Las encuestas recientemente publicadas muestran una tendencia clara, fundamentalmente cuando las comparamos con las de cinco años atrás: crece el Frente Amplio (FA) y no aumenta la coalición que nos gobierna. Eso tiene un punto a favor: a los que queremos cambiar el signo del gobierno nos vuelve optimistas. Pero al mismo tiempo nos puede generar la sensación de que “ya está”. En mi opinión, el optimismo está bien... pero el “ya está” es, de hecho, negativo.

Varias cosas caracterizan a este gobierno. En primer lugar, cosa obvia, mucho más que un gobierno “por la positiva”, ha sido y es una administración unida “por la negativa”: se juntó todo lo que estaba contra el FA. Y están, internamente, llenos de contradicciones. Por ejemplo: ¿qué tienen en común, más allá del antifrenteamplismo, Cabildo Abierto (CA) y el Partido Independiente (PI)? ¿Alguien en su sano juicio podía prever a Pablo Mieres, con su trayectoria de centroizquierda, unido en el gobierno a Manini, líder de un partido cuasi militar? ¿Era imaginable el Partido Colorado (PC), el del gran Pepe Batlle, un hombre para su tiempo progresista por excelencia, sometido al Partido Nacional (PN), el partido más reaccionario de nuestra historia? ¿Alguien se imaginaba nada menos que a Julio María Sanguinetti oficiando de vocero a ultranza del PN? Y hablando del PC... ¿quiénes de los tantos que votaron a Ernesto Talvi se imaginaron que en la práctica su grupo y propuestas se disolverían como lo hicieron? Y en la interna del PN, más allá de cualquier consideración, ¿era esperable que el wilsonismo se diluyese en el apoyo casi incondicional a la nueva vertiente del herrerismo? En otras palabras, todos los votantes de la elección pasada que optaron por Talvi, el PI o los que optaron por la versión actual del wilsonismo, ¿esperaban esta sumisión política? Creo que no.

Pero la situación no termina ahí. ¿Alguien recuerda un gobierno en que se dieran situaciones como la entrega del puerto, el caso Astesiano, la vigilancia por los servicios de inteligencia a dos senadores de la oposición, la entrega del pasaporte al narco Marset, el clientelismo inmoral liderado por el nacionalista (parte del “riñón” del grupo del presidente Lacalle Pou) en Salto Grande, el clientelismo de Irene Moreira, exministra de Vivienda y Ordenamiento Territorial, integrante de CA, actual senadora de ese partido y esposa de Manini, que le otorgó viviendas a gente de su sector? Y hay más, como las referidas a UTE y Antel. ¿Alguien recuerda tantos hechos en tan poco tiempo, en solamente tres años y medio? Es un récord de, en mi opinión, inmoralidades.

Y pasemos a los “logros”. La oposición, durante los gobiernos del FA, se llenó la boca con el aumento de los crímenes, y el “renunciá, Bonomi” pasó a ser un eslogan. Y cuando Bonomi aseguraba que una parte sustantiva de la criminalidad se debía a la actividad de los narcos, se decía que no era eso, sino incapacidad del FA y de su ministro. Ahora todo empeoró. Los asesinatos crecen... el Ministerio del Interior no mejora en nada, pero... todo se debe a la actividad de los narcos. Contradictorio, ¿no? O la enseñanza. Prometieron un cambio radical. Sobre todo Talvi. Un hombre de su confianza, Robert Silva, encabeza el Codicen. ¿Cambió la enseñanza? No. Todo sigue igual... o peor. O vayamos a algo más doloroso: aumentan las personas en situación de calle. Tenían soluciones, ¿verdad? ¿Dónde están?

