Este artículo refiere a la experiencia pedagógica implementada en la comunidad educativa del liceo 52 de Villa García, en 2022, a través de talleres de sexualidad con adolescentes de séptimo y octavo grado de Educación Básica Integral. Mediante esta práctica, buscamos generar otros espacios de enseñanza mediados por tiempos diferentes al aula, donde el estudiantado pudiera problematizar el cuerpo y su lugar ante la mirada adulta y entre pares; las relaciones de poder, los roles esperados y los prejuicios sociales en función del género.

La adolescencia es una etapa de la vida en la que la socialización es crucial para el intercambio entre pares que tengan intereses similares, para sentirse parte de un grupo, compartir pautas de conductas y construir sistemas de valores propios, aunque ello signifique transgredir las normas. Dicho proceso estuvo interrumpido durante el período de pandemia por covid-19, lo que significó, desde lo educativo, un quiebre en el encuentro presencial dentro de la comunidad educativa y en el quehacer áulico en particular. La presencia de un nuevo dispositivo de enseñanza (la virtualidad) imposibilitó por momentos la cercanía y el encuentro de los cuerpos. Por tal motivo, los ejes temáticos y la metodología seleccionada en la planificación de los talleres apuntaron a comprender a las adolescencias en un contexto sociohistórico determinado. Asimismo, las estrategias implementadas se centraron en poder generar espacios de debates en cuanto a la interseccionalidad del sexo, género, clase social, y cómo dichas categorías atraviesan la sexualidad adolescente.

Ello permitió visualizar que cada adolescencia transita su propio proceso de construcción de identidad, diferenciación y confrontación con el mundo adulto, y lo hacen en escenarios de fragilidad, incertidumbre y en ocasiones en soledad. Poner en diálogo la palabra, el cuerpo y las emociones permitió dar lugar a la reflexión y el intercambio sobre género, estereotipos, mitos, tabúes, valores sociales y morales que se desprenden de la vida cotidiana del estudiantado.

La Educación Sexual Integral desde una labor interdisciplinaria

El quehacer interdisciplinario nació del diálogo profesional entre dos docentes de diferentes disciplinas (Geografía y Educación Social y Cívica, Sociología y Derecho), que al mismo tiempo ocupan lugares de referencia educativa en el centro de mención, con distintos perfiles (referente de sexualidad y profesora orientadora bibliográfica). La propuesta se centró en un marco de derechos humanos, la progresividad de los mismos y en documentos oficiales, como la Ley General de Educación, 18.437. La experiencia educativa se fundamentó en una perspectiva de género entendida como una categorización social, que se realiza sobre las personas, por el simple hecho de haber nacido hombres o mujeres. Problematizar dicha construcción social sobre el género desde una mirada binaria habilitó a que el estudiantado reflexionara sobre las maneras de vincularse, los roles esperados o asignados, los prejuicios y las desigualdades sociales, culturales y económicas que se producen a partir de la construcción histórica: hombre-mujer. En concordancia con la concepción de género, la perspectiva en torno a la diversidad fue parte fundamental en los encuentros con los/as adolescentes.

Las adolescencias con las cuales se realizaron los talleres se encontraban transitando o recientemente habían transitado la pubertad, una etapa de pasaje entre la infancia y la adolescencia. El paso entre ambos períodos de la vida implica cambios en lo psíquico, emocional, en el cuerpo genitalizado, el abandono del cuerpo infantil y en las formas de vincularse libidinalmente con sus pares. Esto, a su vez, genera cierta fisura en el cuadro de las relaciones vinculares que pueden llegar a tener los/as estudiantes. En esta etapa se sufre una especie de “trauma puberal”, donde se debilita el Yo y las identidades ya construidas. Hay una pérdida del goce de la infancia para acceder a un goce regulado, donde todo ahora pasa a estar ligado a los cambios de la cultura “en un orden legal, ético, social y vincular diferente” (Mides/INJU, 2015, p.19).

Algunas líneas de intervención en ESI

Pensar-nos acompañadas por los/as estudiantes en territorios neutrales (esos que producen novedad) contempló otras coordenadas para mirar la realidad y al mismo tiempo construir un marco de referencia para desplegar los objetivos fundamentales de la propuesta educativa. Estos buscaron recrear otros espacios pedagógicos para el acompañamiento y protección a las trayectorias educativas de los/as adolescentes a través de una educación sexual integral (ESI). Garantizar esta educación significó para las docentes la “creencia de que toda ‘personita’ lleva en su interior, [...] toda la humanidad en potencia y puede apropiarse de todo lo que ésta ha elaborado para comprenderse y comprender el mundo, da sentido al proyecto mismo de hacer aparecer lo humano” (Meirieu, 2001, p.30). Es decir, cuando nombramos al Otro (con mayúscula), estamos reconociendo a cada adolescente desde su singularidad, potencialidad, posibilidad, sujeto crítico, pensante, que se presenta resistente en la relación educativa, que cuestiona y desafía; capaz de adquirir los conocimientos brindados y recrearlos libremente.

