“Quieren dividirnos y solo lograrán multiplicarnos” es la frase que luce en el pizarrón que recibe a alumnos, docentes y asistentes en general cuando acceden al liceo n.º 35 Instituto Alfredo Vázquez Acevedo (IAVA). Es que este año 2023, la sucesión de acciones contra la vida de esta comunidad ha sido constante. Unos días antes, el mismo pizarrón decía: “Muchos humanos son importantes, silla mediante, látigo en mano”, aludiendo sin duda al modo vertical y exento de diálogo con el que las autoridades, tanto desde la dirección liceal como desde la dirección general de Secundaria, han decidido vincularse con docentes, estudiantes y familias.
El pizarrón estuvo activo casi todo el año, al igual que los aplausos colectivos en algunos recreos y la entonación a coro de canciones como “A redoblar”, “La marcha de la bronca” y “Resistiré”. Todo recurso fue bienvenido para no rendirse, para dar cuenta del disgusto, expresar el malestar y alentar la lucha.
Intentando una cronología
El IAVA ha sido desde siempre un liceo diferente. Allí han asistido como estudiantes y se han desempeñado como docentes muchas figuras significativas de la escena política nacional, del arte, de la cultura, de la ciencia. Su ubicación en pleno centro de la ciudad y su imponente edificio en el que existe un polo educativo y cultural —pues cuenta con el Museo de Historia Natural y con la bellísima y completa Biblioteca de Educación Secundaria—, hacen que sea un liceo elegido por las familias para que sus hijos cursen bachillerato. Pero más allá de esas valiosas condiciones, es una comunidad “viva”, en la que docentes y estudiantes se sienten comprometidos y encuentran un lugar de pertenencia. Desde siempre existieron en el IAVA actividades extracurriculares organizadas tanto por el gremio estudiantil como por los docentes. Es un liceo paradigmático en ese sentido, fuertemente sensible a las problemáticas coyunturales y comprometido con los derechos humanos. La organización de eventos artísticos y culturales, de intervenciones que sorprenden por su riqueza expresiva y por la fuerza de sus consignas, ocupan muchas veces un lugar en las noticias, lo que causa la conmoción del núcleo más conservador de nuestra sociedad. Con frecuencia ha sufrido acusaciones de violar la laicidad por el mero hecho de defender el lugar de los jóvenes y el derecho a expresarse con libertad. Es un liceo visible que reúne características que lo hacen único y quizás esto es lo que explica el ensañamiento de las autoridades durante este año.
El comienzo se produce en marzo cuando se da la orden desde “arriba” de que los estudiantes deben dejar el salón gremial, espacio que les fue asignado después de la obra edilicia del año 2009. La expectativa de las autoridades seguramente era de una obediencia irrestricta, que nada tiene que ver con lo educativo en tanto consideramos a la educación como una conversación polifónica que deben poner en juego los adultos para invitar a los jóvenes a participar, con la intención de que sean ellos luego los que lleven adelante esa conversación intergeneracional.
La orden de entregar el salón gremial configuró el hito inicial de un conflicto que nunca debió producirse y tuvo como efecto la reacción de los estudiantes y docentes, la crispación de las autoridades que incluyó una denuncia de “secuestro” dentro de la dirección de las inspectoras en ese tiempo actuantes, pues estas se apertrecharon en el escritorio en lugar de salir a conversar en ocasión de una expresión masiva de disgusto ante la orden. De allí en más, se inició el sumario al director por insubordinación, se abrieron investigaciones a varios docentes y se instaló el clima de desconfianza y malestar desconocido hasta ahora en esa comunidad.
Ante la firmeza y solidaridad de los docentes que se negaron a ocupar la suplencia dejada por el director que fue separado del cargo, no tuvieron mejor idea que gestar una intervención a través de dos inspectoras que repitieron durante todo el año los errores del inicio: distancia, ausencia de diálogo, rigidez. Las jerarcas vivieron encerradas en la dirección, enviaron órdenes por correo electrónico, registraron en el parte diario las reuniones sindicales y realizaron acusaciones a una docente por liderar los aplausos de protesta, entre otras cuestiones que pueden señalarse. Con sus acciones cotidianas se podría armar un instructivo de todo lo que no debe hacerse en la gestión de un liceo si uno realmente tiene la intención de educar y forjar una comunidad educativa.
