La rambla de granito rojo (barrios Ciudad Vieja, Sur, Palermo y Parque Rodó) es una abstracción, y nosotros, los humanos, la figuración más importante. Las relaciones entre personas y mar, granito, cielo portan distintas experiencias. Con cielo a veces despejado o con nubes blancas, cada tanto fastuosas, de colores y tamaños magnánimos, y a veces encapotado, que es cuando el mar y el granito adquieren una especie de hiperrealismo, una imagen definida con una precisión que se nota en los perfiles, en las texturas y los colores. Por épocas el mar tiene olor a iodo. Cada noche se traga el mar, y si hay tormenta eléctrica se ofrece una experiencia fascinante, inquietante por los rayos en el horizonte.

La rambla de granito rojo es tan atractiva como austera y de mantras intensos, como cuando sopla el viento y lo sentimos silbar en nuestros oídos, pegarnos en la cara o empujarnos por la espalda. En el verano el sol calienta con potencia y repica en el pavimento subiendo la temperatura desde abajo, así como el aire reverbera produciendo el efecto resolana, una especie de temblor da las figuras a la distancia y al ras del suelo. El sol del verano también provoca cierto encandilamiento. Cuando el mar embravecido rebasa la contención del muro, las olas espumosas de lenguas largas y anchas se perciben como amenazas a la integridad de la obra civil, que más de una vez se concretó en daño. Y cuando el frío obliga a aguantar, hay que sobreponerse y caminar más rápido, haciéndonos más fuertes físicamente y con la felicidad de entregarnos al desafío (liberación de endorfinas se le dice). Unas veces el color del mar es azul oscuro; otras, marrón como pelaje de león. Todo esto configura y manifiesta unas poéticas sensoriales envolventes, con sentido de trascendencia, con atardeceres cargados de esplendor, de dramatismo o de dulzura romántica.

En esta rambla se pasea, se corre, se hace ejercicio, se pesca, se charla, se va a matear, a bizcochear (Rada dixit), los jóvenes enamorados se miman. Hasta se practica frontón en una “cancha” de creación popular, realizada por vecinos, sólo pintando los límites a ras del suelo y la raya horizontal en la pared donde pega la pelota. Este juego sucede en la terraza correspondiente a la calle Minas. Los niños pequeños andan en sus autitos y bicicletas. Siempre hay lectores solitarios. Las personas toman sol, especialmente en las terrazas que están acompañadas de “playas artificiales”, de grandes bloques de hormigón.

La rambla de granito rojo es de un soberbio minimalismo, de tratamiento de lo natural e interacción con los seres humanos que se plantaron desafiantes a través de una imponente obra civil que hoy tal vez sería imposible de realizar, dada su envergadura y sus costos. Y también porque criterios actuales negarían su construcción por cuanto implicó gentrificación (expulsión de población de sectores económicos bajos en favor de otros de rango mayor), así como modificaciones al ambiente, como la eliminación de playas y sectores de rocas.

Tira del Tiempo y de la Vida

En 2012, el Ministerio de Educación y Cultura se propuso crear lo que se denominó Museo del Tiempo. El nuevo equipamiento cultural se ubicó en la rambla Sur, donde antes se encontraba la Compañía del Gas, las carboneras (referencia: calle Florida), desde hace décadas abandonadas y en estado ruinoso. La coordinadora del proyecto Museo del Tiempo, Ana Vázquez, expresaba en 2013: “El principal objetivo de esta iniciativa es la creación de un espacio de conocimiento con un concepto amplio de ciencia, que incluye las ciencias naturales y exactas, y las ciencias sociales, concebido como un espacio de visita y de disfrute para la ciudadanía. El concepto de tiempo será el eje narrativo que articulará los contenidos, la excusa desde donde se van a contar las distintas historias”.

Como antecedente del proyectado museo, en 2015 se concretó la Tira del Tiempo y de la Vida. Es una intervención en la rambla, desde Carrasco hasta la Compañía del Gas, con 26 hitos representados en forma de “esculturas pequeñas”: efemérides estandarizadas, uniformes, de aspecto herrumbroso (acero corten). Cada efeméride posee información sobre un momento en la historia del universo y el mundo, materializada a través de un calado en bajorrelieve a ras del pavimento con la representación de un fósil. Están insertas en orden cronológico según la evolución del universo: en Carrasco lo más arcaico y en la Compañía del Gas lo más reciente. La mayoría de las efemérides, 20 de las 26, están implantadas en la rambla de granito rojo, tramo Playa Ramírez-Compañía del Gas.

El Museo del Tiempo (¿un proyecto vigente?) jugó su primer partido con la Tira del Tiempo y la Vida y perdió. Fracasó en todas las dimensiones: culturales, científicas, educativas, materiales.

