En situaciones de emergencia, crisis o catástrofe, los seres humanos solemos buscar refugio en nuestra comunidad, o sea, en nuestra nación, esperando encontrar cuidado y seguridad. En las sociedades actuales quien debe responder a esa búsqueda es el Estado-Nación. Sin embargo, la sociedad uruguaya ingresó a la segunda década del siglo XXI, que augura tiempos críticos por donde se la mire, con un gobierno que está en contra del Estado y que no tiene rastro alguno de nacionalista. Por lo tanto, es incapaz de responder a las necesidades de nuestro país.

Partamos de una concepción de nacionalismo positiva, tomemos como base el planteo de Harari1 en el foro Telos, organizado por la Fundación Telefónica de Madrid, entendiendo que el nacionalismo se basa en querer y cuidar a nuestros compatriotas y no en odiar a los extranjeros.

Pensemos también a partir de algunos planteos del filósofo vasco Daniel Innerarity2 que sostiene que vivimos en una etapa crítica y no en una concatenación de crisis en casi todas las aristas de la vida. Una situación crítica es permanente, una crisis es coyuntural. Una situación crítica demanda un cambio global articulado, a una crisis se responde con mitigaciones. Por lo tanto, para procesar las transformaciones necesarias, ahora, más que nunca, es indispensable que el nacionalismo, entendido como el deseo de querer y cuidar a los que viven con nosotros, emerja con fuerza y sea canalizado a través de las principales herramientas que nos hemos dado para superar nuestros desafíos, que son la democracia y el Estado.

El actual gobierno uruguayo ha debilitado, deteriorado y hasta ha renunciado a los múltiples mecanismos por los cuales la democracia y el Estado actúan como herramientas de atención y contención de nuestra comunidad. Por lo tanto, para volver a cuidarnos y querernos, es indispensable que en Uruguay haya un cambio de gobierno. Sobre todo, porque la visión política de las actuales fuerzas gobernantes dejará expuesta, desprotegida y enfrentada a la comunidad uruguaya frente a los desafíos críticos del futuro.

Las fuerzas que disputan el control del aparato estatal poco discuten sobre las consecuencias que tienen los procesos que, según varios autores, determinan una tendencia hacia el fin de un mundo común. Véase, por ejemplo, “La era del individuo tirano” del filósofo francés Eric Sadin3. Sin embargo, este asunto es central, porque es constatable el ascenso de un individualismo exacerbado que desprecia toda estructura de ayuda mutua o contención o solidaridad hacia los más desprotegidos. Hay un choque en la esencia de nuestras sociedades: por un lado, la necesidad de refugiarse en el grupo (la nación) y, por otro lado, la creencia de que solos nos va mejor (individualismo exagerado).

El proceso agregado de individualización pareciera estar derivando en una especie de múltiple y microagrupamiento corporativo violento, que erosiona “lo común”, debilita el diálogo democrático, restringe las capacidades de acción de los Estados y, por lo tanto, detiene las transformaciones necesarias para la superación de los desafíos estructurales.

Busquemos algunas respuestas en la teoría política para desafiar estos procesos. Max Weber, en su trabajo El político y el científico, recomienda enfáticamente a quien actúa en política desarrollar la capacidad de equilibrar sus pasiones y convicciones en pos de la estabilidad y la convivencia. Hoy la buena convivencia depende estrictamente de eliminar determinadas desigualdades, y para eso son necesarias transformaciones estructurales e infraestructurales profundas en relación con el tiempo de las personas, la seguridad social y la educación, por ejemplo, y entre otras.

Jürgen Habermas ha dedicado buena parte de su vida –tanto que no es posible definir una única obra de referencia– a establecer la preponderancia de un debate democrático de base argumental y racional, en el que las partes en cuestión expongan argumentos factibles y válidos en busca de un lenguaje compartido, un lenguaje común. Y que sea a partir del agotamiento de la argumentación que las comunidades tomen decisiones para dirimir sus conflictos o superar sus desafíos.

En una época en que la “ofensiva sensible” (a decir del ciclo de Youtube de Caja Negra Editora)4 atraviesa y eclipsa casi todos los debates, y aparece como irrefutable porque su origen descansa en lo más sagrado que tiene nuestra generación –el yo–, es necesario rescatar y tomar una postura a favor de la argumentación racional como modo de destrabar discusiones centrales para nuestras comunidades y para nuestras naciones. Por ejemplo, las estructuras fiscales, los modelos productivos, “lo que los estudiantes deben aprender”, los vínculos con la inteligencia artificial, la regeneración de los ecosistemas y de la vida, la restructuración económica hacia un paradigma de la suficiencia, la extensión extrabiológica de la vida humana, entre otras.

Intentemos desactivar los dispositivos destructivos y corrosivos de lo colectivo, la meritocracia, para construir un encuentro entre compatriotas que permita que los cuidados nazcan del cariño hacia el otro y la solidaridad.

Por otra parte, las reflexiones de Hannah Arendt sobre la libertad nos invitan a pensar en los límites de nuestras democracias. ¿Nuestros sistemas están preparados para tolerar la irrupción de un fenómeno político nuevo? Y quizás aquí no importe tanto la respuesta a esta pregunta como responder una previa: ¿surgirá un fenómeno político disruptivo? Si bien es imposible predecir el futuro, los actuales sistemas políticos dan claras señales de agotamiento, de no representatividad y de descrédito. Las únicas alternativas emergentes aparecen por derecha (por el lado de potenciar el individualismo y el odio), por lo tanto, prosistema. A partir de las enseñanzas de la dialéctica hegeliana, es esperable que las fuerzas críticas y sistémicamente alternativas logren construir una respuesta sincronizada con su tiempo y, por ende, novedosa.

