¿Qué tiene que ver el futuro de Uruguay con la cultura? ¿Cómo se transforman la cultura y las expresiones culturales en esta era de la inteligencia artificial, cómo será la cultura del futuro? ¿Qué oportunidades y qué desafíos tenemos que prever?

Los Diálogos del Futuro del Uruguay son la vía que, desde el Sistema de Naciones Unidas, hemos propuesto para contestar esas preguntas colectivas. El pasado 30 de enero, en el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA) convocamos a artistas, trabajadores y trabajadoras del sector cultural, especialistas en políticas de cultura, personas de la academia y a la ciudadanía en general interesada por esta temática a reflexionar sobre el futuro de nuestra cultura. Este debate fue crucial, no sólo para comprender a la cultura como un bien público global, sino también para reconocer la importancia del ejercicio prospectivo para anticipar los desafíos y oportunidades que enfrentará el sector. Este ejercicio implica analizar el presente y a su vez proyectar al futuro cómo la cultura evolucionará en un mundo cada vez más marcado por la tecnología y la globalización. Es también preguntarnos sobre la identidad del Uruguay hacia el futuro, en el entendido de que la cultura abarca desde las tradiciones hasta las expresiones artísticas que moldean la identidad del país. Es en esa relación entre cultura e identidad que Uruguay construye su futuro.

Uno de los desafíos más apremiantes en este sentido es el impacto de la inteligencia artificial (IA) en la cultura. Si bien la IA tiene el potencial de impulsar la creatividad y la accesibilidad cultural, también plantea dilemas éticos y legales. Por ejemplo, ¿cómo garantizamos la protección de los derechos de autoría en un mundo en el que las obras pueden ser generadas por algoritmos? ¿De quién es la autoría? ¿En qué se fundaría esta determinación? ¿Cómo aseguramos que la diversidad cultural no se vea comprometida por la homogeneización algorítmica de la cultura? ¿Cómo podemos evitar que la brecha de género en el sector sea aún mayor? Y lo que es más determinante: ¿cómo evitamos que parte de la cultura –pensemos por ejemplo en pueblos indígenas– desaparezca al no estar contemplada en estas tecnologías? Estas son preguntas que requerirán respuestas innovadoras y colaborativas entre las y los actores del sector cultural, las compañías generadoras de tecnología y quienes lo regulan.

La Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial de la Unesco, adoptada por los 193 Estados miembros de la Unesco, es una guía para el desarrollo de políticas públicas sobre IA poniendo como norte los derechos humanos y el desarrollo sostenible. La recomendación aboga por la protección y promoción de la diversidad cultural y lingüística en el desarrollo y aplicación de la IA. Esto implica asegurar que las tecnologías de IA respeten y promuevan los derechos humanos, la diversidad cultural y lingüística, así como la identidad cultural de las personas y comunidades. La recomendación también enfatiza la importancia de la participación inclusiva de diversas comunidades culturales en la toma de decisiones sobre el desarrollo y aplicación de la IA para garantizar que las tecnologías reflejen las necesidades y valores culturales de diferentes grupos en la sociedad.

Uruguay, al igual que otros países, enfrenta el desafío de adaptarse a este nuevo panorama cultural y tecnológico. Es fundamental que la sociedad en su conjunto, y el Estado, en particular, se preparen para abordar estos desafíos de manera proactiva, desarrollando políticas y estrategias que fomenten la innovación cultural, protejan la diversidad y promuevan la inclusión en la era digital.

La reciente Conferencia Mundial de la Unesco sobre políticas culturales y desarrollo sostenible, Mondiacult 2022, celebrada en México, marcó un hito histórico al reconocer la cultura como un bien público global esencial para la humanidad. Este reconocimiento subraya el papel fundamental que desempeña la cultura como constructora de identidad, cohesión social y desarrollo sostenible.

Es necesario también medir más y mejor el aporte de la cultura. En el complejo entramado de la economía global, a menudo subestimamos el verdadero valor de la cultura.

La declaración de Mondiacult destaca la capacidad transformadora de la cultura en diversas dimensiones, desde el desarrollo económico y la innovación hasta la promoción de la igualdad de género y la protección del medioambiente. Además, resalta la importancia de proteger la diversidad y los derechos culturales de todos los grupos, incluidas mujeres, jóvenes y comunidades en situación de vulnerabilidad.

Uruguay tiene un papel fundamental en este proceso. Es necesario seguir trabajando a nivel nacional e internacional para posicionar la cultura como un motor del desarrollo sostenible y garantizar su inclusión en la agenda política y económica, como se ha manifestado repetidamente en los Diálogos del Futuro.

La cultura genera impactos económicos directos e indirectos. Desde las industrias creativas hasta el turismo cultural, el patrimonio material e inmaterial, la cultura impulsa el crecimiento económico y genera empleo en todo el mundo. Sin embargo, esta contribución muchas veces queda relegada a un segundo plano en las políticas económicas y en la toma de decisiones.

Es necesario también medir más y mejor el aporte de la cultura. En el complejo entramado de la economía global, a menudo subestimamos el verdadero valor de la cultura. Es hora de cambiar esta percepción y reconocer la importancia de llevar una cuenta precisa del aporte cultural a la economía del país. Esto permitiría a Uruguay tener una mejor comprensión de su verdadero valor económico y social. Retomar esfuerzos que ya se han desarrollado como la “cuenta satélite del PBI Cultural” ayudaría a desarrollar políticas más efectivas para promover y proteger el sector cultural, así como a aprovechar su potencial como motor de desarrollo sostenible.

Además, medir el impacto económico de la cultura nos permitiría identificar áreas de oportunidad y fomentar la innovación en este campo. Desde la inversión en infraestructuras culturales hasta la promoción del emprendimiento creativo, existen numerosas formas de impulsar el crecimiento económico a través de la cultura.

En resumen, el futuro de la cultura en Uruguay y en el mundo depende de nuestra capacidad para anticipar y abordar los desafíos emergentes, incluyendo el impacto de la inteligencia artificial y la medición del aporte del sector cultural al desarrollo. Es fundamental que las y los actores relevantes trabajen conjuntamente para desarrollar políticas y estrategias que promuevan la innovación cultural, protejan la diversidad y fomenten la inclusión en un mundo cada vez más interconectado y tecnológico.

Ernesto Fernández Polcuch es director de la Oficina Regional Unesco Montevideo.