El domingo festejamos, y el lunes empezamos a recordar los 15 años del gobierno frenteamplista y el conjunto de malestares que nos dejó. Si bien se hicieron muchas cosas importantes en esos años, como el sistema integrado de salud y el avance en política de derechos, cuando la gestión se mira desde la infancia y especialmente desde el instituto rector de políticas de infancia, nos preguntamos cuál fue la autocrítica y qué resultados arrojó.

Surgieron en este tiempo preelectoral grupos de Whatsapp, colectivos profesionales en apoyo a la fórmula, trabajadores frenteamplistas del INAU, y hasta propuestas sindicales, más o menos sistematizadas, donde se pudieron ver innovaciones y refundaciones. Podemos decir que se ha intentado pensar en la próxima gestión.

No obstante, el lunes 25 surge la primera decepción. En uno de estos grupos nucleados en Whatsapp, conformado por cerca de 400 personas que se vinculan con las infancias desde diferentes institucionalidades de carácter oficial y por convenio, comenzó una discusión interesante. Se trataba de algo que unos cuantos consideramos central para la próxima gestión, como lo es el fortalecimiento de la institución, estableciendo la carrera funcional y el acceso a los cargos por concurso. La evaluación del conocimiento, formación, experiencia y compromiso como garantía de que serán los más idóneos quienes tendrán la responsabilidad de tomar las decisiones que determinan los destinos de las infancias más desprotegidas de nuestro país. La conversación terminó a las 16 horas del mismo 25 de noviembre, cuando las administradoras transformaron ese grupo en grupo de difusión, finalizando toda posibilidad de intercambio.

Más allá del hecho concreto, que provocó en algunos la preocupación de volver a cometer los mismos errores, lo que interesa de esta experiencia es resaltar que las discusiones hay que darlas y entre todos. La complejidad a la que se enfrenta el instituto de manera cotidiana, sumada al deterioro evidente provocado por la gestión actual, no es tema solamente de algunos “iluminados”. También los que nos quedamos aguantando el mostrador tenemos alguna cosa para decir.

Siendo muy sintéticos, podemos decir que el primer directorio progresista se propuso seriamente ordenar la institución, promoviendo en esos años más de un centenar de concursos, entre ellos direcciones departamentales, direcciones de división y programa y la mayoría de las direcciones de los centros. El segundo directorio progresista interrumpió ese proceso y habilitó el ingreso externo al rol de educadores de personas sin formación específica con contratos precarios (talleristas). Un gran número de estas personas ingresaron por recomendación, resultando hijos, sobrinos, parejas y familiares más o menos directos de los funcionarios del instituto, algunos incluso ocupando cargos de responsabilidad.

Del INAU nada se dice, a pesar de que en todos los discursos de campaña, la situación de las infancias ha surgido como prioridad.

Luego de esta lamentable reproducción de la práctica conservadora del acomodo, llegó el tercer directorio progresista. Esta vez había que ocuparse de “emprolijar” la gestión anterior, que, como consecuencia de la política de ingreso de personal, empobreció la calidad de las  prácticas socioeducativas, por decir lo menos, junto con una buena cantidad de investigaciones y sumarios. Anteriormente, el personal educativo que se desempeñaba en la atención directa de los niños, niñas y adolescentes ingresaba por concurso abierto de oposición y méritos, lo que suponía una evaluación de los méritos, prueba escrita, entrevista y psico laboral.

Pero, volviendo al primer directorio frenteamplista, fue en ese período cuando muchos trabajadores tuvimos por primera vez en la historia del INAU un acercamiento a la profesionalización de la tarea, la conformación de equipos de trabajo y la elaboración de proyectos socioeducativos desde una perspectiva garantista de los derechos de las niñeces. Los concursos, que no son la panacea, pero son la herramienta más justa y democrática que hemos construido para la selección de los más idóneos para cada perfil, impulsaron a todo el instituto a mejorar sus prácticas. Porque cuando el/la capitán/a del barco sabe a dónde va y lo puede fundamentar, lo más habitual es que el resto se acople y acompañe. Esta práctica no solo no se continuó en los siguientes directorios, sino que además, se produjeron los ingresos externos más descuidados de los últimos tiempos.

Hoy en todos los medios de prensa comienza la danza de nombres, especulaciones sobre los nombres para cada gabinete, los cupos por cuota, la integración de los entes y organismos públicos. Del INAU nada se dice, a pesar de que en todos los discursos de campaña la situación de las infancias ha surgido como prioridad.

¿Será que un escalón más abajo el asunto está saldado? ¿Será que en esta gestión no lograremos siquiera cometer errores nuevos? Muchas nos preguntamos si se repetirá la lógica de cargos/nombres o por fin se arriesgará a promover la discusión y construcción democrática de una institución que viene siendo tratada mucho peor de como ella misma trata a las personas que la habitan. ¿Repartimos o discutimos?

Cecilia Aguilar es educadora social en el INAU, maestranda en Infancia e Instituciones por la UNMDP, Argentina. Docente del CFE-ANEP.