La geopolítica ha ido cambiando de formato en estas décadas del siglo XXI en relación al momento en que la globalización se hiciera una realidad de “fin de la historia” con la caída del Muro de Berlín y el fin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Durante unos cortos años pareció prevalecer una lógica global en la que las instituciones internacionales y regionales podían encaminar las políticas y canales de crecimiento y desarrollo dando prioridad en el financiamiento a las inversiones y a los requerimientos básicos vinculados a la educación, salud e infraestructura.

Eso duró un corto período de tiempo y los acontecimientos que fueron mostrando que la geopolítica continuaba bajo otros formatos en una época de globalización tomaron tal dimensión que Pascal Lamy, en tanto director general de la Organización Mundial del Comercio, planteó en varias alocuciones los peligros asociados con el retorno de lógicas de “suma cero” contrarias al espíritu y objetivos del multilateralismo1.

Esas alocuciones fueron realizadas ya hace más de una década y desde entonces ha habido una aceleración de los tiempos históricos en la redefinición geopolítica de los espacios por parte de algunas potencias y emergentes. Lo nuevo en relación a lo que fuera el sistema internacional del siglo XX es que la estructura del sistema internacional se ha ido modificando y tenemos otra lectura de la repartición de la riqueza en el mundo por regiones y estados, que se ha ido reflejando en otras dimensiones del poder como ser la financiera, militar, diplomática, cultural, científica, educativa, entre otras. El grupo que conforman los Brics resulta una expresión del nuevo mapa del sistema mundial en términos de las capacidades económicas y de poder en general.

Toda esta reconfiguración de poder en el sistema internacional podría estarse dando bajo la égida de las Naciones Unidas y las instituciones que trabajan en ese ámbito. Sin embargo, desde ya hace bastante tiempo las reformas necesarias que representen los cambios no se han logrado traducir y hay un estancamiento en el proceso de cambios en Naciones Unidas. Estados Unidos, que continúa siendo el principal actor del sistema, ha ido perdiendo poder y su capacidad de influencia ha ido disminuyendo crecientemente, como lo demuestra la situación actual de la invasión de Israel y la catástrofe humanitaria que está ocasionando en Gaza y ahora en Rafah. La Trampa de Tucídides2 no es ineluctable y no tendría por qué derivar en un incremento de conflictos (y guerras), aunque la cartografía bélica del mundo nos esté mostrando una multiplicación de guerras localizadas. En palabras del papa Francisco, “una guerra mundial a pedazos” que se está transformando en un “conflicto global”3.

La aceleración de la historia en los últimos años, con varios conflictos armados en distintas partes del mundo, está dando señales claras de que se está imponiendo una visión de suma cero en el sistema. Los condicionantes sistémicos, entre ellos los derivados del cambio climático, tendrían que llevar a un juego de suma variable donde haya ganancias y pérdidas por parte de los distintos actores, lo que daría más bases para la negociación y también para que los organismos de cooperación internacional puedan continuar trabajando y mejorando sus resultados. Sin embargo, cada vez más ha ido ganando terreno la geopolítica de la fragmentación que va erosionando las instituciones internacionales, el derecho internacional y las bases de confianza en el funcionamiento.

Es con estas bases que la geopolítica de la fragmentación se ha ido asentando en estos últimos años, no tanto como resultado de las acciones, sino más bien como política internacional por parte de Estados Unidos, claramente desde el período de la administración de Donald Trump y de la República Popular China, permeando de esta manera el sistema y con ello a potencias regionales y con capacidades en la periferia.

Es con esta mirada que debe leerse el primer viaje después de la pandemia de Xi Jiping a Europa. Los países elegidos, Francia, Serbia y Hungría, son representativos de esa expresión geopolítica, que da prioridad clara a estados de la Unión y no a la Unión Europea como actor que había evidenciado con anterioridad a la pandemia. En 2019, año anterior a la pandemia, Xi Jiping se reunió en París con Emmanuel Macron, Angela Merkel y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Esa reunión tripartita significaba un reconocimiento de la Unión Europea, lo que no había sido evidente por parte de China. Además de eso, previamente había concretado la firma de un memorándum de entendimiento con el gobierno italiano de ese entonces, sobre las nuevas Rutas de la Seda, lo que ha sido dejado de lado por el gobierno de Giorgia Meloni en Italia.

