Mucho se habla hoy de crear ciudades más accesibles, más sustentables, con perspectiva de género. En definitiva, ciudades que se construyan en las bases ciudadanas. Mujeres, hombres y disidencias; niñas y niños, adultos mayores: todos perciben y viven las ciudades de formas diferentes, con necesidades disímiles que a veces parten desde tener una vivienda hasta poder caminar seguras. Pues bien, ¿cuáles y cómo son estos imaginarios colectivos? ¿Cómo transitar por caminos que permitan tender a soluciones que reconozcan las diversas identidades territoriales?

Un niño con una camiseta de fútbol arma con dos piedras los palos de un arco de su altura. Una pelota colocada a 11 pasos marca el punto penal de una cancha de hormigón gastada. De fondo, una malla para detener el impacto. ¿El entorno? Una cooperativa de mujeres jefas de hogar. A media cuadra se encienden fogatas para calentar las lonjas de las llamadas del barrio, un colectivo prepara las danzas que cerrarán el ritual.

El colectivo Habitadas, en su fanzine El Peso de la Mochila, nos habla de un manifiesto de lo común y nos dice: “Por la urgencia de construir juntes una espacialidad otra: desde lo común, lo colectivo, desde el derecho a ser. Ecologista, Antiespecista, Anticolonial, Antirracista, Feminista. Por una espacialidad donde nuestros cuerpos no sean territorio de conquista”, resaltando con énfasis la necesidad de generar un Manifiesto de lo Común respecto de las desigualdades existentes en la ciudad, y donde es reivindicación de los movimientos poner la perspectiva feminista a la hora de pensar ciudades.

En Ciudad Vieja –la plaza 1– la Comisión Derecho a la Ciudad publicaba en la diaria, allá por 2019,1 la necesidad de visibilizar las dinámicas inmobiliarias en las ciudades, diciendo claramente que hoy las ciudades son muchas veces desarrolladas por el capital y los inmuebles abandonados2 son territorios de disputa, propiedades utilizadas como capital de inversión y especulación inmobiliaria.

¿Cuánto vale una casa vacía si se puede demoler y hacer un edificio de apartamentos? ¿Cuántos años necesita para aumentar su valor? Tal vez son tan largos los procesos de expropiación de bienes e inmuebles que permiten el tiempo suficiente al mercado de acomodarse diversificándose. ¿Acaso no es de interés para la población que las leyes empiecen a regular con modificaciones que se adecuen a este tiempo? ¿Acaso no es momento de poner la ciudad por delante de la vivienda, entender sus lógicas, dinámicas, políticas, economías, desarrollo y desigualdades?

En Fincas Abandonadas, proyecto trabajado entre colectivos y la Intendencia de Montevideo que involucró diversos actores políticos, sociales y económicos, se logró, no sin dificultades, poner en el centro del debate público de la ciudad a aquellos inmuebles que muchas veces producen procesos de segregación social y, por lo tanto, de gentrificación.3

Debemos permitirnos profundizar en diálogos internacionales y municipales con países que se encuentren en el Movimiento Municipalista Global, construyendo, como ellos dicen, más ciudades sin miedo.

La Intendencia de Montevideo implementó en este último período el Plan ABC, que consta de cinco ejes –Alimentación, Igualdad, Trabajo, Salud y Territorio– y que tiene la particularidad, en un contexto pandémico y de crisis, de atender los territorios más desprotegidos. Este plan pone en el centro de las políticas departamentales a la ciudadanía, algo que sin dudas logra direccionar y poner además, de alguna forma, a la política de lo común el esquema de planificación de los territorios. Escenarios e imaginarios colectivos que logren planificar la ciudad desde los individuos hacia lo colectivo, vecinas y vecinos pensando a través de sus necesidades y demandas imaginarios posibles que atiendan y tiendan a entender a la ciudad como un derecho que nos corresponde tener.

Tal vez es momento de seguir profundizando en materia de descentralización democrática las políticas, permitiendo que colectivos, organizaciones, sindicatos, vecinas y vecinos, niñas y niños puedan transformar sus barrios y territorios. Municipios y concejos vecinales que puedan, por medio del diálogo con las organizaciones sociales, tomar las demandas de los barrios; ediles y edilas atendiendo y acompañando mediante estudios y modificaciones legislativas que piensen con una mirada prospectiva la ciudad que soñamos; colectivos y académicos que, involucrados en los procesos, aporten la mirada técnica y disciplinar construyendo comunidades en el saber mancomunado de la extensión universitaria. Estas capas son algunas de las formas que empiezan y ya surgen desde los diálogos.

Debemos permitirnos profundizar en diálogos internacionales y municipales con países que se encuentren en el Movimiento Municipalista Global, construyendo, como ellos dicen, más ciudades sin miedo. Como sostiene Ada Colau: “El municipalismo es una fuerza en alza que quiere transformar, desde abajo, el miedo en esperanza y construir esa esperanza en común”.

Maximiliano Di Benedetto es militante por la ciudad, estudiante de Arquitectura y concejal vecinal del municipio B.


  1. https://ladiaria.com.uy/opinion/articulo/2019/3/ganar-el-derecho-a-la-ciudad-hacia-un-programa-de-usos-de-inmuebles-abandonados/ 

  2. ¿Qué entendemos por inmuebles abandonados? Viviendas abandonadas, en estados deteriorados, muchas veces ocupadas, con patologías constructivas complejas. 

  3. Gentrificación es el término adoptado por académicos y militantes de la ciudad, que describe los movimientos en el mercado de la vivienda y los territorios, generando, a través de inversiones inmobiliarias y commodities, construir, derruir y en consecuencia subir los precios de los inmuebles aumentando la presión del capital financiero en el territorio, y generando muchas veces la expulsión de la población local por la suba de los precios en los barrios.