Se termina el primer cuarto del siglo XXI. Un siglo que comenzó cargado de promesas y, sobre todo, de una ilusión: la de que todo podía mejorar. Rondaba en el imaginario colectivo, por aquellos años 2000, la confianza en el desarrollo de la tecnología para solucionar problemas, llevarse el trabajo pesado y dejarnos más tiempo libre de calidad; también la esperanza de un futuro en el que las guerras y conflictos se fueran superando con más democracia, más libertad y más derechos.

Al cierre del primer cuarto del siglo, el panorama no parece tan alentador. Hay autos que se manejan solos, robots que cumplen con tareas domésticas y tenemos la posibilidad de vernos y hablar con personas en cualquier parte del mundo, sí. Pero estamos excesivamente conectados, luchamos por la falta de tiempo, la desigualdad crece, aumenta la virulencia y la democracia tambalea. No cesan los conflictos ni las guerras y hay que seguir defendiendo muchos derechos que creíamos ganados.

En medio del desconcierto, no queda otra que revalorizar la discusión de ideas, los avances con pequeños pasos, el trabajo en equipo y la constancia para alcanzar metas. Algo de todo eso hubo este año en la diaria.

Como lo adelantamos en el editorial de la aniversaria de este año, en mayo comenzó a funcionar la diaria Radio, con un primer programa que fue su buque insignia, La mañana de la diaria, conducido por Martín Rodríguez, y detrás del cual vinieron otros: UPA, un programa de ciencia con la conducción de Leo Lagos; Mapa antojadizo de podcast, en el que Maxi Guerra entrevista a los mejores realizadores de podcast de hispanoamérica, o Banda sonora, donde invitamos a distintas personas a que programen y presenten una hora de música. También llegó el podcast exclusivo para suscriptores La vaca atada, sobre la estafa de Conexión Ganadera. Con pequeños pasos, trabajo y constancia, la radio nos permitió abarcar nuevos intereses y llegar a otros públicos, y ya estamos pensando en ideas para el año que comienza mañana.

Conocimiento y convivencia fueron los ejes de una nueva edición del Día del Futuro, en la que como hace 15 años convocamos a la academia, organizaciones sociales, gobernantes de Uruguay y la región para proyectar hacia adelante. Y este año llegó con una novedad porque en noviembre lanzamos la diaria Futuro, un proyecto periodístico con contenidos dedicados a comprender y anticipar los grandes cambios que transforman la vida cotidiana, la economía, la educación y la democracia. El desarrollo de la inteligencia artificial es, quizá, el cambio que ha causado impactos amplios y diversos, y que motiva debates igualmente desafiantes. la diaria Futuro busca también conectar con investigadores, emprendimientos y actores del ámbito público y privado que trabajen en procesos de innovación, tecnología, sostenibilidad y cultura cívica para imaginar futuros posibles y que construyan sentido alrededor del porvenir.

La búsqueda para abarcar públicos e intereses diversos no fue solamente por los cambios en los formatos, sino también por unidades temáticas. Así surgió Agropecuaria, la revista de agro de la diaria, con la que empezamos a incursionar en un área fundamental para el país, a la que no siempre le hemos dado el tratamiento adecuado. Este año editamos la revista en ocasión de la Fiesta de la Chacra, la Fiesta de la Leche y la Fiesta del Cordero Pesado, y el próximo año vuelve en marzo para la Fiesta de la Patria Gaucha.

Como medio de alcance nacional, apostamos por tener equipos periodísticos en distintos puntos del país. Por eso –en línea con las experiencias de Colonia y Maldonado que lanzamos en 2021–, en los primeros meses de 2026 vamos a presentar ediciones locales de la diaria en Salto y Paysandú. Serán las primeras al norte del país, en dos departamentos pujantes y desafiados, que a nuestro entender requieren una cobertura informativa propia, rigurosa e independiente.

De este primer cuarto de siglo, la diaria ya transitó casi 20 años, y celebraremos en marzo. En estas dos décadas hubo promesas, sí, pero también ideas, pequeños pasos, trabajo y constancia. Y estuvo siempre la certeza de que el futuro es compartido y en comunidad. En eso estamos.