El Centro Martin Luther King de Uruguay ha iniciado sus actividades en el área de Diálogo Interreligioso y Ecumenismo. El objetivo de abrir este espacio es fomentar el conocimiento de las religiones y expresiones de fe, propiciar espacios para el diálogo con el objetivo de contribuir a la cohesión social, la cultura de la paz y promover los derechos humanos. En sintonía con otros centros de la misma esencia, este año se buscará trabajar en contra de los fundamentalismos.

El 15 de marzo, se realizó el primer panel del ciclo planteado para este año. Contó con la presencia de Heba Smith, licenciada en Psicología, fundadora de la Asociación de Mujeres Musulmanas de Uruguay Fátima Zahra; Carola Tron, pastora de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata; Susana Andrade, mãe Susana de Oxum, exdiputada y religiosa umbandista; y quien escribe, Clara Villalba, cristiana, ingeniera agrónoma, técnica en Psicología Social. Todas activistas por los derechos humanos y del ambiente. Lamentablemente no pudimos contar con representantes de otras religiones y espiritualidades en esta ocasión. Es un espacio abierto que espera crecer y expandirse.

En función de los tiempos religiosos de febrero y marzo, por ejemplo: el ramadán para musulmanes, la cuaresma para los cristianos y el 2 de febrero como fiesta de Iemanjá, decidimos conversar en torno a la siguiente pregunta guía: ¿cómo se preparan las personas que practican tu religión para un encuentro con Dios? Esto nos lleva a dejar de lado la visión de las religiones y creencias como aparatos ideológicos que apalancan la superestructura y poder dialogar desde las esencias espirituales que mueven nuestras decisiones y nuestra vida cotidiana valientemente y sin hipocresías. Viviendo esas espiritualidades desde la inmanencia del prójimo y/o la naturaleza y las energías y/o desde la trascendencia en la historia humana o en otras vidas.

Las prácticas religiosas comienzan por esencia, continúan por rituales y, muchas veces, crecen hacia fundamentalismos. El espacio religioso es, por tanto, un lugar donde los fundamentalismos se dan.

Este espacio también es un intento de expandir la práctica de dialogar hacia la sociedad, y trabajar por la paz desde nuestras creencias y religiones. A propuesta de la pastora Carola comenzamos por las religiones que menos conocemos.

La mãe Susana comentó: “El diálogo interreligioso es una fuerza que ayuda a la sociedad y que comparte históricamente preocupaciones sociales comunes, por ejemplo: el embarazo adolescente, las adicciones, la discriminación de género, etcétera. Es importante poder tener expresiones colectivas y documentos sin aludir a ningún Dios, para hacer el ejercicio de contemplación de la otredad. Porque inclusive hay algunas expresiones que no tienen Dios, como los budistas, esto nos obliga a ponernos en lugar del otro/a, que es también nuestro lugar”.

“La umbanda es una religión popular que tiene orígenes milenarios anclados en la diáspora esclavista derivada de la trata transatlántica de africanas y africanos sometidos a esclavitud. No somos religión de libro, sino de tradición oral. Y eso tiene el valor para nosotros del contacto físico, de la ancestralidad y su memoria, de la familia transmisora de cultura. Porque si no hubiera existido aquel primer Preto Velho que vino en el barco negrero con esclavos, hoy no habría afroumbandistas por el mundo entero, especialmente en nuestra región, América Latina y el Caribe. La población afro, especialmente las mujeres, no sólo fuimos perseguidas, demonizadas, invisibilizadas, sino que incluso actualmente vivimos el desprecio hasta en la denominación peyorativa de ‘macumberas’. Incluso ha habido casos de abusos institucionales, de las intendencias, del Ministerio del Interior. La Policía va y cuestiona lo que se hace porque nuestra religión no tiene templos, sino que el culto se realiza en la casa de cada uno/a. Eso en otras religiones no existe, es un paisaje, una escena impensada. Sin embargo, para nosotros es habitual. Es muy doloroso y desgraciadamente está naturalizado. Es un sufrimiento. Por eso rescato la importancia del diálogo que legitima la riqueza de nuestra diversidad afro ritual. Porque culto afro es cultura afro”.

