Si bien el artículo 8 de la Constitución de la República establece que “todas las personas son iguales ante la ley no reconociéndose otra distinción entre ellas sino la de los talentos o las virtudes”, la sociedad uruguaya tiene como atávico la desigualdad, como expresión natural del capitalismo que rige su organización.

Abraham Lincoln (1809-1865) propuso una alta participación para la naciente democracia estadounidense con su fórmula de que es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

La disminución sistemática de la desigualdad está asociada a los gobiernos del Frente Amplio (FA). En forma puntual, ha sido el resultado de la expresión mayoritaria de la sociedad en consultas plebiscitarias. Por eso no resulta aventurado proponer el axioma de que, a mayor y mejor participación de la sociedad, disminuye la desigualdad.

Si bien el FA enuncia la necesidad de la participación social y sostiene que “la construcción de una sociedad dueña de su propio destino necesita de la participación de todas y todos”1, sólo en las presentaciones temáticas que hizo el doctor Tabaré Vázquez2 como parte de la campaña electoral en 2004 hay un desarrollo sistemático y propuestas concretas al respecto:

“El gobierno progresista fomentará las vías de participación y control ciudadano: impulsaremos un Plan Estratégico de Fomento de la Participación Ciudadana en colaboración con la sociedad civil; promoveremos una Ley Básica de Participación Institucional que sistematice la normativa dispersa profundizando el reconocimiento del derecho a la participación de las organizaciones sociales; impulsaremos la creación del Consejo Ciudadano de Seguimiento de los Compromisos de Gobierno”.

Paradójicamente, el potencial rupturista y renovador de estas propuestas se demostró porque no se aplicaron, esto es, se mantuvo la insuficiente participación ciudadana, lo que resultó en un vacío de comunicación entre el gobierno del FA y la sociedad, que fue abrumadoramente colmado, obviamente, por los medios de comunicación con un mensaje contrario al gobierno, como ha sido profusamente ilustrado.3

El gobierno de la coalición neoliberal ha profundizado la dependencia y la desigualdad, con el correspondiente apoyo abrumador de los medios de comunicación hegemónicos. A su vez, el FA, a través de su organización, arrancando por los comités, busca neutralizar estos elementos de la “batalla cultural”.

El gobierno de la coalición neoliberal ha profundizado la dependencia y la desigualdad, con el correspondiente apoyo abrumador de los medios de comunicación hegemónicos.

La sociedad del conocimiento

La revolución digital, que masifica las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), en Uruguay ha dado lugar al Plan Ceibal4, cuya implementación creció desde el pie, invirtiendo el milenario proceso de formación de los mayores a los menores.

El puntapié de la “sociedad del conocimiento” ya está dado, por lo es una propuesta realista que la “participación social” abarque todas las esferas de gobierno.

Implementar esta propuesta plantea altas exigencias en, al menos, dos niveles, i) dispositivos tecnológicos para la interconexión masiva de los ciudadanos, esto es, brindarles las posibilidades materiales; ii) enseñanza a gran escala de contenidos atinentes a las actividades de Gobierno, en diferentes áreas y niveles, esto es, brindarles los contenidos didácticos que posibiliten su participación informada. De forma que en el siglo XXI se pueda cumplir la promesa que hacía Napoleón para estimular a su tropa, sin distinción de clase, raza o credo: “Cada uno de mis soldados lleva el bastón de mariscal en su mochila”.

Claudio Iturra es profesor de Historia.


  1. Tiempos de esperanzas, tiempo de la gente. Borrador de bases programáticas del FA 2025-2030. 

  2. El gobierno del cambio. Propuestas y proyectos del Dr. Tabaré Vázquez, ciclo “La transición responsable”, julio-octubre 2004. 

  3. Claudio Iturra, “La izquierda incomunicada”, la diaria, 8 de junio de 2019. 

  4. Ceibal en cifras