La Intendencia de Montevideo viene desarrollando un proyecto para la atención en salud a las personas que ejercen trabajo sexual, en una labor conjunta entre la División Salud, la Asesoría de Género y la Secretaría de Diversidad.

En Uruguay, el ejercicio del trabajo sexual presenta una normativa particular que hace que las personas se enfrenten a diferentes sesgos de género en la atención a la salud. En el registro oficial de personas que ejercen este trabajo, el 94% son mujeres y solamente el 6% varones. Esto se relaciona con estereotipos de género que hacen que las mujeres se asocien como cuerpos sexuales, o sexualmente disponibles para el consumo de los varones. Los medios de comunicación, marketing, entre tantos otros dispositivos, refuerzan este concepto.

Si bien la mayoría de las mujeres que ejercen el trabajo sexual son cisgénero, es un dato relevante que cuando vemos el censo de personas trans realizado por el Ministerio de Desarrollo Social, el 67,6% de las personas trans censadas han ejercido en algún momento o ejercen el trabajo sexual (Mides, 2016). Esto podemos asociarlo con la brecha, especialmente en las mujeres trans y las mujeres cisgénero con vulnerabilidad socioeconómica para acceder al trabajo formal o a niveles altos de educación formal, que se constituye en barreras para el ingreso al mercado laboral. De este modo, encuentran al trabajo sexual como una opción más accesible. El 31,7% manifiesta haber iniciado la oferta sexual antes de los 18 años, conformando así situaciones de abuso sexual. Esto refleja una altísima vulneración de derechos entre las mujeres que ejercen el trabajo sexual.

En cuanto a la atención a la salud, las personas que ejercen trabajo sexual deben realizarse un control médico cada seis meses en la Policlínica de Profilaxis Venérea del Ministerio de Salud Pública, ubicada en el Hospital Maciel, para que le emitan la Libreta de Profilaxis. El principal vínculo con el sistema de salud de estas personas es esta policlínica que realiza los exámenes para evaluar que no tengan infecciones de transmisión sexual, lo cual es un enfoque centrado en la protección del consumidor de trabajo sexual (generalmente varón) y no implica una atención integral centrada en la persona. Esto conforma un sesgo androcéntrico en la atención a la salud.

Problemas de salud vinculados a las repercusiones de trabajar al aire libre con poca ropa durante noches de frío, o asociados al consumo de alcohol que es frecuente en este ambiente laboral, así como el impacto emocional del trabajo sexual sobre la persona, se invisibilizan. Esto es aún más grave que la “medicina bikini” (que enfoca la salud de las mujeres sólo en torno a la salud mamaria y el aparato reproductivo) ya que se centra sólo en el aspecto de riesgo sexual. Algunos estudios afirman que en este colectivo se puede encontrar una alta puntuación en las escalas de depresión y psicosis, así como de angustia psicológica causada por el estigma social, situación que se agrava en quienes han sido víctimas de violencia. La atención de las personas que ejercen trabajo sexual en policlínicas específicas o llamadas “de higiene” no permite abarcar la integralidad necesaria para el acompañamiento de estas complejidades y puede considerarse una forma institucional de discriminación y estigmatización.

Cuando analizamos el tema en función de las brechas, podemos afirmar que las brechas laborales que dificultan el acceso al empleo de las mujeres cis y de las personas trans hacen que muchas veces el trabajo sexual se vea como la única opción para recibir un ingreso económico. Vemos que como la mayoría son mujeres, la segregación horizontal se da también en este aspecto, ya que los estereotipos que asocian a las mujeres como fuente de placer sexual para los varones las vinculan más a esta actividad. A su vez, la violencia en el ámbito laboral cobra una dimensión extrema en este caso por la vulnerabilidad, las dificultades para denunciar y la cosificación del cuerpo. Un aspecto que no puede ignorarse, ya que puede reproducirse en la atención a la salud, es las concepciones “cisexistas” que al patologizar las identidades trans aumentan la vulneración a la que se enfrentan las personas trans que ejercen trabajo sexual.

