crean y experimentan en el aula. El aula, ese espacio en disputa, donde la práctica pedagógica cobra verdadero sentido. Espacio en el que las preguntas, las miradas, los silencios hacen al aprendizaje profundo, humano y significativo. De toda esta experiencia es excluido el estudiante que es expuesto a este tipo de “oferta educativa” en la que lo que prima es la mera “acreditación” de ciertos conocimientos considerados básicos para un ciclo en particular.

Para estas modalidades, la evaluación es un fin en sí mismo y no un método para procesar la evidencia necesaria y así mejorar el aprendizaje del estudiante. Este es el punto medular de nuestra crítica al desmantelamiento del plan 94 y la generalización de políticas focalizadas para la población estudiantil adulta y extraedad. Desde esta perspectiva, consideramos que el propio sistema educativo ha producido un enroque pedagógico, motivado por el presunto interés del estudiante, así introduce la acreditación como fin, facilitando o flexibilizando el proceso educativo y como consecuencia alejándose de aquella tradicional formación integral del individuo y el ciudadano como supuesto rector de la educación pública.

En nuestro país los cursos para estudiantes adultos se implementaron tempranamente, ya en 1919 se creó el primer liceo nocturno. Desde sus inicios este tipo de formación sostuvo una finalidad propedéutica, a pesar de las sucesivas administraciones y gobiernos, resistiendo incluso los diferentes embates de períodos oscuros como el de la dictadura cívico-militar.

En el contexto actual, debemos expresar la necesidad de revisar con conocimiento, seriedad y respeto la educación nocturna y todos aquellos planes dirigidos a la población estudiantil adulta y extraedad. Revisión que debe contar con la participación real y directa de todos los actores involucrados en el marco de una educación que no someta el saber a ningún proceso mercantil y que dignifique la labor profesional docente. Por una educación que apunte a la libertad y autonomía del estudiante para que así pueda desarrollar todas sus potencialidades.

Inés Ferreira y Natalia Quintana son profesoras de educación media, egresadas del IPA. Desde hace años desarrollan su trabajo como docentes en la educación pública nocturna. Al ser publicada la matriz de grupos 2023, decidimos contrastar con la matriz 2022. Sólo consideramos aquí el Plan 94 Martha Averbug (Montevideo). Dicho plan surge en las asambleas técnico docentes liceales, en un momento de “crisis” de los planes para adultos; muchos de sus egresados han continuado estudios superiores. Mantiene el examen como instancia obligatoria en quinto y sexto grado.


  1. Matriz 2023, DGES, disponible en https://www.ces.edu.uy/files/2023/DGSE/proyecto_grupos/MATRIZ%202023%20MONTEVIDEO%2094.pdf

  2. AcreditaCB es una propuesta impulsada desde la ANEP para aprobar el ciclo básico mediante una única prueba en línea. Dicha prueba se hace en colaboración con Plan Ceibal. Se aplica a nivel nacional desde 2020 hasta la fecha.