Entre tanto, las autoridades definieron sacar las pertenencias del gremio estudiantil del salón en disputa, abandonándolas en el patio a la manera de un desalojo, mientras en la prensa hablaban de la necesidad de contar con el espacio sustraído para construir una rampa que procurara el acceso a personas discapacitadas. Todo esto sabiendo que había informes de la división arquitectura que indicaban que la construcción de la rampa no era posible y alentando una imagen filantrópica que nunca tuvieron. Llegaron al extremo de negar el uso de la cartelera gremial estudiantil.
Ya estamos a fin de año y aunque el agotamiento va ganando los cuerpos y las almas, el IAVA resiste y las autoridades confirman no tener su prioridad puesta en la educación.
Ante tanta prohibición, surgió la reacción creativa. Los estudiantes tuvieron otros adultos además de sus profesores que los ampararon. Así se hizo la pintada del mural en la calle Madrid casi Magallanes con apoyo de la Brigada Andrés Di Pascua. Además, dentro del liceo fue habitual el uso de paredes y puertas para expresarse a través de carteles.
También hubo un “abrazo” al liceo con la intención de denunciar la opresión y generar un acto de amor al confirmar que, a pesar de que había transcurrido el plazo legal de separación del cargo, el director Leonardo Ruidíaz no sería restituido a su labor liceal sino asignado a una oficina de secundaria. En medio del abrazo y ya entrado el atardecer, hubo un sospechoso “apagón” que, sin embargo, no diluyó la actividad, pues siguieron abrazándose a la luz de las velas.
Ya estamos a fin de año y aunque el agotamiento va ganando los cuerpos y las almas, el IAVA resiste y las autoridades confirman no tener su prioridad puesta en la educación. De las declaraciones de la directora general Jennifer Cherro en prensa se desprende que su interés es dar valor al edificio pues es patrimonial. Una vez más, son las cosas y no las personas las que configuran el interés de la gestión general del subsistema. Cabe decir que el salón retirado —que en realidad es un pasillo— está pulcramente pintado y sin uso, vallado con malla sombra y en el turno vespertino es “custodiado” por una funcionaria sentada al costado, dedicada únicamente a “protegerlo”.
Por eso, no puede sorprendernos —aunque causa rabia y dolor— una noticia que arrasa nuevamente los corazones: el liceo pierde casi la mitad de sus grupos para el año próximo. Quedará casi vacío y muchos docentes que hace tanto tiempo se desempeñan allí deberán partir hacia otros destinos, pues no estarán las horas para ser elegidas para el año 2024. También muchos estudiantes que hoy están cursando allí no podrán continuar pues no existirán grupos de la orientación esperada para continuar sus estudios. A modo de ejemplo, en 2024 no habrá en la institución ningún quinto de la orientación humanística, opción que suele ser elegida por los estudiantes al culminar cuarto año. Llama poderosamente la atención que teniendo grupos superpoblados en varios liceos de la capital se dejen ocho salones vacíos en el turno matutino y catorce en el turno vespertino. Cabe acotar que también se traslada el proyecto de estudiantes sordos e hipoacúsicos iniciado en el liceo en 1999 y llevado ahora a un liceo de adultos en el que existe un plan de estudios semestralizado que además no cuenta con experiencia previa para la educación de estas personas.
Hace unos días se retiró de la presidencia de la ANEP el Dr. Robert Silva para asumir su rol de precandidato a la presidencia del país. Será recordado por haber usado a la educación pública como plataforma de lanzamiento para su carrera política a la presidencia, por su discurso de una transformación que solo transforma para desmejorar el sistema y por haber permitido atrocidades que cotidianamente negaron los fines del ente autónomo que lideró.
Celsa Puente es profesora e integrante del colectivo Conversatorio sobre Educación. Fue directora general del Consejo de Educación Secundaria.