“Nosotros concebimos un Dios, un ser superior, generador de toda vida, omnipresente y que no tiene imagen visible, al que según el origen tribal denominamos Zambi, Olorum, Olodumare y otros nombres, siendo la misma concepción de Creador. Los umbandistas nos preocupamos por el cuidado de la naturaleza, su preservación e integridad, venerando a los orixás, que son fuerzas y energías de la naturaleza, y debemos cuidar de ellas para posibilitar la existencia saludable del planeta. Nosotros entendemos los ecosistemas como la casa de la Humanidad que debemos preservar”.

“El himno de la religión umbanda dice literalmente que es paz y amor. Es una religión sincrética, simbólica, espiritista, afroamericana, que practica el culto a los ancestros africanos e indígenas. También existen otros cultos de matriz afro en Uruguay, como el candomblé, batuque, kimbanda, umbanda, expresiones de fe que se ven más el 2 de febrero. La fiesta de Iemanjá es una oportunidad que tenemos de sacar el culto a la calle. Es la fiesta del agua y reconocer su necesidad para la vida”.

Las prácticas religiosas comienzan por esencia, continúan por rituales y, muchas veces, crecen hacia fundamentalismos. El espacio religioso es, por tanto, un lugar donde los fundamentalismos se dan.

“Actualmente quizás hay más blancos que practican la religión umbanda y cultos de matriz afro. Quizás porque los esclavos tenían que practicar la religión del amo y eran obligados bajo pena de tortura o muerte. Su fe les era prohibida. Es necesario informar para evitar la discriminación ofensiva, porque las religiones y creencias forman parte de la cultura y no hay jerarquías culturales, sino diversidad cultural. Es normal que nos pregunten si hacemos el mal, si hacemos daño, si hacemos cultos al diablo. Y la respuesta es: nosotros no tenemos un ‘diablo’, no tenemos esa figura, no tenemos una figura que encarne el mal, sabemos que hay energías negativas y positivas, obviamente. La naturaleza nos brinda vida y energía, y nosotros en las ofrendas devolvemos parte de ella para restablecer el equilibrio necesario a nivel planetario e individual. Gracias por este espacio, bendita sea la iniciativa de intercambio y gloria al padre Paul Dabezies, que debe estar contento porque seguimos conversando… ¡Axé!”.

Luego Heba Smith nos contó sobre el Ramadán: “Es un pilar de la fe y una práctica religiosa del islam. Es el noveno mes del calendario islámico (diferente al gregoriano), los meses están reglados por la luna, y marcan actividades diferentes. En este mes hay unos 29 a 30 días de ayuno que ayudan a potenciar la relación con el creador, porque nos purificamos, dejando de lado los placeres mundanos, enfocándonos en el autoconocimiento. En este mes se abren las puertas del paraíso y se cierran las del infierno. Y los ángeles llevan nuestras súplicas a Dios. Nos enfocamos en la oración, a leer el Corán, demostrar arrepentimiento si hemos cometido alguna falta. Implica purificación del alma y del cuerpo, desde el alba hasta el ocaso nos abstenemos de comer y beber, aquellos que están casados no tienen relaciones sexuales, aquellos que fuman no lo hacen, se fortalecen las relaciones familiares porque cuando se puede comer y beber, se comparte. Esto genera un clima de misericordia y fraternidad incluso con aquellos que no comparten nuestra religión. Esto nos ayuda a pensar lo que siente una persona en situación de calle, el pobre, el niño que sólo come en la escuela. La idea es sentir eso y purificarnos, no dejarnos llevar por el consumismo, el capitalismo, el materialismo, y despojarnos de cosas. Y conectar con la solidaridad. No dar lo que nos sobra, sino lo mismo a lo que uno accede. El ayuno está prescrito en el Corán y tiene varios beneficios. No es sólo abstenerse de comer y beber, es también un ayuno espiritual e introspección”.

