El pueblo decidió volver a confiar en el Frente Amplio, siendo la votación por Yamandú Orsi y Carolina Cosse la manifestación inequívoca de una esperanza renovada, por un lado, y por otro, de una suerte de “decepción” respecto de la coalición de derecha. Nuevamente, la militancia frenteamplista se puso al hombro la campaña para lograr los objetivos, ampliar la base de respaldo de la ciudadanía y retornar al poder político. Más allá de la inteligente estrategia desplegada por el comando de campaña y el Secretariado Ejecutivo del partido, y no sólo en los últimos meses, sino considerando la recorrida por todos los rincones del país en el marco de “El FA te escucha”, las mujeres y hombres de las bases cumplieron con creces con el postulado esencial. Viejos activistas peinando canas junto a jóvenes de todas las edades recorrieron barrios, pueblos y ciudades de todo el país, y portaron las voces del “cambio seguro” y del retorno de la honestidad a la gestión pública. Los comités de base están más vigentes que nunca, más allá de toda crítica y de los problemas internos o las rispideces singulares.

Obviamente, la fórmula ganadora cosechó la victoria por mérito propio, con actitudes positivas y proactivas, vigorosa y respetuosa. Las cualidades de Yamandú y Carolina fueron refrendadas por prácticamente la mitad de la población. Expresan diferentes tipos de liderazgo, sin dudas, cada uno con su peculiaridad y estilo, complementarios y mutuamente solidarios. La importancia de los liderazgos no se discute: cumplen múltiples funciones, desde la generación de confianza hasta el aglutinamiento detrás de ideas y proyectos; zurciendo diferencias o transmitiendo entusiasmo; construyendo puentes con adversarios o guiando un proceso de transformaciones anhelado por las mayorías populares. Los líderes son tan necesarios como los militantes incansables durante las campañas electorales y, sobre todo, en tiempos de gestión del poder político.

El próximo 1º de marzo se iniciará una nueva etapa, que exigirá a nuestros líderes y dirigentes frenteamplistas poner en práctica el diálogo y la construcción colectiva de los cambios imprescindibles para el mejor bienestar del pueblo. El estilo de gobierno anunciado por Yamandú precisamente refiere a la actitud y postura abierta a los aportes de la ciudadanía en sus multivariadas expresiones organizativas. Un gobierno honesto implica de suyo la consideración de las necesidades y demandas más urgentes, así como guiar un proceso de transformaciones hacia la justicia social, el crecimiento y el desarrollo humano. Precisamente, las circunstancias económicas y sociales que obligan a producir las mejores políticas públicas sugieren la necesidad de construir una coalición distributiva que –bien diferente a la que sostuvo la coalición del gobierno de derecha– se nutra de los aportes de los movimientos sociales, sin dejar a nadie atrás.

Las bases frenteamplistas habrán de consolidar una densa red de sostén al gobierno popular, en una estrategia de diálogo e intercambio permanente con las dirigencias políticas.

"Con el pueblo todo y sin el pueblo nada" no ha de ser un simple eslogan, sino una práctica política, esencialmente democrática. Ello supone una praxis cotidiana en la búsqueda de las soluciones más eficaces: desde el gobierno implica una apertura y receptividad a las iniciativas, ideas o recomendaciones que las organizaciones y colectivos sociales le formulen. Y, desde estas, mantener no solamente la militancia permanente, sino profundizar las capacidades de elaboración de propuestas fundadas en las necesidades y prioridades en la perspectiva de crecimiento con distribución. Las bases frenteamplistas habrán de consolidar una densa red de sostén al gobierno popular, en una estrategia de diálogo e intercambio permanente con las dirigencias políticas.

"Con el pueblo todo y sin el pueblo nada" supone la construcción colectiva con sindicatos, organizaciones barriales, asociaciones civiles, de micro y pequeños empresarios del campo y la ciudad, colectivos de la cultura y del deporte, feministas y defensoras de los derechos humanos, en fin, involucra la miríada de expresiones articuladas de los más diversos intereses populares.

El horizonte deberá estar colocado allende un solo quinquenio en el gobierno, pensando y desplegando una genuina estrategia participativa que sustente un proceso intrincado y complejo pero necesario para lograr una sociedad más integrada, justa y solidaria.

Christian Adel Mirza es diputado del Espacio 609, Frente Amplio.