La intendencia de Paysandú debe abrir un proceso transparente y democrático hacia un debate ciudadano sobre el futuro de su territorio, dando lugar a una planificación basada en visiones claras, coherentes y participativas.

El paisaje rural ha tenido una profunda transformación en la última década, acompañando políticas públicas, desarrollo económico, cambios en las formas de producción y tecnología. Estas transformaciones merecen la apropiada reflexión de profesionales y ciudadanos, en particular con relación a los desafíos que trae el cambio climático.

La intendencia de Paysandú se encuentra en un proceso de revalorización de la costa de la ciudad de Paysandú y ha firmado un acuerdo por contratación directa con la oficina de arquitectura OMA (Office for Metropolitan Architecture) para la realización de un masterplan de 350 hectáreas en terrenos municipales. Esto implicaría la definición de usos del suelo, volúmenes, indicaciones de reglamento, entre otros.

El estudio de arquitectura OMA es conocido a nivel mundial por sus propuestas que cuestionan las bases de convocatorias con programas híbridos y reflexiones sobre la ciudad. A través de su ala de investigación AMO ha presentado recientemente el libro Countryside report, una compilación de textos y proyectos relacionados al futuro del campo, mostrando un panorama de ejemplos que muestran la complejidad del territorio rural.

En este sentido es indudable que es un equipo de profesionales capaz de responder a las demandas que puede ofrecer un proyecto como el de la intendencia de Paysandú, pero cabe reflexionar sobre la necesidad de debatir un proyecto de esta envergadura en otros espacios para encontrar modelos sustentables de desarrollo para el interior del país.

El proyecto Distrito Park, que pretende ser un insumo para el trabajo del futuro masterplan, debe ser criticado antes de transformarse en la visión dominante sobre el futuro de la ciudad de Paysandú. Un proyecto basado en la especulación inmobiliaria de inversión extranjera, que no respeta el paisaje y restringe el acceso a la costa no debería ser el punto de partida de un proceso liderado por la intendencia.

La necesidad de ordenar el territorio, crear infraestructura para la universidad y espacios públicos debe priorizarse ante la búsqueda de inversión extranjera y un desarrollo económico que beneficiará a privados. Se deben crear modelos alternativos, basados en las economías locales, que involucren distintas escalas y actores, fruto de un análisis de las complejidades del territorio contemporáneo.

La decisión sobre el carácter de una zona costera, inundable, en terreno municipal debe ser el resultado de una construcción colectiva sobre el futuro del interior del país y no dejarlo exclusivamente en las manos de un estudio de arquitectura, ya sea OMA u otro. Los arquitectos deben tener la tarea de dar respuesta al imaginario de un colectivo, luego de que se haya dado el debate público, dando uso a las herramientas democráticas que tiene la intendencia de Paysandú, a través de la Ley de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sustentable y los mecanismos de participación.

Ana Gilmet es arquitecta egresada de la Universidad de Lund en Suecia.