La visita a esos tres países por parte de Xi Jiping es clara y significativa en cuanto a elegir a Francia como interlocutor de peso de la Unión Europea, a Hungría como Estado de la Unión, aunque con una significativa cooperación con China y parte de las Rutas de la Seda, y a Serbia como socio con varios proyectos de cooperación en distintos sectores. La visita a Francia, donde fue recibido por Macron, tuvo como motivo el festejo de los 60 años de relaciones diplomáticas a partir del reconocimiento de la República Popular China durante el gobierno de Charles De Gaulle. Los dirigentes chinos tienen memoria histórica y la hacen valer en las relaciones bilaterales. En ese sentido también es que la visita a Belgrado tuvo una connotación especial, con el bombardeo que se produjo a la embajada por parte de la OTAN en 1997, lo que fue adjudicado a un “error” y que nunca fue aclarado en esa dimensión.

Claro que la agenda temática franco-china abarcó varios temas del sistema internacional y prioritarios de la Unión Europea, como los referidos a Ucrania, las relaciones con Rusia, la navegación en el mar de China Meridional, la situación de Taiwán y del Cercano Oriente, el cambio climático, entre otros. La guerra en Ucrania y las relaciones con Rusia han pasado a ser una de las prioridades temáticas en las relaciones con China. Además de eso, desde que la Unión Europea consideró a China como rival sistémico, hay otras áreas temáticas sensibles referidas a las innovaciones tecnológicas, las inversiones extranjeras, las subvenciones, la contratación pública, el comercio en áreas sensibles, en las que la Unión ha ido adoptando medidas para paliar déficit y posibilitar condiciones de competencia equitativas para las empresas4.

Con Serbia y Hungría como socios y partícipes en la Nueva Ruta de la Seda, la visita ha servido para oficializar proyectos, iniciativas y perspectivas concretas. Una demostración también de que sigue vigente la cooperación en el marco de la iniciativa de las Nuevas Rutas de la Seda.

La aceleración de la historia en los últimos años, con varios conflictos armados en distintas partes del mundo, está dando señales claras de que se está imponiendo una visión de suma cero en el sistema.

En las relaciones con Serbia importa la cooperación en la esfera militar, que ha posibilitado modernizar el armamento serbio. En el caso de Hungría, las inversiones chinas son por lejos las más importantes: se firmaron 18 acuerdos bilaterales, entre ellos uno estratégico es la conexión ferroviaria con Serbia. Además de eso, la empresa BYD, fabricante de vehículos eléctricos, anunció que estaba instalando su primera planta europea, justamente posibilitando un puente, cuando está por delante el tema sensible de limitar las importaciones de vehículos eléctricos chinos subiendo los aranceles5. Por otra parte, Hungría asumirá próximamente la presidencia del Consejo de la Unión Europea, lo que añade un valor suplementario a la visita.

Regionalismos y política exterior

Que en la macropolítica del sistema mundial esté predominando esta geopolítica de la fragmentación y se vean limitados o marginados ámbitos de cooperación internacional tiene obviamente correlatos en los regionalismos y procesos de cooperación regional. E implica también definiciones en las políticas exteriores de los gobiernos que, cada vez con más frecuencia, introducen de lleno definiciones sobre temas internacionales en la agenda doméstica.

Esta evolución reciente del sistema mundial ha ido provocando un incremento del gasto militar mundial. Cuando se plantea un incremento del gasto militar tiene como correlato que otros indicadores se resienten y esto afecta otros bienes públicos mundiales, incluyendo los que atañen las comunicaciones y todos los sectores vinculados con la cooperación internacional. El incremento del gasto militar se ha estado produciendo en los últimos diez años y, como era de esperarse, se ha producido en los cinco continentes. Esto significa que los países del Sur global, por un efecto de emulación y como tomadores periféricos de decisiones, se encuentran en esta carrera armamentística acarreando más inseguridad y tensiones6.

En este marco hay estancamiento o retrocesos en los procesos regionales, tal como surge de las últimas cumbres que se realizaron en África y en América Latina y el Caribe con la Celac. En la 37ª Cumbre de la Unión Africana que se realizó en febrero en Addis-Abeba, capital de Etiopía, los temas y resultados mostraban la confirmación de retrocesos en las democracias, las dificultades de gestionar crisis humanitarias y guerras, más que las posibilidades referidas a la Agenda 2063 en que se proponen distintas líneas de acción a desarrollar7. Los conflictos armados en distintas partes de África han aparejado miles de víctimas y desplazados. En Sudán solamente hay más de 300.000 muertos y millones de desplazados. Es un ejemplo más de las guerras por pedazos, aunque en este caso no estén presentes en la vitrina de las comunicaciones.