Entonces, ¿nuestras democracias soportarán los proyectos políticos que deberemos darnos? La respuesta es incierta, pero es necesario ampliar los márgenes de tolerancia y aceptación de la disrupción y ejercicio de la libertad entre ciudadanos, a través de una radicalización en la profundidad de la democracia.

Nuestro país se dispone definitivamente a entrar en campaña electoral, por lo tanto, quienes no estamos conformes con lo actuado por el gobierno vigente, necesitamos poner sobre la mesa algunos elementos clave. Concentrémonos en los desafíos prácticos de la democracia y la participación.

Daniel Innerarity, en su libro Teoría de una democracia compleja5, expone el problema de abordar situaciones complejas con miradas simplistas. Y plantea el desafío que tiene la política de dar respuestas sofisticadas a situaciones intrincadas. Por lo tanto, quienes queramos cambiar el rumbo de nuestro país debemos enriquecer y ampliar las miradas y las opciones para la resolución de nuestros problemas comunes.

La política actual no es convocante, los miembros más destacados y brillantes de nuestras comunidades han elegido otros ámbitos de inserción y la sociedad en general se manifiesta harta y desconfiada de los políticos. Quizá simplismo y desactivación política son conceptos que se retroalimentan. Una respuesta posible es el emprendimiento de un camino basado en la honestidad, la sensatez y la apertura, de convocatoria plural hacia la comunidad, para construir un proyecto político solvente, que promueva transformaciones profundas y comprometa su voluntad en la superación de los desafíos más relevantes para concretar el desarrollo pleno de nuestra comunidad.

Ese proyecto necesita una dimensión moral irrenunciable. Ese proyecto debería atacar el germen del individualismo que es la meritocracia, un ácido corrosivo para las sociedades y “lo común”. Michael Sandel, en su libro La tiranía del mérito6, lo deja muy claro. Es más que pertinente pensar en el planteo de Sandel7, que propone que las oportunidades y las utilidades de la sociedad se distribuyan entre los individuos a partir de su aporte y contribución al colectivo, y no a partir del resultado de las actividades lucrativas. Esto implica restructurar la valoración social de las tareas y jerarquizar las básicas o esenciales frente a las meramente reproductoras del dinero. Esto va directamente vinculado a la necesidad de construir una economía basada en la noción de suficiencia; sintéticamente producir y consumir lo necesario para vivir y convivir con la naturaleza. Para profundizar en esta idea, vale la pena ver la brillante conferencia de Yayo Herrero en Uruguay, organizada por Siembra8.

Construyamos un proyecto político de transformaciones estructurales, amplio y convocante, para solucionar las urgencias de nuestro país y desarrollemos las herramientas necesarias para cuidarnos como sociedad. Intentemos desactivar los dispositivos destructivos y corrosivos de lo colectivo, la meritocracia, para construir un encuentro entre compatriotas que permita que los cuidados nazcan del cariño hacia el otro y la solidaridad. Intentemos dar lugar a un proyecto político novedoso, basado en argumentos racionales, válidos y factibles. Por una convivencia sana entre personas libres avancemos hacia la erradicación de las injusticias. Reconstruyamos lo común y construyamos un futuro de esperanza.

Juan Andrés Erosa es estudiante de Ciencia Política en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República y militante de Rumbo de Izquierda.

Referencias

  • Yuval Noah Harari | #ForoTelos2020. Espacio Fundación Telefónica. https://youtu.be/DEt4LwC_ogE
  • Éric Sadin. La era del individuo tirano. Caja Negra. Buenos Aires, 2022.
  • Daniel Innerarity. Una teoría de la democracia compleja. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2020.
  • Daniel Innerarity en la ceremonia del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar del año 2022. https://youtu.be/u-G994HMrgo.
  • Michael Sandel. La tiranía del mérito: ¿Qué ha sido del bien común? Debate, 2020.
  • Michael Sandel | #ForoTelos2020. Una charla sobre filosofía política. Espacio Fundación Telefónica. https://youtu.be/Yb0EJiujZcI.
  • La ofensiva sensible, Caja Negra Editora https://www.youtube.com/@cajanegraeditora.
  • Intercambio Siembra - Yayo Herrero https://youtu.be/_ZmXhhJug1U.

  1. Yuval Noah Harari | #ForoTelos2020. Espacio Fundación Telefónica. https://youtu.be/DEt4LwC_ogE

  2. Discurso de Daniel Innerarity en la ceremonia del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar de 2022. https://youtu.be/u-G994HMrgo

  3. Éric Sadin. La era del individuo tirano. Caja Negra. Buenos Aires, 2022. 

  4. La ofensiva sensible. Caja Negra. 

  5. Daniel Innerarity. Una teoría de la democracia compleja. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2020. 

  6. Michael Sandel. La tiranía del mérito: ¿Qué ha sido del bien común? Debate, 2020. 

  7. Michael Sandel | #ForoTelos2020. Una charla sobre filosofía política. Espacio Fundación Telefónica. https://youtu.be/Yb0EJiujZcI

  8. Intercambio Siembra, Yayo Herrero. https://youtu.be/_ZmXhhJug1U