El río Santa Lucía ha sido la fuente de agua para Montevideo desde 1871. Paulatinamente se le han sumado requerimientos, por el crecimiento de la población y del área de cobertura de agua potable. A eso se sumó el abandono de otras fuentes, como el arroyo Pando, que abastecía a la ciudad homónima y que ahora se abastece integrada al sistema metropolitano de Montevideo.
En estudios realizados en 1970, con colaboración de la Organización de los Estados Americanos (OEA), se aconsejó la realización de obras, incluso reservas, a fin de asegurar el abastecimiento de agua a la población, y se realizó un estudio de otras potenciales fuentes complementarias. Así se planificaron las reservas del Canelón Grande y Paso Severino, que se ejecutaron, y las de Casupá y del arroyo del Soldado, que “quedaron en carpeta”.
Entre otras fuentes estudiadas como complementarias, estuvieron el arroyo Pando y el Solís Chico, además de la posibilidad de una toma de agua en Arazatí que se descartó por costo y la salinidad de la zona.
Varios planes para aumentar y diversificar las fuentes de agua se sucedieron, incluso algunos con la promesa de desarrollar en una plazo de meses planes de nuevas fuentes de agua y de potabilización, especialmente Aguasur en 2013, cuyos resultados nunca se publicaron.1
Más cerca en el tiempo, la empresa israelí Mekorot aconsejó que el sistema metropolitano cuente con al menos dos fuentes de agua y dos plantas de potabilización, cada una capaz de suministrar al menos el 70% de la demanda, lo que supone plantas con capacidad de potabilizar 400.000 m³ de agua diarios.
Es de sentido común pensar que se necesita contar con una segunda potabilizadora para el sistema metropolitano que complemente las de la Usina de Aguas Corrientes. Una decisión tan importante, como decidir el abastecimiento de agua a Montevideo y el área metropolitana, debiera de ser fruto de profundos estudios y de una planificación estratégica que propenda al mejor uso de los recursos.
Sin embargo, OSE carece de estudios técnicos, económicos y ambientales que justifiquen la localización, el costo y la conveniencia de instalar una toma de agua alternativa y una potabilizadora para el sistema metropolitano en Arazatí.
Eso se desprende de los informes de la propia OSE, producidos en respuesta a pedidos de acceso a la información pública realizados por el Movimiento por un Uruguay Sustentable (Movus), que dejan en evidencia cómo la OSE carece de estudios de fuentes alternativas para el abastecimiento de agua a la zona metropolitana. En especial OSE no pudo presentar ningún estudio que pueda justificar la conveniencia de aceptar la propuesta hecha por privados de la zona de Arazatí, para ubicar la toma de agua del sistema.
OSE carece de estudios técnicos, económicos y ambientales que justifiquen la localización, el costo y la conveniencia de instalar una toma de agua alternativa y una potabilizadora para el sistema metropolitano en Arazatí.
En el tema económico, OSE tampoco pudo presentar ningún informe económico financiero que justifique la reserva de 810 millones de dólares para el pago del proyecto, lo que se hizo por la resolución del directorio 1042/2023.
Así podemos decir que no existe justificación económica ni financiera para el pago de más de 800 millones de dólares por una obra cuyo costo, de acuerdo a lo informado por el proponente, no supera los 250 millones. Ese pago en 17 años y medio implica una tasa de interés efectiva anual del 21% en unidades indexadas, lo que quintuplica la de los bancos de plaza.
Ahora, con la condena que prohíbe la firma del contrato con el consorcio privado, se apresura la aprobación ambiental del proyecto aceptando un informe ambiental incompleto, que llegó a ponerse de manifiesto sin que el consorcio haya respondido las solicitudes de información, y se definió realizar una audiencia pública sin cumplir con los pasos y etapas que dispone el decreto 349/2005 reglamentario de la ley de evaluación de impacto ambiental (Ley 16.466).
Se acepta y se impulsa de esa manera un proyecto inconveniente, inadecuado y muy caro, que está lejos de solucionar los potenciales problemas de abastecimiento de Montevideo y el área metropolitana, comprometiendo injustificadamente los limitados recursos disponibles.
Raúl Viñas es magíster en Meteorología, integrante del Movimiento por un Uruguay Sustentable.