Atravesamos un período que es el más duro que ha conocido la economía mundial desde la creación del sistema multilateral de comercio hace más de tres cuartos de siglo. El choque cuádruple de la covid, el cambio climático, los conflictos y el coste de la vida han deshecho años de beneficios para el desarrollo que costó mucho obtener. Con el endurecimiento de las condiciones financieras, incluso países que parecían estar en el camino hacia la prosperidad y la estabilidad se encuentran hoy sumidos en el abismo de la deuda, la fragilidad y la incertidumbre acerca del futuro.
Para superar las crisis que enfrentamos hace falta una acción multilateral coordinada. Tanto la ayuda como el comercio tienen un papel fundamental que desempeñar para revertir los efectos de este choque cuádruple y volver a poner al mundo en el camino de la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Dirigimos los tres organismos internacionales que integran la plataforma de comercio de Ginebra: la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) y el Centro de Comercio Internacional (ITC). La OMC establece las normas que rigen el comercio mundial y vigila su cumplimiento. La Unctad realiza investigaciones y facilita la creación de consensos para guiar a los gobiernos. El ITC ayuda a las pequeñas empresas a globalizarse, especialmente a empresas dirigidas por mujeres y jóvenes emprendedores. Trabajamos juntas para lograr que el comercio contribuya mejor al desarrollo.
Las tres compartimos un profundo compromiso con una prosperidad impulsada por el comercio. Las tres entendemos que un mundo en crisis significa que no podemos seguir actuando como si no pasara nada. Y las tres queremos que nuestras organizaciones “pasen de las palabras a los hechos” para que la ayuda y el comercio aporten resultados a las personas de carne y hueso.
Para lograr que la ayuda y el comercio contribuyan a un mundo mejor, los responsables de la elaboración de las políticas deben tener en cuenta tres aspectos fundamentales.
En primer lugar, conseguir que el comercio sea más ecológico. El comercio mundial puede desempeñar una función importante en el proceso de transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono. Según las investigaciones preliminares realizadas en la OMC, la eliminación de los aranceles y los obstáculos reglamentarios al comercio sobre un conjunto de bienes ambientales relacionados con la energía permitiría reducir las emisiones mundiales de CO2 en 0,6% en 2030, sólo gracias a la mejora de la eficiencia energética, y podría haber aumentos adicionales de la eficiencia ligados a la repercusión de la innovación y a la bajada de los precios, que aceleraría el paso hacia una energía renovable y a productos menos intensivos en carbono.
En segundo lugar, conseguir que el comercio sea más inclusivo. La promoción del desarrollo del comercio de las pequeñas empresas y una mayor participación de las mujeres y los jóvenes en el comercio hacen que las empresas y los países sean más competitivos, impulsan la transformación económica y reducen la pobreza. No obstante, en las encuestas de coyuntura del ITC se constató que sólo una de cada cinco empresas exportadoras está dirigida por mujeres. Los datos de la OMC muestran que las microempresas y las pequeñas y medianas empresas representan alrededor de 95% de todas las empresas a nivel mundial, pero sólo un tercio de las exportaciones totales.
En tercer lugar, conseguir que el comercio esté más conectado. En nuestro mundo en red, el futuro del comercio pasa por los canales y las plataformas digitales, especialmente en el caso de las pequeñas empresas. Durante la pandemia, presenciamos cómo hacer negocios en línea pasó de ser útil a ser esencial para la supervivencia. Los datos de la Unctad muestran que los servicios prestados digitalmente representaron casi dos tercios del nivel de las exportaciones mundiales de servicios.
Para superar las crisis que enfrentamos hace falta una acción multilateral coordinada. Tanto la ayuda como el comercio tienen un papel fundamental que desempeñar.
Estos temas se abordarán en el próximo Examen Global de la Ayuda para el Comercio, que se celebrará del 27 al 29 de julio en Ginebra.
El acto tiene lugar un mes después de la exitosa Duodécima Conferencia Ministerial de la OMC, que volvió a encarrilar el multilateralismo comercial y produjo un acuerdo histórico sobre las subvenciones a la pesca, y dos meses antes de la reunión de la COP27 en Egipto, que podría determinar las posibilidades que tiene el mundo de mantener vivo el objetivo 1,5 °C.
Los datos muestran señales alentadoras de que la ayuda para el comercio se orienta hacia una mayor sostenibilidad, inclusión y conectividad. Los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y la OMC revelan un nivel sin precedentes de casi 50.000 millones de dólares en desembolsos de ayuda para el comercio en 2020, de los cuales la mitad estaban relacionados con el clima o con el género, y un tercio eran en favor de la economía digital. A pesar de las crecientes presiones presupuestarias internas, es de vital importancia proseguir y aumentar esas corrientes de ayuda para el comercio.
Aparte de una mayor orientación temática a la sostenibilidad, la inclusión y la conectividad, para maximizar la contribución de la ayuda para el comercio al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible hay que atender resueltamente a la cuestión de "dónde" y "cómo" producir resultados en materia de desarrollo.
Esto significa centrarse en los países cuyas necesidades en materia de comercio y desarrollo son más altas -en particular los países menos adelantados y los países frágiles/afectados por conflictos- y en iniciativas regionales como la Zona de Libre Comercio Continental Africana, para asegurar que constituyan pasos hacia cadenas de valor regionales más amplias y más inclusivas y hacia un crecimiento impulsado por el comercio.
Esto implica asociación de todas las organizaciones internacionales. La OMC, la Unctad y el ITC ya colaboran en iniciativas como el Global Trade Helpdesk -que simplifica la investigación de mercado mediante la integración de información comercial y de negocios clave en un solo portal-, así como en el apoyo a los países exportadores de algodón en África.
Por último, pero ciertamente no menos importante, significa movilizar financiación pública y privada. La Corporación Financiera Internacional estima que el déficit mundial de financiación asciende a 300.000 millones de dólares para las mujeres, y que el déficit mundial de financiación del comercio casi se ha duplicado con respecto a la ya impresionante cifra de 1,5 billones de dólares. Sin acceso a financiación, las empresas no pueden crecer, diversificarse o formalizarse.
Queremos finalizar con un llamamiento a la acción. Crear un futuro más sostenible, inclusivo y conectado es el gran desafío de nuestro tiempo. La ayuda, el comercio y el multilateralismo -conjuntamente- son parte de la solución. Es normal y comprensible que los gobiernos actúen para apuntalar sus economías en tiempos difíciles. Pero tenemos que actuar ahora para lograr que los más pobres y vulnerables del mundo puedan encontrar el camino de la prosperidad a través del comercio mundial.
Ngozi Okonjo-Iweala es directora general de la OMC. Rebeca Grynspan es secretaria general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. Pamela Coke-Hamilton es directora ejecutiva del Centro de Comercio Internacional.