A lo largo de los años, la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU) ha experimentado una evolución significativa, marcada por etapas clave y figuras influyentes como Pedro Figari y José Francisco Arias, quienes desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo de la educación técnica e industrial en Uruguay. Sin embargo, a pesar de su transformación, la UTU aún enfrenta el desafío de liberarse del mito fundacional que la mantiene unida a la Escuela de Artes y Oficios creada por Lorenzo Latorre en 1878.
La UTU, en la actualidad, se destaca como el único subsistema de la ANEP que ofrece tres niveles educativos: educación media básica, superior y terciaria, con una impresionante matrícula de 100.000 estudiantes. A pesar de estos logros, persiste en la percepción colectiva la imagen anacrónica de que la UTU es destinada a jóvenes "sin futuro" o aquellos con una inclinación hacia la tecnología que no seguirán estudios universitarios.
En palabras de Ken Robinson, experto británico en educación, en su charla “¿Las escuelas matan la creatividad?”: “En el mundo, el sistema de educación pública es un extenso proceso de admisión universitaria y la consecuencia es que muchas personas talentosas, brillantes y creativas piensan que no lo son, porque aquello para lo que eran buenos en la escuela no era valorado, o incluso era estigmatizado”. Esta dinámica se refleja en la historia de la educación secundaria en Uruguay, que inicialmente se concibió para formar una élite culturalmente apta para la universidad, a diferencia de la educación primaria, orientada a la integración social.
Si bien los orígenes de la Escuela de Artes y Oficios son prácticamente contemporáneos al de la educación primaria, la expansión y extensión de esta a todo el interior del país se inicia en 1916 con la creación de la Dirección General de Enseñanza Industrial, con Pedro Figari como su director. El surgimiento de la UTU en 1942 marcó un hito en la enseñanza técnica uruguaya al establecerla como una institución autónoma y cogobernada. A través del tiempo, la UTU ha demostrado su compromiso con la enseñanza cultural y técnica, rompiendo con la filosofía original de la Escuela de Artes y Oficios, y abrazando la visión del doctor Arias de dignificar la enseñanza técnica e industrial.
A pesar de los avances, persisten estigmas en la percepción colectiva que desvalorizan el trabajo manual, técnico e industrial. Un reciente estudio de la encuestadora Cifra sobre la "imagen y percepción de la UTU" revela que la sociedad aún asocia a la UTU con una educación orientada hacia lo técnico con rápida inserción en el mundo del trabajo, mientras que la educación secundaria es percibida como el camino hacia la formación terciaria y universitaria.
A pesar de los avances, persisten estigmas en la percepción colectiva que desvalorizan el trabajo manual, técnico e industrial.
Es esencial destacar los aspectos positivos, como la percepción favorable de la UTU en comparación con la Universidad de la República, según la encuesta de Cifra. No obstante, desterrar la idea fundacional de UTU del imaginario colectivo es un desafío complejo y, a pesar de los esfuerzos, sigue siendo una materia pendiente.
La educación técnica debe ser un pilar para el desarrollo del país, independientemente del gobierno de turno. No es factible un proyecto de desarrollo productivo con justicia social si no se acompaña de una formación integral de sus futuros trabajadores. Para ello es necesario establecer políticas de Estado en educación, respaldadas por una fuerte autonomía del sistema educativo público y un presupuesto sostenido no inferior al 6% del PIB para garantizar la calidad y la continuidad, en línea con la visión de Varela, Figari y Arias. La UTU, más allá del mito, es el faro de la educación técnica y tecnológica en Uruguay.
Daniel Devitta es integrante del equipo del consejero electo del Codicen Julián Mazzoni.