La ley de urgente consideración (LUC) disolvió los consejos de educación y definió la conducción de los subsistemas de la educación pública (Secundaria, UTU y Primaria) bajo la figura única del o la director/a general. Las autoridades argumentaron la decisión en procura de darle fluidez, agilidad y rapidez a la gestión. Sin embargo, estamos llegando al último año del período de gobierno y nada de esto puede vislumbrarse, al menos, en Secundaria.

A la consabida debilidad pedagógica y participativa de la denominada transformación curricular se suma la impericia en el desarrollo de la gestión.

Mi padre, que era sastre de profesión, solía decir que “para muestra, alcanza un botón”. Creo que en este caso, para hablar de la conducción de Secundaria como subsistema, no hay mejor botón de muestra que la elección de horas docentes, tema mentado y difundido en la prensa con insistencia durante las administraciones anteriores, criticado sin pudor y fuertemente expuesto a la opinión pública aun cuando se obtuvieron logros visibles, logros que la actual administración no supo sostener. Desde hace por lo menos diez años, se convirtió en un proceso de transparencia inmaculada, permitiendo que los docentes uruguayos eligieran sus horas de clase antes de comenzar el período vacacional.

El hecho de hacer la elección de horas en forma clara y a tiempo fue el botón de la muestra de nuestras administraciones durante los gobiernos frenteamplistas, andamiadas en una gestión que sin dudarlo funcionó en clave de derechos. En este caso, no sólo pensando en la protección del derecho a las certezas laborales de los profesionales de la educación, sino también en relación con el derecho a la educación de los uruguayos, en tanto para la organización de los liceos y las decisiones de sus equipos de conducción es clave que se conozca de antemano y con tiempo suficiente quiénes serán los docentes que integrarán el plantel a partir del 1º de marzo del año siguiente. La certidumbre es una buena compañera a la hora de la gestión educativa. Sin embargo, en la presente administración es la incertidumbre constante la que reina, generando disgusto y desgaste, con el consiguiente costo que eso tiene en la vida de los centros educativos y en la enseñanza y el aprendizaje.

En la presente administración es la incertidumbre constante la que reina, generando disgusto y desgaste, con el consiguiente costo que eso tiene en la vida de los centros educativos y en la enseñanza y el aprendizaje

Así como el tiempo del atleta no se reduce al de la carrera que correrá, pues esta está precedida necesariamente de un trabajo de mucho tiempo de práctica, preparación, ensayos y corrección de errores, el tiempo de la elección de horas no es equivalente a lo que ocurre durante el tiempo del calendario de elección. Hay un trabajo previo de aproximadamente seis meses en los que se van armando listas y escalafones y funcionan juntas calificadoras por el período suficiente para resolver reclamos y corregir errores. Se realiza además la proyección de matrícula, estudios acerca de la necesidad de apertura de grupos según las localidades, etcétera.

Desde 2015 se constituyó un equipo de trabajo que recorrió el país cada año para conversar con las comunidades y conocer así sus necesidades acerca de la apertura de grupos, y ante dicha eventualidad constatar las condiciones edilicias de los liceos y la disponibilidad y formación de los docentes de la zona para dar respuesta a la cobertura de esas nuevas horas de clase. Al destituirse el principio de la participación y constituirse el “ahorro” presupuestal como eje rector, estos equipos desaparecieron con la consabida consecuencia que está a la vista. También desaparecieron las Coded, comisiones integradas en forma paritaria con los docentes a los efectos de definir en conjunto las mejores y más transparentes posibilidades de ejecución de la elección de horas.

La gestión es una cadena de diálogos para construir compromisos. Sin duda, si de algo adolecen las autoridades de este período es de la ausencia de diálogo, por eso no hay sorpresas sino confirmaciones acerca de una pésima gestión. La muestra evidente es la incapacidad para realizar la elección de horas en diciembre, como merecen los docentes. Hoy tenemos un profesorado sobrecargado, cumpliendo horarios vacíos de educación, con vocaciones cuestionadas, hastiados, invisibles a los ojos de las autoridades. Esos profesores se irán este año al descanso estival con la incertidumbre de no saber dónde trabajarán, ni qué cursos dictarán, ni qué sueldo podrán obtener pues no saben cuántas horas podrán desempeñar. No parece ser el mejor escenario para aceptar los desafíos de la supuesta transformación. Aquellos que todo lo prometieron, que simularon conocer mecanismos y estrategias para lograr los cambios necesarios para la educación y gestar equipos docentes estables, con permanencia en los centros educativos, perdieron la magia por su propia impericia. Lo bueno es que ya no aceptaremos sus discursos falaces y tampoco podrán culpar a nadie, pues son ellos los que, otrora genios, demostraron no tener las habilidades básicas para el ejercicio de la gestión. Parafraseando a Cervantes, bien vale recordar que cada uno es hijo de sus obras.

Celsa Puente es profesora e integrante del colectivo Conversatorio sobre Educación. Fue directora general del Consejo de Educación Secundaria.