En el ámbito católico, quien escribe comentó que la cuaresma propone “un tiempo para vivir un ‘retiro’ similar al de Jesús en el desierto”. “El Espíritu llevó a Jesús al desierto, y allí, luego de 40 días y 40 noches (imagen de los 40 años que el pueblo de Israel transitó en el desierto hacia la tierra prometida), cuando sintió hambre, apareció el demonio a tentarlo. Las tres tentaciones clásicas que cualquier ser humano puede vivir en su existencia: la del cuerpo (el hambre), la del poder (demostrar) y la de la riqueza (los reinos de este mundo). Es interesante atender a que todas las frases del tentador comienzan ‘si eres hijo de Dios’, atentando contra la identidad propia e intentando minar el vínculo entre el ser y su creador. Y luego de la propuesta que le hace, le pone una condición en la que el tentador puede salir ganando. Las respuestas de Jesús son todas frases de la escritura, lo cual habla de la importancia del diálogo entre el ser y su creador para vencer las tentaciones, presentes en la vida cotidiana. También se ayuna los viernes y el miércoles de ceniza (posterior al fin de semana de carnaval), se brinda limosna con el mismo sentido que mencionaba Heba y se redobla la oración como diálogo con Dios. También muy agradecida por este espacio de diálogo, confraternidad y búsqueda”.

La pastora Carola Tron comenzó reflexionando sobre la realidad concreta de Uruguay para luego centrarse en la Pascua, en sus palabras: “A la Semana Santa en Uruguay se la llevó puesta la Semana de Turismo, que está asociada hoy, en la individualidad que vivimos, a la necesidad de tiempo libre, de ocio, de un momento para dejar de complejizar la vida, dejar de pensar, de sentir molestia o dolor, de transformar situaciones que están mal. Es un momento en el cual podríamos cuestionarnos: ¿qué hacer?, ¿a qué estoy llamado? Y, sin embargo, se transforma en un momento ‘fuera de servicio’. En ese sentido, en las comunidades valdenses cuesta generar encuentros comunitarios porque son parte del contexto cultural actual. Por ejemplo, desde el mundo occidental y cristiano se han desgastado algunas palabras, como Semana Santa, como Navidad. Quizás Pentecostés sobrevive a ello porque no le han encontrado aún la veta comercial, porque el Espíritu es libre y no lo podemos dominar. En Uruguay hay un analfabetismo religioso que es un poco peligroso, porque el ser humano tiene la pregunta ontológica por el más allá, por lo que le trasciende. El valor de la laicidad se ha transformado casi en una ‘religión’: el laicisismo. El Estado laico es la garantía para la libre expresión y práctica de religiones diversas, de grupos minoritarios, perseguidos, como la iglesia valdense. Sin embargo, un laicisismo exagerado que desconoce el lugar de las religiones en las culturas no es bueno”.

“La cuaresma es el tiempo de preparación de la pascua de resurrección de Jesucristo. Desde el Nuevo Testamento se resignifica la pascua o pésaj, el pasaje de la esclavitud a la liberación del pueblo hebreo en Egipto. Salir de la esclavitud hacia la liberación implica años de peregrinación por el desierto sosteniendo un proyecto liberador, una promesa que no alcanzarán a vivir quienes salieron, sino las generaciones posteriores. Hoy pienso y siento la cuaresma de manera introspectiva y me pregunto: ¿cuáles son las situaciones de liberación a las que nos llama Dios? Son búsquedas personales en una construcción comunitaria para buscar caminos de liberación para transformar aquellas situaciones que solos o solas no podemos. Por eso la pregunta ontológica, la necesidad de salir del laicisismo: necesitamos darnos el permiso de creer, algo que nos trasciende y que es trascendentalmente diferente a mi experiencia humana, y que me moviliza a buscar una transformación. Hay una frase de Bertok que dice: ‘lanzarse a lo desconocido desde lo que es conocido pero intolerable’ es la búsqueda, salir de la esclavitud al desierto, y no importa tanto si muero en el desierto porque soy parte de un proyecto comunitario que trasciende mi propia vida, soy parte de algo mayor”.

Este espacio de diálogo del Centro Martin Luther King agradece a quienes participaron. Pretende, con religiosos/as, creyentes y no creyentes, tejer desde nosotros –aquí y ahora– hacia lo que nos trasciende y representa justicia, amor, verdad y libertad. Y eso tenemos en común con otres y con otras religiones, que superan la violencia y que no hacen ni forman parte de la traición, el egoísmo, la injusticia y la mentira.

Clara Villalba es cristiana, ingeniera agrónoma, técnica en Psicología Social y docente.