En una columna publicada en 2022 en la diaria se advertía sobre los riesgos que representa la falta de regulación del capitalismo de plataformas a nivel global, y más específicamente en nuestro país, puntualizando precisamente en un caso autóctono de innovación, como lo es el de Pedidos Ya.
Este mes se conoció la noticia de la desvinculación, comunicada a través de una reunión virtual, de 251 trabajadoras y trabajadores que se desempeñaban, hasta ese momento, en el sector de operaciones de la empresa en Uruguay. Horas más tarde, a algunos de ellos, la mayoría no sindicalizados, se les presentó una propuesta alternativa de tercerización del servicio a través de una empresa colombiana. Aquello que el director regional de la empresa, Esteban Branciari, calificó como “cambio de estrategia” no es otra cosa que una maniobra empresarial para eludir al Estado, en determinados aportes que a la empresa le corresponde hacer a sus trabajadores en relación de dependencia. En pocas palabras, se trata de una tercerización o subcontratación que persigue un aumento de la productividad en detrimento de la reducción de costos que significa la tercerización del servicio.
En la denominada “sociedad de la tercerización total” se produce una destrucción de los derechos sociales del trabajo.
El sociólogo brasileño Ricardo Antunes caracteriza a este tipo de fenómenos como parte de un proceso de “precarización ampliada y multiforme” que recae mayormente sobre los trabajadores y las trabajadoras. Precisamente, una de las consecuencias que trae consigo es el debilitamiento de las acciones colectivas a partir de una individualización del trabajo. El discurso del emprendedurismo con el famoso eslogan de “sé tu propio jefe”, y la autoorganización de la jornada laboral —definida por el autor como “esclavitud digital”— son dos de sus principales manifestaciones.
En la denominada “sociedad de la tercerización total” se produce una destrucción de los derechos sociales del trabajo. Antunes plantea que si la fuerza de las empresas del modelo fordista era medida según el número de trabajadores que empleaban, en el capitalismo digital sucede lo inverso, es decir, son más productivas y poderosas aquellas empresas de plataforma que cuentan con menos trabajo “vivo” y con más “gestión algorítmica” entendida como la automatización de los procesos de control y supervisión de las acciones humanas. En este caso, es evidente la intención de Pedidos Ya de avanzar en esta dirección.
A la hora de proteger a las trabajadoras y a los trabajadores de esta clase de circunstancias propias del capitalismo de plataformas es impostergable que estas discusiones tengan lugar en el plano nacional. El Estado, la sociedad y el mercado deben alinearse en defensa del trabajo digno y en contra de estas prácticas desestructurantes y vulneradoras de los derechos sociales de trabajadoras y trabajadores. En pos de garantizar el libre ejercicio de estos derechos, es necesario adecuar la legislación a los tiempos que corren, de lo contrario, como ocurrió con la pandemia y la expansión del teletrabajo que desencadenó el confinamiento voluntario, la flexibilización del trabajo en términos de tercerización, informalidad y ausencia de jornadas laborales preestablecidas y con remuneración fija, se volverá más la regla que la excepción.
Gabriel Pardo es estudiante de la Licenciatura en Desarrollo de la Universidad de la República.