El 25 de febrero de 1962, hace 60 años, nacía el Partido Demócrata Cristiano (PDC), materializando así una corriente de larga existencia en nuestro país. Con el impulso de ese gran compatriota que fue Américo Plá Rodríguez, la Convención Nacional de la Unión Cívica (UC) votó por amplia mayoría la transformación de UC a Partido Demócrata Cristiano.

En esos años la Democracia Cristiana tenía todo el prestigio que le daba el éxito que, junto a la socialdemocracia, había tenido la construcción de “estados de bienestar” en Europa Occidental. También, en los 60, el éxito de la Revolución en Libertad llevada adelante por el PDC chileno, con transformaciones profundas, en particular su reforma agraria y activas políticas de integración social. Los 60 son también los del Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal de Medellín, instancias transformadoras que tuvieron gran influencia en toda América Latina y que en esos años llevaron a un fortísimo compromiso y al surgimiento de visiones como la Teología de la Liberación.

Sindicalistas del PDC participaron en la fundación de la CNT y los legisladores democratacristianos tuvieron destacadas iniciativas en legislación social: Plá Rodríguez en derecho del trabajo y Juan Pablo Terra, sobre todo, en vivienda. Terra fue sin dudas un líder formidable para el PDC. Su profundidad ideológica, tan bien expresada en su Mística, desarrollo y revolución, todavía actual, su gran actuación parlamentaria y su visión estratégica fueron únicas.

En tiempos del pachecato, Terra realizó en junio de 1968 un llamado a la unidad de todos los progresistas basados en un programa común. Su tenacidad y convicción llevó a que, junto a hombres tan grandes como Zelmar Michelini, Rodney Arismendi y Liber Seregni, entre tantos, el 5 de febrero de 1971 se fundara el Frente Amplio.

Los orígenes

1962 fue la culminación de un largo proceso. El primer hito fue la fundación en 1904 de la Unión Democrática Cristiana. Fue una central sindical y social, en tiempos de centrales ideológicas, que luchó por las ocho horas, el descanso dominical, el salario familiar y por formas de autogestión.

En 1910 Juan Zorrilla de San Martín fue el primer candidato a diputado de esta corriente.

En 1911 se fundó la Unión Cívica. Fue un partido que tuvo en su seno distintas visiones, pero siempre hubo una progresista, vinculada con el pensamiento demócratacristiano. Destacamos a Eduardo Cayota, autor de la Ley de la Caja Bancaria con cogestión de los trabajadores en 1924; Tomás Brena, impulsor de la Ley de Asignaciones Familiares en 1944, y Dardo Regules, quien fuera ministro del Interior cuando se necesitó a alguien que diera garantías de transparencia democrática.

Así se llegó a ese 1962.

Era una corriente que, como nos enseñó a todos mi (nuestro) maestro Mario Cayota, engarzaba con una tradición centenaria, que reconoce en el humanismo cristiano y en sus principales exponentes, Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro, autor en 1516 de La Utopía, las bases de su pensamiento.

En nuestras tierras, el proyecto misionero primero y la Revolución artiguista son los mojones que nos determinan. En el siglo XX, Jacques Maritain, Emmanuel Mounier y Louis-Joseph Lebret fueron los principales pensadores que nos influyeron.

El PDC nació así para impulsar en el plano político esa larga y rica tradición ideológica.

El autoritarismo y la dictadura

El joven PDC tuvo desde el inicio una posición muy firme de defensa de la democracia y contra el autoritarismo y la defensa de los derechos humanos. Los democratacristianos enfrentaron en todo el país al pachequismo, primero, y a Juan María Bordaberry después en los años previos al golpe de Estado.

Juan Pablo Terra denunció al Escuadrón de la Muerte en el Senado y Daniel Sosa Días interpeló en Diputados al ministro de Defensa de la época por la primera muerte por torturas: Luis Batalla, militante del PDC asesinado en el cuartel de Treinta y Tres.

Desde el 27 de junio de 1973 el PDC estuvo en la primera fila de defensa de la democracia. Su periódico Ahora fue clausurado por editorializar contra la prisión de Liber Seregni.

Sus militantes lucharon contra la dictadura y sufrieron las persecuciones de la época: cárcel, tortura, exilio y persecución laboral.

En 1982 y 1983, los democratacristianos participamos activamente en la fundación de la ASCEEP, a nivel estudiantil, y del PIT, a nivel sindical.

En 1982, desde la revista Opción y en acuerdo con el general Seregni, se lanzó la Comisión Nacional del Voto en Blanco, presidida por Francisco Ottonelli. La comisión terminó en la justicia militar y Opción fue clausurada, pero los frenteamplistas logramos, en las peores condiciones, decir que estábamos vivos y leales a Seregni.

Los últimos años

En las últimas décadas, Héctor Lescano se convirtió en la principal figura demócratacristiana, habiendo sido diputado, senador, ministro y embajador.

El PDC tuvo una enorme cercanía con Tabaré Vázquez. Respaldamos su liderazgo y su estrategia del Encuentro Progresista que nos llevó a la victoria de 2004.

En los últimos años tuvimos el orgullo de que compañeros democratacristianos estuvieran en los tres gabinetes de Tabaré y Pepe, que presidieran sindicatos muy importantes, que con Ramón Fonticiella el FA triunfara por primera vez en Salto. Hoy nos llena de orgullo que Arturo Bentancor sea el alcalde de Juan Lacaze, pueblo de tan larga tradición de luchas obreras.

Tras la derrota de 2019, convencidos de la necesidad de que el FA tuviera mayor equilibrio interno y por tanto efectivizar mejor su pluralidad, hemos impulsado desde el inicio, junto a otros sectores y compañeros, la conformación de un espacio que se materializó en Convocatoria Seregnista-Progresistas.

Tenemos una gran identificación con Fernando Pereira. El presidente del FA comparte con nosotros la misma fuente ideológica del humanismo cristiano.

Hoy, junto a todo el FA, somos opositores al gobierno liderado por el herrerismo del presidente Luis Lacalle Pou. Su visión ultraliberal y su alejamiento de las mejores tradiciones nacionales de un Estado con fuerte incidencia en el imprescindible equilibrio social nos hace militar claramente para poner fin a este período de retroceso nacional y volver a la senda progresista en 2024.

Y en estas semanas, nos encontramos abocados a la militancia por el Voto “Sí” el 27 de marzo. Los 135 artículos de la ley de urgente consideración que queremos derogar son una clara expresión de la política del individualismo, del retroceso del Estado y la desprotección de los más débiles.

60 años después, los democratacristianos seguimos comprometidos con nuestra visión centrada en la dignidad de la persona humana que alcanza su máximo desarrollo en comunidad. Concibiendo a la política como un acto de servicio al prójimo y en permanente búsqueda del bien común. Privilegiando el compromiso con los más desposeídos en esta sociedad capitalista que soñamos en superar. Con un radical compromiso con la libertad, el pluralismo y la defensa de los derechos humanos. Para los democratacristianos no hay proyecto de transformación social sin democracia. Con la ética y la transparencia como única forma de hacer política. Apostando a un concepto de desarrollo equitativo en armonía con el ambiente que sintetizamos en la idea de “la casa común”. Comprometidos con la igualdad de género y la diversidad sexual. Contrarios al racismo y a la xenofobia. Siempre en búsqueda de la utopía.

60 años son muchos años. Han sido fructíferos. Miramos hacia el futuro con muchas esperanzas. Queda mucho por hacer en bien de nuestra gente. En eso seguiremos.

Jorge Rodríguez es presidente del Partido Demócrata Cristiano.