Una dimensión de la crisis de sentido que se vive en la actualidad es el creciente rezago socializador de la educación en comparación con las ofertas de consumo, empleo y socialización del capitalismo ilegal que observan los estudios. Para la juventud pobre, el narcotráfico y la economía ilegal son el primer empleo mejor remunerado. Las sociedades modernas transfieren funciones de socialización secundaria de los niños desde las familias hacia la educación, que es la avenida central de integración social con esfuerzo a cambio de una gratificación diferida en el tiempo.
Juan Pablo Luna menciona numerosos casos que muestran la derrota de la educación ante la competencia del narcotráfico en un mundo social mercantilizado. La temporalidad efímera de metas inmediatas y consumo veloz contrasta con el tiempo educativo.
Desde hace medio siglo, Uruguay paga el costo de las reformas de mercado con la destrucción del barrio popular heterogéneo y la extensión de periferias de barrios homogéneos convertidos en guetos con mínimos contactos entre diferentes, vitales para la calidad del aprendizaje, acceso a empleos o formación de familias. La implantación de redes de narcotráfico fue cubriendo el vacío de instituciones de integración y la vulnerabilidad de familias de jefatura monoparental femenina.
La otra dimensión de la crisis de sentido son los efectos negativos de la inclusión plena en el sistema digital en la generación de la pandemia. Los estudios en psicología, educación y sociología digital destacan efectos positivos de inserción adolescente en el sistema digital, como la creatividad y expresión identitaria de género, cultural o creativa mediante fanfiction, arte digital, cosplay o desafíos virales. Las redes facilitan medios de aprendizaje informal e interacciones amistosas. Durante la pandemia, el 70% de los adolescentes latinoamericanos usó las redes para estudiar, según la Unesco. Pueden ser espacios de participación ciudadana, activismo digital o campañas contra el bullying escolar en Instagram y Tiktok.
Pero la adicción a las redes multiplica la ansiedad por recompensas inmediatas, profundiza el aislamiento en guetos, toma como datos la información falsa sobre historia y presente. Las aplicaciones y redes liberan dopamina en circuitos de recompensa similar a las adicciones. Los estudios y evidencia empírica muestran espacios cerrados con aumentos de ansiedad y velocidad cognitiva que reducen el autocontrol y la empatía.
En los adolescentes se altera el equilibrio emocional, con irritabilidad y menor tolerancia a la espera y afectación cerebral (en cerebros plásticos hasta 25 años). La baja de interacciones cara a cara afecta la socialización y erosiona la autoestima y habilidades sociales.
Las pruebas PISA 2025 destacan brechas en pensamiento computacional versus bienestar y la correlación entre el uso excesivo de redes y bajas calificaciones. El diseño favorece posteos viscerales y reacciones instintivas. Chris Bail muestra que palabras como “odio” se propagan 20-30% más rápido en un contexto de propagación veloz de noticias falsas. Varios investigadores muestran que desactivar Facebook reduce la polarización ideológica en 10-15%.1 La conectividad densa crea grupos cohesivos opuestos, con poca comunicación cruzada. La polarización aumenta 20-30% en redes densas por falta de puentes entre grupos.2
Yochai Benkler señala: “Las plataformas de redes sociales están diseñadas para maximizar el engagement. Lo hacen explotando el sentimiento tribal humano: la identidad de grupo, el miedo al otro y la recompensa dopaminérgica de la indignación compartida. [...] Es la misma dinámica que llevó a la República de Weimar a colapsar bajo la polarización mediática de los años 20 y 30” (Propaganda en red: manipulación, desinformación y radicalización en la política estadounidense).
El centro del problema es el aislamiento. Los guetos intangibles nacen del algoritmo donde los usuarios sólo interactúan con opiniones similares, aíslan perspectivas opuestas, reducen la exposición a diversidad ideológica y recomiendan contenido afín.
Una masculinidad interpelada
Los movimientos radicales de derecha sostienen una batalla cultural sin alternativas. Expresan descontento por cambios culturales profundos como la revolución de las mujeres de los últimos 50 años, que representa el cambio más profundo de relaciones de géneros desde el Neolítico, aunque no tienen propuestas porque los cambios parecen irreversibles. Todas las formas de subordinación, opresión o explotación pueden transformarse desde sujetos activos, pero son relacionales y no cambian desde identidades cerradas.