“El conjunto de íconos que integran la Tira del Tiempo y de la Vida busca relatar la aparición de la Tierra, de la vida, de los ecosistemas; las diferentes etapas de la evolución de los organismos vivos y la aparición de la herramienta, del fuego, de la autoconciencia y del símbolo son solamente algunas de las efemérides de la historia del planeta que se representarán sobre la rambla”, decía Natalia Calvello en la diaria el 9 de febrero de 2015. Se supone que una efeméride lleva al paseante a buscar otra, independientemente de a qué período corresponde. Cada “escultura” tiene una cédula con código QR que al principio permitía informarse a través del celular de a qué hito correspondía dentro de la historia de 4.000 millones de años.

¿A santo de qué?

La propuesta implantada fue el resultado de un concurso público (2015). Federico Bergamino, uno de los ganadores, junto con Natalia Campos, definió el equipamiento de la siguiente manera, un año después de instalado (2016): “Esta intervención puede quedar acéfala de no concretarse la construcción del museo. En ese caso quizás haya logrado dotar de una nueva capa de significado a la rambla, pero cabrá preguntarse con qué fin y cuántas intervenciones de políticas discontinuas más se pueden incorporar en tan representativo soporte”. Perspicaz y sincero.

Pero, de manera muy cuestionable a mi juicio, Bergamino afirma: “Los valores de representatividad y apropiación ciudadana del espacio rambla la hacen propicia para la incorporación de actividades y equipamientos culturales, trascendiendo los ámbitos tradicionales, formales y pudiendo llegar al público masivo. La incorporación de este tipo de equipamiento multiplica también la oferta turística de la ciudad”. La rambla Sur, la de granito rojo, estaba bien con lo que contenía antes de la Tira del Tiempo y de la Vida y no requiere más incorporaciones de ningún tipo. Puede ser por cierto miedo al vacío, por una cuestionable necesidad de expresarse sobre lo histórico-patrimonial o por la actitud pachanguera de querer animarlo todo, pero para la rambla no es adecuada más intervención que su mantenimiento, que ya es muy bueno, como lo demostró la reparación de los tramos dañados durante el temporal de 2006.

Durante años he observado que nada llama a usar los servicios de la Tira del Tiempo y de la Vida. Sólo funciona en la mente de los involucrados en su momento (2015): las jerarquías político-institucionales del MEC y la intendencia, los miembros del jurado del llamado y todos los que participaron, ganadores o perdedores, así como el gobierno español, que intervino financiando parte de la intervención. Soy vecino desde hace 13 años y camino por la rambla 25 kilómetros por semana, además de reunirme allí con amigos en noches de verano. Una sola vez vi a alguien haciendo lo que debería ser común: usar el QR en cada una de las efemérides.

¿Y ahora...?

Las bases del concurso establecían que la propuesta seleccionada debía durar 15 años (hasta 2030) sin necesidad de mantenimiento. Pues bien, la obra comenzó a deteriorarse a los cuatro años de instalada (2019). Hoy, en la rambla de granito rojo, la mitad de las efemérides están incompletas; los elementos al ras del suelo fueron retirados por haberse roto o degradado muy notoriamente, hasta afectar el tránsito peatonal (en su momento también de bicicletas y otros). Se repusieron los baldosones de granito rojo, pero se dejaron los elementos verticales que están arrimados a pilastras.

En la actualidad, la Tira del Tiempo y la Vida tiene las siguientes alternativas:

  1. Se la deja evolucionar como hasta el presente, sin intervenciones de reposición, aceptando las mutilaciones, retirando lo que se va dañando a ras del pavimento y manteniendo el segmento vertical. Esta opción deja desfigurado el proyecto, con restos inaceptables como detalles de polución ruinosa.

  2. Se la mantiene de forma permanente, reparando o reponiendo lo que el paso del tiempo va rompiendo o degradando.

  3. Se retira toda la Tira del Tiempo y de la Vida, las 26 efemérides, dando de baja definitivamente la experiencia.

El Museo del Tiempo (¿un proyecto vigente?) jugó su primer partido con la Tira del Tiempo y la Vida y perdió. Fracasó en todas las dimensiones: culturales, científicas, educativas, materiales.

Posdata

La relativamente novel ciclovía en la rambla Sur constituye un acierto. El granito rojo se mantiene intacto y acoge a los peatones. Sobre la calzada de ese lado, una franja verde delimitada con gran seguridad por los bolardos acoge bicicletas, patines, skates y otros rodados, dejando para los automóviles una senda de estacionamiento contigua, seguida de dos carriles de circulación con velocidades de 45 km/h y otro de hasta 60 km/h, junto al cantero central. Estamos ante una demostración de cosa bien hecha.

Manuel Esmoris (Montevideo, 1959) tiene un máster en Gestión Cultural por la Universidad de Barcelona y fue presidente de la Comisión de Patrimonio.