Las sociedades de los países del Sur global sufren estas derivaciones y si bien hay intersticios entre los cuales hay opciones y posibilidades como resultado, entre otros, del aprovechamiento de las distintas iniciativas que se han ido desplegando, existen también riesgos de buscar aprovechar privilegios de la geopolítica de la fragmentación en la periferia.

En términos de cooperación regional las posibilidades surgen de las distintas macroiniciativas, como la de las Nuevas Rutas de la Seda, que ha activado en diez años 966.000 millones de dólares, la Global Gateway de la Unión Europea que prevé movilizar entre 2021 y 2027 300.000 millones de euros, y la iniciativa del G7 Build Back Better World, que prevé unos 600.000 millones de dólares.

Los riesgos regionales surgen de la confluencia del incremento del gasto militar con el aprovechamiento periférico de una ubicación. En ese sentido, un riesgo mayor para la región del Cono Sur es la solicitud por parte de Argentina para ingresar en la OTAN como socio global, un estatuto otorgado a países que no son parte geográfica de la región del Atlántico norte, aunque manifiestan el interés de ser un aliado. En América Latina solamente Colombia tiene esa condición. La solicitud de Argentina tiene como requisito previo modernizar las Fuerzas Armadas, además de algunos pasos previos que deben darse durante los tres o cuatro años siguientes. Si bien puede resultar un contrasentido integrar una alianza con Reino Unido, con posiciones enfrentadas y no resueltas sobre el tema del Atlántico sur y Malvinas, el punto central atañe en perspectiva al incremento del gasto militar en los países del Cono Sur y a mayores limitaciones a las opciones autonomistas en materia de desarrollo.

Las repercusiones de esta solicitud de Argentina se irán pautando en el tiempo y comenzarán a integrar las agendas domésticas, con posibles efectos en las reivindicaciones de gasto y modernización de las Fuerzas Armadas del resto de los países. Este paso dado por Argentina acelerará varios temas que están en la agenda paralela, como ser las definiciones entre los países del Atlántico sur en materia de seguridad marítima, y activará otros, como ser el que atañe la cooperación regional y la confianza mutua. En definitiva, esta decisión se produce también en el marco de esta geopolítica de la fragmentación con consecuencias regionales.

Lincoln Bizzozero Revelez es miembro de la Comisión Académica de la Maestría Bimodal de Estudios Contemporáneos de América Latina (FCS-Udelar); investigador asociado de Uclaeh; e integrante de la Comisión Directiva de la Sociedad Uruguaya para el Progreso de la Ciencia y Tecnología (Supcyt).


  1. Pascal Lamy (2013). La geopolítica se invita nuevamente a la mesa del comercio. WTO Noticias, 29 de enero. Disponible: https://www.wto.org/spanish/newss/sppls/sppl264_s.htm 

  2. Tucídides fue un historiador griego al que se le adjudica esa impresionante obra Historia de la guerra del Peloponeso. Señala que la guerra se produce básicamente por el temor en Esparta, ciudad-Estado dominante, ante el ascenso de Atenas. 

  3. Al presentar la situación el papa abogó por una renovación del multilateralismo y la vigencia del derecho humanitario. Disponible: https://www.fides.org/... 

  4. Esa definición surge de la comunicación de Ursula von der Leyen en tanto alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad al Parlamento Europeo, el Consejo Europeo y el Consejo, UE-China: una perspectiva estratégica. La presentación se realizó en Estrasburgo en marzo de 2019. Disponible: https://eur-lex.europa.eu/legal-content/... 

  5. Juan Antonio Sanz. China marca distancias con Bruselas y convierte a Hungría en su cabeza de puente en Europa. Público, 10 de mayo de 2024. Disponible: https://www.publico.es/internacional/china-marca-distancia-bruselas-y-convierte-hungria-cabeza-puente-europa.html 

  6. El reciente informe del Sipri del 22 de abril de 2024, “El gasto militar mundial aumenta en medio de guerras, tensiones crecientes e inseguridad”, es contundente en cuanto a las cifras. Los últimos informes muestran esa tendencia creciente. Disponible en: https://reliefweb.int/report/world/... 

  7. RFI Le 37e sommet de l'Union africaine s'achève sur un constat “inquiétant” pour le continent. Disponible en: https://www.rfi.fr/fr/afrique/...