El mecanismo central de redes es el FOMO (fear of missing out) más la dopamina de gratificación inmediata que desplazan la construcción narrativa de la identidad3 hacia una identidad performativa (sólo 28% se siente auténtico) y fragmentada, un individualismo narcisista que no compensa la falta de apego. Pero la inserción subordinada en las redes aumenta la vulnerabilidad narcisista de los varones jóvenes más vulnerables a la radicalización antigénero por su inseguridad de estatus. Las mujeres lo hacen en menor medida y hacia otros nichos.
Ninguna gratificación digital sustituye la construcción relacional de la personalidad: el daño cortical y de autoconcepto es medible y persistente. Los adolescentes y jóvenes varones culpan al feminismo y la inmigración del precio de la vivienda, el paro juvenil y sueldos bajos y en parte votan fuerzas de derecha radical en Alemania, España, Argentina, Noruega, Corea, mientras las mujeres se inclinan por la izquierda radical, como en Noruega o Alemania. La brecha de género en Noruega es fuerte: el 39% de varones jóvenes votó al ultra Partido del Progreso y el 70% de las chicas a la izquierda socialista verde. En América Latina, el 41% de varones sigue cuentas de la “manósfera”4 versus el 8% mujeres, y se observa la pérdida de estatus de macho-latino en la crisis económica poscovid. El mismo algoritmo lleva a las mujeres a #NiUnaMenos o #Sororidad.
El servicio público juvenil como alternativa a la crisis motivacional y el narcicismo vulnerable
Los adolescentes de los guetos pobres navegan entre la reproducción intergeneracional de la subcultura delictiva, llena de incentivos y riesgos que también generan, abandonan la educación hacia la anomia, mientras toda la adolescencia vive adentro de guetos de redes y se agudiza la crisis motivacional y de falta de visión de futuro.
¿Puede haber una regeneración de la heterogeneidad y disolución de los guetos en Uruguay? Para desarrollar una estrategia mundial innovadora y de alta calidad por la solidaridad humana y la paz, acorde con su tradición democrática, Uruguay debe afrontar la crisis motivacional adolescente y juvenil al mismo tiempo que convertir esa superación en el sostén de programas internacionales de ayuda humanitaria, paz y solidaridad humana.
En la adolescencia uruguaya hay unión de baja motivación y endogamia. El problema del aislamiento es grave porque los jóvenes creen que viven lo contrario: consideran que están muy interconectados y comunicados con el mundo.
Programas urbanos en Casavalle desde 2013 y ahora el programa Más Barrio combinan intervenciones del urbanismo público y comunal y fortaleza de confianza en la seguridad dentro de un abordaje integral que resuelve necesidades concretas de las familias en el agua, la electricidad, la comunicación, el acceso a la educación y la salud, la socialización deportiva y cultural, como alternativas al narcotráfico, la inseguridad y el abandono del Estado.
El eje del servicio público juvenil es reducir guetos, romper el aislamiento del individualismo narcisista vulnerable de redes y crear dispositivos grupales estimulantes que sustituyen la identidad intensa delictiva.
Pero ¿cuál es la esencia de la lucha contra el gueto físico y social y el gueto de plataformas y redes? La esencia es el encuentro con los otros, las otras escuelas, las otras clases, los otros barrios, los otros varones, las otras chicas, las otras comunidades vecinales, los otros empleos y las otras historias de vida. Y más allá, la empatía con los diferentes que produce la solidaridad, pero también el aprendizaje de los otros que permite valorar lo propio o las potencialidades de libertad y de responsabilidad.
El centro es el aprendizaje social, con los diferentes, de responsabilidades, deberes, humanidad, derechos y valorización de lo importante en la vida. ¿Cómo? Mediante la empatía generada en actividades plenas de sentido, la tarea esencial de un servicio público adolescente y juvenil nacional que promueva la vivencia concreta de los valores constitucionales, laico, apartidista y centrado en actividades comunitarias de servicio y diálogo con otros.
Los cinco vectores de un servicio público juvenil son: 1) diálogo cara a cara como método general, intercambios y participación activa de jóvenes y familias de lugares distintos; 2) programas de uso creativo del sistema digital en proyectos de jóvenes de perfiles sociales y culturales diferentes y barrios distantes; 3) actividades sistemáticas de servicio comunitario junto con reflexiones compartidas entre jóvenes y comunidades, reflexión grupal posterior y juegos y comidas compartidas al final; 4) historias vitales integradas, y 5) uso compartido moderado de redes que potencia usos asociativos y aprendizaje.