Los y las personas que trabajan en la salud no están necesariamente libres de los estigmas y prejuicios que el trabajo sexual conlleva en la sociedad actual.

En Uruguay, el Ministerio de Salud Pública (MSP) publicó en febrero de 2020 las “Pautas para la Atención Integral de Personas que ejerzan el Trabajo Sexual”, donde recomienda que la atención en salud de estas sea realizada por medicina familiar y comunitaria, que el enfoque preventivo no implique la exclusión del diagnóstico precoz de patologías, que se respete la confidencialidad y que se incorpore la mirada sobre el entorno familiar y comunitario y las posibles situaciones de vulneración. De esta forma, el foco de la atención de salud es la persona misma y no el varón consumidor de trabajo sexual. Para incorporar este enfoque es necesario comprender que los y las personas que trabajan en la salud no están necesariamente libres de los estigmas y prejuicios que el trabajo sexual conlleva en la sociedad actual. Estos aspectos implican sesgos en la atención que pueden llevar a conformarse en una barrera para la atención empática por parte del personal de la salud.

Para abordar este problema es que desde la Intendencia de Montevideo desarrollamos una estrategia de atención integral para las personas cis o trans que ejercen trabajo sexual en las policlínicas del gobierno departamental. Para esto, se realizó una sensibilización y capacitación de todas las personas que integran los equipos de salud (personal administrativo, medicina, enfermería, odontología, etcétera), en dos etapas. Una consistió en sensibilización, con relatos en primera persona para lograr problematizar la vulneración de derechos que viven las personas que ejercen trabajo sexual, romper prejuicios y estigmas que se puedan reproducir en la atención a la salud, apostando al desarrollo de la empatía por parte del equipo de salud. La segunda parte apostaba más al conocimiento de la guía del MSP para la atención integral y la adquisición de conocimientos técnicos para la adecuada atención integral, así como la entrega de la “Libreta de trabajo sexual” necesaria para el ejercicio de este trabajo en el marco de esa consulta. Posteriormente a esta capacitación se trabajó con el colectivo de trabajadoras sexuales organizadas llamado Otras para la vinculación de las personas que ejercen trabajo sexual con las policlínicas que habían recibido esta formación y posteriormente espacios de intercambio y evaluación conjunta de los equipos con referentes de este colectivo sobre el proceso de implementación de esta estrategia.

Este proceso de apoyo entre personas del ámbito del trabajo sexual es parte de los cuidados informales que deben llevar adelante, muchas veces en soledad. En el momento actual seguimos gradualmente con este proceso de formación de los equipos y de intercambio con el colectivo Otras, apostando a un proceso gradual de garantizar la calidad en la atención integral a la salud de las personas que ejercen trabajo sexual. Este proceso permitió romper con el concepto de “policlínica de higiene” y pasar al concepto de atención integral con equipo de salud de referencia y con enfoque familiar y comunitario. La evaluación ha sido sumamente positiva, a pesar de las conflictividades esperadas que emergieron en el proceso.

Actualmente la policlínica que realizaba las “Libretas de trabajo sexual” en el Hospital Maciel cierra y se traslada la atención de las personas que ejercen trabajo sexual a las policlínicas del Primer Nivel de Atención, y a lo largo de 2023 se va a completar la capacitación a todas las policlínicas de la IM, ya que la atención en salud de las personas, con foco en la salud como derecho humano, requiere un trabajo continuo, porque ningún servicio de salud se desarrolla por fuera de la sociedad en la que está inserto, de sus prejuicios, sus estigmas y mecanismos de discriminación. Pero cuando esto se trabaja pueden convertirse en espacios que aporten a garantizar derechos.

Virginia Cardozo es médica, especialista en medicina familiar y comunitaria. Directora de la División Salud de la Intendencia de Montevideo.

Notas

  1. Intendencia de Montevideo (2020). Diagnóstico sobre trabajo sexual en Montevideo. Lo visible y lo oculto.
  2. Ministerio de Salud Pública (2020). Pautas de Atención Integral para Trabajadoras Sexuales.