El 26 de marzo de 1971, semanas después de su fundación, el Frente Amplio organizó un inmenso acto de masas. El general Líber Seregni, en nombre de la conducción del Frente Amplio, realizó un trascendente discurso, donde argumentó de dónde venimos, qué estamos haciendo ahora y hacia dónde dirigimos la aplicación de criterios, programa y política para ganar el apoyo de las grandes mayorías sociales.
En una colaboración publicada en la diaria el pasado 2 de marzo1, Marcos Carámbula realizó algunas afirmaciones críticas sobre el accionar de nuestros gobiernos nacionales: “Nos faltó resolver la vulnerabilidad social extrema, la precariedad de la vivienda, los asentamientos... no resolvimos la reforma de la seguridad social... (nos faltó) una mirada profunda sobre nuestros recursos naturales, soberanía alimentaria, defensa de pequeños y medianos productores”.
Nosotros estamos convencidos de que debemos retomar los postulados del programa fundacional, sobre el que Líber Seregni fue explícito y fundamentó el 26 de marzo de 1971, para abordar y comenzar a resolver las principales cuestiones críticas estructurales que señala Marcos Carámbula: nada menos que la marginación, la indigencia social, junto a otras precariedades. Por ejemplo, respecto al gran negocio del comercio importador-exportador, cuyo voluminoso producto financiero termina depositado, en gran medida, en paraísos fiscales, según datos precisos elaborados por AEBU, el Frente Amplio propuso en 1971 el monopolio por el Estado del comercio exterior, seguramente hoy tan necesario como ayer, vista la entrega del puerto de la capital a una empresa trasnacional.
Se acerca una nueva conmemoración del 26 de marzo de 1971. Consideramos necesario reivindicar bases y principios fundacionales, originales, en la vía que incorpora Carámbula en su escrito, cuando afirma: “lo nuestro es un proyecto colectivo”. Más adelante sostiene: “Este es nuestro camino, no el micrófono rápido, el Twitter tempranero, el desmarcarse, o las acciones individuales, no al perfilismo”. Seguramente algunas de estas afirmaciones, unido al prestigio de Carámbula, ha producido la difusión extendida de la nota publicada por la diaria.
El Frente Amplio no sólo documentó en su fundación que se proponía el accionar político permanente, no sólo propuso un programa y una política de aplicación del programa, sino que la conducción tuvo sabiduría, quizás también humildad. No intentó declarar la disolución de los partidos fundadores, sino que tuvo la virtud y modestia –a diferencia de lo ocurrido en otros procesos, con pésimos resultados– de considerar y promover el derecho de libre expresión y representación de las minorías, cuando las mayorías ya lo tienen asegurado. Nos educamos, educamos en la diversidad del debate de ideas, nunca suficiente, siempre presente.
Se debería tener en cuenta que el Frente Amplio se denominó así, fundamental y básicamente, porque unificó a toda la izquierda. A toda la izquierda que compartió los documentos fundadores.
La nota de Marcos, sin embargo, padece de un error común a otras similares, cuando disiente con una noción, un criterio, un principio original del Frente Amplio, “donde nadie es, ni fue, más que nadie”. Cuando se nombra a algunos representantes que hablaron en el Salón de los Pasos Perdidos, cuando se ignora a otros, o cuando se ingresa en el detalle de partidos fundacionales, se incluye a algunos, seguramente considerados “principales”, mientras se desconoce a otros (aunque hoy hayan dejado de existir). Se debería tener en cuenta que el Frente Amplio se denominó así, fundamental y básicamente, porque unificó a toda la izquierda. A toda la izquierda que compartió los documentos fundadores, toda la izquierda existente, sin calificar o descalificar por número de votos, número de parlamentarios, posiciones teóricas, políticas o programáticas, lo extenso o no de la trayectorias de liberales, comunistas, socialistas, trotskistas, democristianos, independientes.
Se torna imprescindible preservar el espíritu inicial, inclusivo, no excluyente, solidario, fraterno –sobre todo–, el que desenvolvió la mutua confianza de que las diferencias, actuales, anteriores, nunca estarían por encima del alto interés político y social, del antiimperialismo, del enfrentamiento a la oligarquía, con los objetivos de transformar la nación. De ahí que, entre otras afirmaciones de principios, el documento fundacional concluía: “Concebimos este esfuerzo nacional como parte de la lucha por la liberación y el desarrollo de los pueblos del Tercer Mundo en general, de la que somos solidarios, y en particular, de la que tiene por escenario a nuestra América Latina”.
En la histórica sesión fundacional del Frente Amplio, los partidos y movimientos presentes (con seis delegados cada uno) estuvieron representados, en breves discursos, por: Juan Pablo Terra (Partido Demócrata Cristiano); Arturo Baliñas (presidente del Comité Ejecutivo Provisorio de los ciudadanos que formularon el llamamiento del 7 de Octubre de 1970); José Pedro Cardoso (Partido Socialista); Héctor Rodríguez (Grupos de Acción Unificadora); Luciano Da Silva (Movimiento Revolucionario Oriental); Jorge Durán Matos (Movimiento Herrerista, Lista 58); Luis Pedro Bonavita (Frente Izquierda de Liberación); Luis Naguil (Partido Obrero Revolucionario); Jorge Andrade Ambrosoni (Partido Socialista–Movimiento Socialista); Rodney Arismendi (Partido Comunista); Francisco Rodríguez Camusso (Movimiento Blanco Popular y Progresista); y Zelmar Michelini (Movimiento por el Gobierno del Pueblo–Lista 99).
Raúl Campanella es secretario de dirección y representante del POR en la Mesa Política y el Plenario Nacional del Frente Amplio.