A partir del sábado Uruguay retoma, en materia de inserción internacional, lo mejor de la tradición de política exterior de Estado, luego de un período de inexistencia de logros y de una muy escasa presencia en el escenario mundial, con la conducción personalista de Lacalle Pou.

El presidente anterior mostró una visión del mundo de cortísimo vuelo y culmina su quinquenio con un pobre balance. Incluso su propia ceremonia de asunción de mando (no interferida para nada por el gobierno saliente de entonces) fue fiel anuncio de lo que pasó. Invitó a la golpista boliviana Jeanine Añez. Recordar su desempeño en relación con el supuesto Tratado de Libre Comercio con China y sus actuaciones en el Mercosur resulta casi doloroso.

Para alegría y orgullo de la ciudadanía, la asunción de Orsi constituyó un récord en materia de presencia de jefes de Estado, autoridades y figuras internacionales que enaltecieron la imagen de nuestro país.

Esto ocurre con sucesos que animan expectativas positivas frente a tantos acontecimientos complejos en varios aspectos de la realidad mundial.

La asunción se produce con anuncios de hechos de enorme relevancia, como la concurrencia del presidente de Alemania, junto a una fuerte presencia europea. Esto refuerza la firme expectativa de poder concretar finalmente el acuerdo Mercosur-Unión Europea, que resulta de valor político para Europa y América Latina en el momento complejísimo que vive el mundo, en pleno proceso de reordenamiento global.

A ello se le suma la inminente realización de la Cumbre Ambiental por el Amazonas, en una coyuntura en la que el mundo entero necesita un reimpulso de la defensa del ambiente ante la arremetida salvaje de la derecha internacional. Dos escenarios de diferente naturaleza, pero oportunidades excelentes para fortalecer la lucha por la causa ambientalista de la que depende la propia vida de la humanidad.

A esto se agrega la próxima Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, oportunidad especial para que nuestro continente busque recuperar relevancia en el convulsionado panorama global.

A partir del sábado Uruguay retoma, en materia de inserción internacional, lo mejor de la tradición de política exterior de Estado.

Como muy bien expresó el futuro canciller, los gobiernos pasan y los estados permanecen. Uruguay volverá al mundo de la mano de sus mejores tradiciones nacionales: la defensa del derecho internacional, el respeto pleno a la Carta de las Naciones Unidas y de sus organismos, la promoción y defensa de los derechos humanos en los ámbitos competentes y buscando siempre su real vigencia, la renovada defensa del principio no intervención y de la autodeterminación de los pueblos, la promoción y defensa de la paz y la búsqueda permanente del diálogo para la solución de controversias y la condena a la amenaza y el uso de la fuerza.

Tradiciones que fueron deterioradas y en algunos casos abandonadas por el gobierno saliente.

La etapa que se inicia le plantea a nuestro nuevo gobierno enormes desafíos. La esperanza reside en que se plantea objetivos acordes a sus principios y con disposición a defenderlos con dignidad, teniendo muy claro que debemos buscar con extrema cautela las coincidencias y aprovechando cada posibilidad para perseverar en el objetivo de vivir en un mundo con reglas.

El multilateralismo debe sobrevivir y fortalecerse. Ese es el escenario que Uruguay precisa. Su camino es claro: precisamos una región y un continente relevante. La prudencia es buscar la mejor relación posible con los actores que están en plena lucha por la mejor posición en el orden global, pero con la autonomía estratégica que nos permita estar siempre del lado del respeto a las reglas.

Uruguay enfrentó en el pasado no tan lejano situaciones globales con ciertas similitudes a la coyuntura actual. Logró con reconocido éxito mantener la mayor independencia posible.

El gobierno entrante ha confirmado un equipo capaz de conducir al país por el camino del crecimiento económico, con justicia social, con seguridad y educación de primera calidad, en un contexto de innovación científica y tecnológica que sortee las dificultades que tiene el presente nacional, regional y global.

El sábado fue el primer día de una nueva era de progreso y desarrollo con libertad e igualdad.

Carlos Pita fue embajador de Uruguay en Chile, España y Estados Unidos.