El voluntariado religioso se inspira en valores de trascendencia y piedad. Otras corrientes de voluntariado se basan en promoción solidaria y práctica de derechos ciudadanos, protección ambiental y obligaciones constitucionales. Desde fines del siglo XIX y hasta el presente, países pequeños como los nórdicos construyeron estados de bienestar fuertes sobre la base de la participación social y comunas activas con poderosos movimientos juveniles de voluntariado solidario y responsabilidad personal. Hoy Noruega tiene el movimiento juvenil de voluntariado más grande del mundo y uno de cada dos jóvenes de 15 a 24 años hace voluntariado semanal. Hay 100.000 organizaciones de voluntarios, el 78% de la población noruega está inscrita en al menos una organización de voluntariado, y el 48% está inscrita en dos.5 Niveles similares de voluntariado laico juvenil existen en los demás países nórdicos.
Pero las organizaciones voluntarias también pueden ser parte de procesos de polarización cuando se vuelven exclusivas y rompen el principio de cooperación con diferentes, por ejemplo, entre organizaciones voluntarias de chicas feministas y varones de valores conservadores. La diferencia entre servicios públicos juveniles y voluntariado es la definición de encuentros entre diferentes y el objetivo antigueto, apoyando cursos y la docencia. Además, los servicios públicos juveniles pueden adaptarse a contextos locales, desde programas de servicio nacional dentro de Uruguay o en Haití y Ecuador, hasta redes globales de innovación.
Puede contar con el respaldo de las capacidades públicas de ANEP y universidades sin costos relevantes de financiamiento público, y contar con la participación activa de los jóvenes y medición de impactos (como reducción de desempleo o conservación ambiental).
En jóvenes y adolescentes cercanos o en redes de subculturas delictivas el combo letal es canalizable mediante deportes extremos, e-sports o voluntariado de alto impacto que en algunos programas reducen la reincidencia hasta 65%.
En la adolescencia uruguaya hay unión de baja motivación y endogamia. El problema del aislamiento es grave porque los jóvenes creen que viven lo contrario: consideran que están muy interconectados y comunicados con el mundo, “pero en el fondo están en un ecosistema similar a ellos y donde no entran otras ideas”.6 En países pequeños con fuertes políticas de neutralidad activa, promoción de la paz y ayuda humanitaria, la base nacional son sistemas de solidaridad y voluntariado enraizados y muy amplios con modelos de cooperantes internacionales, como el País Vasco. Las misiones de paz son avanzadas de la juventud uruguaya que requieren el apoyo de amplias misiones civiles de cooperación. La base nacional de la futura política exterior de Uruguay y el corazón es la motivación, el reconocimiento del dolor ajeno y las posibilidades propias de ejercicio de la libertad.
Como dice la uruguaya Sofía Sprechmann, premio Heroína Global Humanitaria 2023: “Quienes trabajamos en acción humanitaria vemos el mundo desde sus heridas más abiertas. Podemos entrar donde casi nadie más entra: a los países cerrados, a los territorios controlados por gobiernos de facto, a los lugares donde los diplomáticos no pueden estar. Por eso hablamos con todos –sí, incluso con las personas más temidas o más nefastas del planeta–, porque nuestra única lealtad es con la gente que sufre y nuestro objetivo es garantizar acceso humanitario. Aprendemos, a veces a contrarreloj, todas las formas posibles de mediación y negociación: cómo generar confianza entre enemigos, cómo leer silencios, cómo insistir sin provocar, cómo mantener principios en medio del caos. Esa experiencia nos enseña algo esencial: que la humanidad no se defiende sólo con discursos, sino con presencia, con diálogo, con la obstinación de no rendirse nunca frente al dolor ajeno”.
Eduardo de León es sociólogo.
-
Hunt Allcott, Luca Braghieri, Sarah Eichmeyer, Matthew Gentzkow. The Welfare Effects of Social Media American Economic Review. 2023. ↩
-
David García y Mirta Galesic. Network Density and Political Polarization. 2025. Estudio de CSH. ↩
-
Erikson, E. Identidad: juventud y crisis. 1972. Paidós. ↩
-
La manósfera es una red de foros, blogs y redes sociales que promueven la “red pill” (pastilla roja): la creencia de que el feminismo ha creado un mundo en el que los hombres son víctimas y las mujeres tienen ventajas injustas. ↩
-
Agencia Nacional de Datos Statistics Norway. Encuestas de Statistics Norway (SSB, 2024-2025). ↩
-
ladiaria.com.uy/politica/articulo/2025/10/directores-de-consultoras-analizan-el-rumbo-del-gobierno-una-cosa-es-tender-al-centro-y-otra-cosa-es-ser-todos-lo-mismo/ ↩