Se me dirá que hubo problemas debido a la pandemia y la sequía. Obviamente, estos problemas no fueron responsabilidad de este gobierno. Pero veámoslo de cerca. Con la pandemia el gobierno actuó asesorado por expertos. Fue un acierto. Los científicos asesoraron bien. Pero luego de eso, en lugar de basarse en la “evidencia”, se los dejó de lado. El presidente sacó partido saliendo en la prensa durante la crisis con los científicos, pero luego no los tomó en cuenta. Fueron buenos para las fotos (que tanto le gustan a Lacalle Pou), pero no para financiarlos. Sumando, claro está, que quienes financiamos todo fuimos los asalariados, no los empresarios. Toda una definición. Y con la sequía, esencialmente lo mismo. No ocurrió nada, excepto bajar algo el precio del agua embotellada. Pero no se llamó a expertos para analizar cuál era la solución de fondo para otra eventualidad similar, que va a ocurrir.

Y mientras tanto, seguimos siendo uno de los países más caros del mundo. El gobierno no toma medidas claras que nos vuelvan algo más competitivos. Todos los comerciantes del litoral se están fundiendo. Pero el gobierno, mutis por el foro.

Resumiendo, estamos en una situación crítica. Y se acercan momentos de definiciones. De ganar esta coalición nuevamente, es obvio que el Ejecutivo estará en manos del PN, seguramente con Álvaro Delgado a la cabeza. Seguiremos en esta línea: “mejorando” la corrupción, y empeorando los índices de criminalidad, enseñanza e inclusión social.

De ganar esta coalición nuevamente, es obvio que el Ejecutivo estará en manos del PN y seguiremos en esta línea: “mejorando” la corrupción, y empeorando los índices de criminalidad, enseñanza e inclusión social.

Por lo tanto, es hora de sacarse este gobierno de arriba. Las encuestas muestran este descontento: hoy por hoy, el FA solo es más que toda la coalición junta. Pero a no dormirse con esto. Reconozcamos que se están cometiendo errores. Por ejemplo, la posición del PIT-CNT (más allá de su independencia en lo que se refiere al FA) en relación al plebiscito de la seguridad social es un error estratégico enorme, no solamente por poner en la Constitución temas que son materia de leyes, sino porque va a desviar la discusión en momento electoral, lo que llevará al FA a perder votos.

Es necesario poner el eje en temas cruciales. Me parece fundamental generar políticas con y para la gente joven. Muchos veteranos ya somos del FA por definición: nos marca la historia vivida. Pero no asumamos, así como así, que eso, el frenteamplismo, es un carácter “hereditario”. No lo es. Los jóvenes, con toda razón, buscan sus soluciones y luchan, todos los días, por su vida actual y su futuro. Y no está escrito en ningún lado que lo van a encontrar en el FA porque sus padres y abuelos fueron frenteamplistas. Deben encontrar en el FA la fuerza política que pueda concretar sus sueños futuros y su realidad actual.

Y ser feministas. No quizás de una forma radical, que como todo radicalismo genera rechazos, sino ser feministas reconociendo postergaciones y derechos, que con el FA avanzaron mucho pero todavía tenemos demasiadas cuentas pendientes. Y pensemos, y mucho, en los que no nos votaron en las elecciones pasadas. ¿Fuimos justos con la realidad del campo y sus protestas, con el movimiento Un Solo Uruguay? ¿Tuvimos en cuenta la realidad, objetivamente muy carenciada, de los sectores militares más pobres, o los dejamos de lado y les dimos espacio a Manini y su CA?

Finalizo. Está bien ser optimista. Las encuestas nos muestran en buenas condiciones como para ganar las próximas elecciones, y hasta con mayoría parlamentaria. Pero no olvidemos, ni por un segundo, nuestras carencias. Que las hay, y muchas. Y no lo hagamos solamente para ganar, sino para efectivamente cambiar, basándonos en lo bueno que hemos hecho en los 15 años en que gobernamos. Tomemos en cuenta los reclamos, esencialmente justos, de gente que no nos acompañó. Si no hacemos eso, no solamente perderemos de nuevo, sino que les fallaremos a amplios sectores del país. Y esos sectores deben ser nuestro norte. Por eso somos frenteamplistas.

Héctor Musto es doctor en Ciencias Biológicas y docente grado 5 de Genómica Evolutiva en la Facultad de Ciencias.