La presencia de un nuevo dispositivo de enseñanza (la virtualidad) imposibilitó por momentos la cercanía y el encuentro de los cuerpos.

Cada espacio de taller propició de escenario educativo para visibilizar la diversidad en sentido amplio, los deseos propios y en relación con otros/as, las singularidades en cuanto a identidad, y las diferentes maneras que tiene cada adolescente de transitar y vivir el género con el cual se autopercibe. Para ello se realizaron secuencias didácticas en torno a la ESI sobre el reconocimiento de otras/os mediante el cuerpo y la palabra. A través del juego se trabajó la escucha individual y colectiva, la aceptación del sentimiento propio y del ajeno, y la convivencia saludable fuera del ámbito común de clase, poniendo foco en temáticas claves como género, moral, perspectiva de género, sistema género/sexo, rol de género, estereotipos, el amor romántico como mito, discriminación, masculinidad hegemónica y las nuevas masculinidades.

Poner-nos en movimiento junto con el estudiantado

Al decir de Coll (1991), la docencia tiene un rol activo y decisivo al momento de jerarquizar los contenidos e implementarlos. Para que ello suceda, hay que tener en cuenta el proceso cognitivo del estudiantado, cómo elabora el conocimiento y cómo relaciona lo aprendido en contextos reales. Comprender la currícula desde ese lugar propició el espacio para poder complejizar los estereotipos hegemónicos de belleza en mujeres y varones, y la injerencia de las redes sociales y los medios de comunicación sobre dichos estereotipos. Implicó también reconocer-nos en las diferencias, sin que ello implique discriminar y hacer del otro un igual a mí. Comprender-nos en plural, dando lugar a las múltiples formas de ser y de vivenciar esa etapa de la vida.

Como educadoras, buscamos crear y recrear una relación de sostén, un vínculo de confianza que permitiera poner el cuerpo y la palabra, ante una enseñanza que aún sigue siendo compleja al momento de ser abordada, Reconocer las adolescencias como fuente de novedad en un período histórico situado, en donde cada estudiante es capaz de construirse con otros/as desde su propia individualidad, facilitó la posibilidad de democratizar los saberes y las relaciones sociales intergeneracionales y con iguales. Volver a conectar-se, mirar-se, escuchar-se después de dos años de pandemia significó para las adolescencias en general, y las del liceo de Villa García en particular, recuperar espacios en común de socialización. Uno de los mayores desafíos que se evidenció en el espacio de taller fue el que pudieran mostrar sus rostros sin barbijos, hacer visibles sus cuerpos, la diversidad en el transitar de su adolescencia y esta en la relación a la sexualidad.

Al finalizar el ciclo de talleres en ESI durante el año lectivo 2022, algo nuevo aconteció en lo educativo, dando lugar a la construcción de promotoras/es en sexualidad por parte de un grupo de adolescentes del liceo de referencia. Junto a las docentes, diseñaron un breve ciclo de talleres sobre algunos ejes del modelo en ESI, cuyos destinatarios/as fueron los/as niños/as de sexto año de la escuela 157, perteneciente a la comunidad barrial y educativa de Villa García. Los jóvenes generaron a partir de sus propias experiencias sobre la temática propuestas educativas que fueron trabajadas mediante diferentes estaciones sobre: estereotipos de género, redes sociales y adolescencia, cuerpo, inclusión y desigualdad.

La construcción voluntaria de promotoras/es en sexualidad fue un hecho concreto que generó nuevas dimensiones de pensar la educación sexual integral tanto en el liceo 52 como en otras instituciones educativas barriales. En cada encuentro se procuró otorgar un lugar fundamental a las emociones, para potenciar y desarrollar la empatía, la solidaridad y el reconocimiento a la diversidad en todas sus formas. Habitar un espacio hospitalario y de confianza a lo largo del año pasado y el presente año lectivo ha permitido seguir trabajando en los talleres y que el grupo de adolescentes promotores/as en ESI siga vivo, sintiendo y pensando sus experiencias en relación a su sexualidad, en un espacio de respeto y contención desde una perspectiva de derechos humanos.

Vanesa Busto es profesora y referente de sexualidad. Natalia Elizalde es educadora social y profesora orientadora bibliográfica.

Referencias

  • Coll, C. (1991) Psicología y currículum. Paidós. Barcelona.
  • Meirieu, P. (2001) La opción de educar. Ética y pedagogía. Ediciones Octaedro. Barcelona.
  • Mides/INJU. (2015) Sexualidad y derechos. Aportes para el trabajo con adolescentes y jóvenes. Montevideo. Uruguay.